martes, 31 de diciembre de 2013

Recetas de mi abuela Pilar

Apuntes de bitácora 
 

Capilla de "San Francisco" en el  Parque Vigil

"Murió doña PILAR,
la de ojos glaucos, alta, blanca y robusta,
la que rompía corazones
y preparaba el “Chicha en caldo”
Y el “Estofado de gato” 

para los bohemios y los forasteros que visitaban Huari"
Del “Silencio de la piedra”
Autor: Luís Rondón Márquez

         En las enésimas tertulias que participé con amigos, paisanos y parientes; con poetas , deportistas e intelectuales de mi querido Huari; si algo me quedó meridianamente claro, gracias a su opinión unánime, fue la belleza y las cualidades en el arte de cocinar de mi recordada abuela paterna: Pilar Osorio Mory.

        Mis ocasionales interlocutores y contertulios no guardaban elogios para Ella. Recordaban con cariño y singular prolijidad su “Chicha en caldo”, plato emblemático de las fiestas de fin de año del Huari de mediatos del siglo pasado,  y su  “Estofado de gato” Simplemente insuperables.

        En la actualidad, la profesora Rosa Dunia Alcedo de Solis, distinguida dama huarina, es una reconocida exponente del arte de la cocina huarina. Ella triunfó en el concurso Secretos de Familia de Mistura 2010, justamente con este potaje conchucano, en la categoría de cocinas tradicionales. El "CHICHA EN CALDO" presentada por ella, según la opinión autorizada de Marcela Olivas Weston, miembro del jurado: "Ganó en todo sentido, en armonía de los ingredientes, en la cocción, es un plato que representa los secretos familiares de las cocinas conchucanas. En presentación, su mesa tenía las mantas hermosas de Huari, la chicha en sus cántaros, la cancha y el pan blanco de mesa cocido en horno de leña. TODO UN HALLAZGO" manifestó


        Hoy 31 de Diciemb re del 2010, siendo las 8 y media de la mañana, les dejo la receta de el “Chicha en caldo" por si se animan más tardecita a prepararlo y así poder sazonar el advenimiento del Año Nuevo con un potaje emblemático y genuinamente huarino, con sabor a tiempo ido, aroma de límpida jora y moje de gallinas de rubí, que el tiempo parece arrebatarnos.


        A estas horas, en casa de mis padres, se ultiman los preparativos para recibir el nuevo año. Muy temprano recogimos de la agencia la chicha de jora y las crocantes roscas, ya se imaginarán para qué. Mi viejita linda, dictará cátedra en la cocina, espero que alguna de sus nueras aprenda la lección.

¡Buen provecho y Feliz
Año Nuevo hermanos huarinos residentes en Huari,  el Perú y el Mundo!


CHICHA EN CALDO
(Para 6 a 8 personas)

- 01 gallina grande.
- 02 litros de chicha buena.
- 02 cebollas criollas.
- Ajo Cantidad necesaria.
- 100 gramos de ají panca.
- 200 gramos de aceitunas.
- 100 gramos de pasas.
- 100 gramos de maní tostado, en grano
- Aceite.
- 01 Zanahoria.
- 02 rocotos.
- 05 cucharadas de azúcar rubia.
- Dos chocolates corrientes.
-Pimienta, comino y sal al gusto.

PREPARACIÓN

        Se doran las presas de la carne de gallina en aceite, se agrega la cebolla cortada a lo largo, juntamente con el ajo y el ají panca molidos, agregar el ají amarillo quemado y cortado en tiras, de igual manera la zanahoria y el rocoto; añadir sal pimienta y comino al gusto, agregar luego la chicha; hervir hasta que la carene se sancoche completamente; el maní y las pasas, deben hervir por un buen tiempo; luego ya para hervir se le hecha las aceitunas.

        Se sirve con papas sancochadas, también se puede acompañar con una porción de arroz. Además se puede acompañar con roscas, molletes, pan francés o pan blanco.

BIBLIOGRAFIA:
01.- "REVALORANDO LAS COSTUMBRES DE MI TIERRA".
I.E "Silvia Ruff".
02.- "HUARI MI TERRUÑO". “Recuerdos para sonreír y reír"
César Antonio Arana Rincón.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

"Recuerdos de Navidad"

Cuando  ya la tarde languidece en esta Lima alborotada y caótica  y renacen miles de luces  en los baApuntes de bitácora

 Recuerdos de Navidad

¡¡Nuestra hermosa catedral de antaño!!
“Los recuerdos son los cabellos blancos del 
corazón, y  el perfume del alma"
George Villiers

Cuando ya la tarde languidece es esta Lima alborotada y caótica y renacen miles de luces  en los balcones  y fachadas de las casas;  en los atajos, calles, parques y avenidas de la gran ciudad, me apresto a emprender un rápido paseo  con  la máquina del tiempo, cómodamente instalado en  mi vagón imaginario,  en busca de aquellas vivencias que  hicieron tan felices las  Noches Buenas  y  Navidades de mi infancia:

En la  vieja casa de mi abuelo Salomón, se alistaba con cuidado el amasijo: harina de norte, levadura fleshman, manteca de chancho, anís granulado, agua de hinojo, mazamorra de  calabaza,  jamones, chancaca, canela, chuño, clavo de olor, azúcar, cebolla china, perejil,  maní, etc. Debían estar listos y prestos en la antesala de la larga y fraternal faena.

Ya el horno, aún tibio,  sonreía con sus tremendas fauces,  las  limpias bateas, las latas relucientes, el jorgonero altivo,  palas  y rodadillo de negro aliso, Todos prestos a cumplir la misión encomendada. Olvidaba citar  las jergas y  manteles limpios donde dormirían  plácidamente los bollos de  ricos panes,  apetecibles roscas y  exquisitas empanadas de calabaza y jigote. 

Faena laboriosa, que comenzaba con los primeros gallos del  día anterior al 24 de diciembre. Dentro de un ambiente festivo y fraterno discurría el día donde todos cumplíamos nuestras responsabilidades: Ya sea preparando la masa,  dando forma a los bollos y durmiéndolas con cuidado y ternura, limpiando las latas y untándolas con aceite, dando forma a los panes, bizcochos, roscas y empanadas. Nosotros, los más pequeños, al tiempo de cumplir con esmero nuestra labor natural de fastidiar, estorbar y alegrar,  recolectábamos también sendos atados de eucalipto, molle y poyó para limpiar el horno. Complacidos explorábamos, para el efecto,  las chacras y bosquejes aledaños a la casa de mis inolvidables abuelos maternos. 

De mi abuelita materna, me resulta insoslayable,  destacar su destreza en el manejo de la pala, el rodadillo y el jorgonero. Solíamos  llamarla con  cariño  “Mama Chaquita”. Su fortaleza admirable, su habilidad indiscutible en el arte del amasijo y su don de mando, que dicho sea de pasó la heredó a mi adorable madre,  los  recuerdo con cariño y nostalgia. Sus ojos azules brillaban, su rostro rojizo bruñía de calor, sin embargo,  ahí  estaba liderando la faena, desafiando las fauces ardientes del horno que, alegre y  complacido,  recibía  de sus ágiles brazos sendas latas de panes,  bizcochos, roscas y empanadas, para luego de un tiempo prudencial devolverlos apetecibles, crocantes y exquisitos para degustarlos con gusto y agrado.

Era una faena que cruzaba transversalmente todas las casas  de la vieja ciudad. El aroma insondable del molle, eucalipto y poyó se alzaba  cual embrujadora humareda desde los viejos solares. Esta costumbre se ha perdido en el tiempo, ha huido despavorida perseguida por la modernidad. En nuestra comarca de entonces, era imposible concebir una “Noche Buena” sin una mesa tendida donde destaquen   orgullosas las  empanadas de calabaza  o  jigote de jamón…

Ahí me quedo, son las ocho  y siete minutos de la noche y  hay responsabilidades que cumplir, pasaré  la Noche Buena en casa de mi hermano Vladimir y Noryta, les daré el  alcance  a mis padres, a Michel, Lola y Alessandro. Para  ustedes, mis queridos lectores, amigos, paisanos huarinos y no huarinos el deseo sincero  de una Feliz  Noche Buena  y Navidad.

Lima, 24 de diciembre de 2013

domingo, 3 de noviembre de 2013

Apuntes de Bitácora: “Los tres mosqueteros del fútbol huarino”


“Los tres mosqueteros del fútbol huarino”

(Huancho, Wico y Millqui).

(Huari: 09 de octubre del 2013 - cortesía de Fernando  Mejía  Jara)
        No es que sea el  joven Gascon d’artagnan,  ni Huari sea  Paris, ni “Huancho”,  “Wico  y “Millqui”  sean los tres mosqueteros: Athos, Porthos y Aramis,  de  la célebre obra de Alejandro Dumas. Sucede simplemente que,  a pesar de la diferencia generacional con el suscrito,  se entrelazaron sentimientos de amistad auspiciados, en gran medida, por el deporte, principalmente el fútbol y básquet.

          Hoy,  tercer día del penúltimo mes del año, cuando recuerdo a Huari con sus amorosas  lluvias de primavera y  su naciente verdor; los apuros de los labriegos arriando sus yuntas, listos para el “Pampay”,  llevando ollas y cazuelas chacasinas, hondos mates para servir el rico “llaquari”. Cuando, seguramente, el viejo huerto de la escuelita de Ampas  comienza a refulgir de blancura con  impecables  gladiolas, cantera fecunda  de candoroso destino: ornar a los niños y niñas en su primera comunión. En esta tibia mañana limeña se  avecina también  a mi memoria el viejo, sin embargo, fecundo palto, que en los noviembres lluviosos, renovado y lozano, se alzaba en la entrada de la  añosa “Prevocacional”, institución en donde laboré largos 10 años,  frondoso árbol,  talado y pulverizado irresponsablemente, sin respetar su larga y fecunda  existencia,  en nombre de una malentendida modernidad. 

         Esta mañana de recuerdos,  nostalgia y  añoranza, hay también espacio  para el tributo a la amistad y el deporte. Si afirmo, que fui un testigo privilegiado de mi tiempo, seguramente,  peco de exagerado, por la entraña subjetiva de la afirmación. Sin embargo,  en el deporte, en especial el fútbol,  tengo cierta autoridad para opinar, y más todavía,  de aquellos con quienes compartí vivencias inextinguibles en el tiempo:  trajinando tras el balón, sudando la gota gorda, defendiendo nuestras ocasionales divisas, sean éstas de nuestro Barrio o de las selecciones huarinas; festejando triunfos  o lamentando alguna derrota. En algunas  ocasiones, ubicados en bandos contrarios, disputando un balón con garra,  pero con lealtad deportiva. Testigos, de aquello, fueron las viejas "canchas de fútbol" de nuestra provincia. En ese cuadrilátero mágico, en  tardes futboleras  de los 80,  protagonizamos defendiendo  nuestras oncenas,  duelos  memorables que la afición de entonces recuerda con agrado.   Comenzaré por el mayor de todos:

        Víctor Raúl Meléndez, el gran “Huancho”, futbolista excepcional, un delantero de temer, goleador nato, el de la "maña" y "pendejada" con el balón. Verlo jugar era un deleite por lo impredecible y osado. Defendió las divisas de su querido “San Juan”, del “Dum Dum” de Rahuapampa y de las selecciones huarinas, tambien  de los “Amigos del Puchca” en sus época de gloria y protagonismo tanto provincial y  regional. Cuando  joven, tuve la suerte de jugar  junto a él, sin embargo, me quedo con el recuerdo de aquel partido frente al temible “Atlético Minero” de San Marcos con ocasión de nuestra fiesta "sanjuanina" en junio del 82. Con su veteranía a cuestas dictó cátedra de cómo se asiste el balón. Tres asistencias suyas y tres testazos de este aún bisoño pelotero sentenciaron una goleada histórica de nuestro entrañable "Pukutay" al equipo más importante del "Paraiso de las Magnolias" en su época dorada.  Aquel encuentro me resulta  imposible de soslayar. “Huancho” es un deportista que, por su calidad, trayectoria y  jerarquía, se convierte en una leyenda viva del balompié huarino y ejemplo de las nuevas generaciones.

         Edwin Avendaño Hidalgo, “Wico”, mi querido primo, de las huestes indomables del “Alianza Carmen Milagro” es otro de los valores que marcaron época en nuestro balompié. Su técnica depurada, su estilo único al “cabecear” y su capacidad de jugador múltiple y ubicuo en el campo de juego, le confirieron protagonismo.  Jugaba  con la misma solvencia y calidad tanto  de defensor como de atacante. Creo que no le faltaba  razón cuando afirmaba orondo:  “Zico en Brasil, Cueto en el Perú y Wico en Huari”. Su fina  zurda  así lo confirmaba. Fue mi maestro, asesor y colega en el Pedagógico de Huari. Guardo lindos recuerdos  de las avanzadas deportivas y   culturales rumbo a Huacaybamba, Llamellín, Chingas, Huaraz, San Luís, Pomabamba, donde las horas se deslizaban  repletas de fraternidad y alegría, vivencias  que en esta hora  me resultan indescriptibles. Es también uno de los  más grandes que dio el fútbol huarino.

        Carlos Huerta Asencios,  el gran “Millqui”, de las huestes “Yanacanchinas”, el menor de los tres. Centrocampista: Creativo, bullidor y “picón” en el mejor sentido de la palabra. Debe ser uno de los mejores mediocampistas con quien me tocó alternar. A pesar de su veteranía nos  acompañó en algunos partidos importantes  de finales de los “ochenta y principios de los “noventa", cuando  con el equipo de “Caritas Huari”, que era prácticamente la selección de Huari, logramos doblegar a los mejores equipos de Ancash. Esa  dosis de calidad,  fuerza y liderazgo se hacen extrañar. Fue también entrenador de las selecciones huarinas. Con “Caritas Huari” llegamos a la final regional de la zona sierra de Ancash 

         Hoy,  cuando el fútbol huarino se alimenta de futbolistas foráneos  y no hay una política  deportiva orientada a la práctica del fútbol y,  peor aún, no tenemos ni siquiera un “Estadio decoroso”a la altura de un pueblo que tiene recursos económicos necesarios, por la ineptitud, desinterés y mediocridad de nuestras autoridades,  es un imperativo para  los niños y jóvenes  “bañarse  en la historia y fundirse en  el oro  de antiguos reflejos” como bien lo decía José Gálvez Barrenechea. Sólo así volveremos a ser  la potencia futbolística de antaño, como bien lo comentan  y evocan siempre en las tardes de bohemia, estos “Tres mosqueteros del fútbol huarino”,  recordando con sentida nostalgía  los campeonatos interprovinciales ganados en canchas ajenas y con protagonismos suyos: El año 80 en Pomabamba y el 81 en Piscobamba, con resonantes triunfos ante oncenas de la calidad de Sihuas y Pomabamba.  

        Finalmente, me despido con la satisfacción de haber recordado  a estos “Tres mosqueteros del fútbol huarino” que bajo el título de “Vaporinos” engrandecieron el deporte y,  mediante ella, la  amistad y el compañerismo. Protagonistas de mil anécdotas, de tardes y noches de fútbol y bohemia, vivencias de costo exorbitante que sólo son  reservadas para los elegidos y predestinados, como aquella trilogía del gran  Alejandro Dumas de la “Unión hace la fuerza”, hicieron de la amistad,  estos tres grandes peloteros huarinos,  la norma que marca sus vidas. Un abrazo.

23 de junio de 1982




sábado, 24 de agosto de 2013

"Eleazar Guzmán Barrón, en la Historia..."

Algo sobre nuestro egregio paisano

   
   Don Jorge Basadre en su obra “La Vida y la Historia” en el capítulo intitulado   "El Congreso de Estudiantes del Cuzco: Piedras que gritan y siguen gritando"  escribe algo sobre nuestro ínclito paisano. A continuación  una apretada síntesis del capítulo de marras:

      “La reunión del cuzco suscitó una beligerante oposición de diversos grupos universitarios. En parte de ellos alentaba una hostilidad ideológica a la reforma, o una antipatía personal a Haya de la Torre o a Raúl Porras Barrenechea”
      “Salimos del Callao – dice Basadre- el 5 de marzo en el barco Urubamba, el Congreso se instaló el 11 de marzo con una barra hostil, por haberse producido divergencias con los universitarios cuzqueños . Haya pronunció una vibrante arenga en ese difícil momento”

      “Haya,  fue elegido presidente del congreso. Entre los delegados que viajaron desde Lima estaban,  Raúl Porras Barrenechea, Augusto Rodríguez Larrain, Jorge Avendaño y Eleazar Guzmán Barrón, entre otros. Los temas discutidos y sus ponentes fueron “Bases para la organización de la federación de Estudiantes” por Porras Barrenechea; Reforma de la enseñanza” y “Las enfermedades regionales y su profilaxis” por Eleazar Guzmán Barrón”

      “El Congreso abogó por un sistema educativo organizado en el Perú, bajo la supervigilancia de una entidad autónoma, el Consejo Nacional de Educación; por la descentralización en este ramo; por el servicio médico escolar; por una adecuada escala de sueldos para los maestros; por la creación de una Facultad de Educación con el objeto de preparar el personal docente en los colegios de instrucción media, etc.”

      Finalmente queridos amigos, en especial paisanos huarinos, quisiera compartir con ustedes estas extraordinarias palabras que,  como colofón de su estadía  en el Cuzco, escribiera Jorge Basadre,  "El gran Historiador de la República" :
“Dos cosas dominan mis recuerdos de aquellos lejanos días, una fue la formidable visión del Cuzco y la cordial acogida que halle en él. Fue como el descubrimiento de un mundo, la impresión de ver por primera vez la majestad del Cuzco, la esplendidez del paisaje que lo circunda. Visión de ruinas que parecen bosques, pues las fisuras entre las piedras podrían compararse con ramajes de árboles. Ciudad con tiempo propio que parece no caminar y, sin embargo, se mueve a su manera y parece hacia su propia meta. Descubrimiento brusco del mundo indígena que entonces era ignorado y despreciado por Lima. Angustia de ver los ojos vivísimos y hermosos y los rostros frescos de los niños y pensar que estaban destinados a ser ojos y rostros de alcohólicos y coqueros. Suciedad, andrajos y sumisión al lado de gestos de magnífica dignidad e innata e elegancia.”

      Basadre tenía 17 años. Fue el más joven de los delegados al congreso. Pensar que 88 más tarde un despistado y adulón ministro aprista  declararía: “Que se queden con su Cuzco”; y el gobierno aprista relegaría a la ciudad más hermosa de nuestra patria de ser la sede del evento ecuménico que está por comenzar.
Reseña biográfica

      Eleazar Guzmán Barrón nació en el Distrito de Huari, Ancash, Perú el 18 de septiembre de 1899. Fue un reconocido doctor, bioquímico e investigador, considerado en su país natal como sabio; incluyendo su aporte dentro de la investigación de la bomba atómica. Falleció en 1957 en el Albert Merrit Billings Hospital en Chicago, Estados Unidos.

      Al terminar la secundaria, ingresó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y posteriormente a la Facultad de Medicina de San Fernando concluyendo sus estudios de Medicina a los 25 años. Perfecciona sus estudios en Europa: París y Roma y también estudia 2 años en la Universidad de Strasburgo y obtuvo un doctorado en Química de la Universidad de John Hopkins.

      En 1927 se mudó a Estados Unidos, al John Hopkin's Hospital para trabajar con Leonor Michaellis. En 1930 fue solicitado por la Universidad de Chicago para hacerse cargo de la Cátedra de Bioquímica. Fue miembro del equipo de investigación Láser Foundation for Medical Research de la Universidad de Chicago. Entre sus pupilos en la investigación bioquímica se encontró su hermano Alberto Guzmán Barron. Adicionalmente fue asociado del Laboratori0o Biológico Marino en Wood Hole, Massachusetts.
En 1942 fue llamado por el Gobierno de Estados Unidos para participar en la Comisión de Energía Atómica. Entre sus estudios más importante fueron en referencia de las oxidaciones biológicas. Para el estudio de la bomba atómica lideró el laboratorio metalúrgico.Apoyó y orientó a la creación de las Facultades de Medicina en Trujillo y en Arequipa. Propugnó la creación del Consejo Nacional de Investigación.Recibió honores peruanos por la Universidad De San Marcos, grado honorario de la Universidad de Trujillo y la Orden del Sol del Perú.El Hospital Nacional de Chimbote tiene su nombre 


Lima, 18 de noviembre de 2008

lunes, 19 de agosto de 2013

Felices 90 Tío Hipólito



¡¡Felices 90  Hipólito Zorrilla Antaurco!!
 
Cuando se cumplen 90 años sin que asome aún el ocaso, ni se aviste el crepúsculo y la vida y sigue corriendo como un manso arruelo, calmo y alegre, hacía el mar, lejano aún, resulta inevitable celebrar la VIDA. Así nomás no se llega a coronar casi un siglo de vida. Por ello,  mi saludo  al   “Tio Hipólito” que, el pasado lunes 13 de agosto, celebró su onomástico número 90 rodeado de  nueve  de sus diez  hijos: Carlos, Samuel, Emer, Andrés, Clelia, Maximina, Miguel, Elena y  César; sólo Romel, el Benjamín, estuvo ausente.

Don Máximo Hipólito Zorrilla Antaurco, fue y es un padre ejemplar en el amplio sentido de la palabra. Junto a su amada esposa, Lastenia Torres (+)  la entrañable “Tía “Llashti”, edificaron  un hogar con sólidos pilares  y legaron a sus  hijos una escuela   de trabajo y laboriosidad. Todos ellos,  profesionales y buenas personas,  proyectan en sus hijos la misma luz que el patriarca  irradió.

Entre la alegría desbordante, entre  besos y abrazos de  la numerosa familia: Hijos, nueras, yernos, nietos, bisnietos, familiares y amigos cercanos, se celebró los 90 años de una vida excepcional. Cuatro generaciones reunidas para celebrar la vida de un hombre que ha dejado su marca en cada uno de sus hijos, bendición que no se experimenta frecuentemente en esta vida.

Pocos llegan a esta edad  y más aún como lo hace este ser humano,  lleno de vitalidad, fuerza y optimismo, que ni los años han logrado mermar su  entusiasmo, ni lo han empujado al silencio  de la vejez.  Hasta hace poco seguía dictando cátedra  como sastre, su  oficio de toda la vida, cuya sabiduría resaltó Silvio Huertas en su celebrado poema ¡Salud Pukutay! cuando decía:

Chinas buenamozas, pónganse de gala
en la satrería de Hipolo Zorrilla”

Además, fue uno de los pioneros de la Apicultura en la ciudad de Huari, endulzó el paladar de muchas generaciones, convirtiendo su producto  en una marca registrada apreciada por propios y extraños. Tuve la oportunidad, cuando niño, acompañar junto a mi primo César y otros mozalbetes de entonces, en las travesías rumbo a Ulia y otros puntos donde fructificaban las abejas. Eran horas de aprendizaje. Con paciencia y cariño  nos explicaba  los secretos del arte de la Apicultura. En el retorno venía el "Festín" de la nutritiva miel. Me quedan recuerdos de aquellas caminatas bulliciosas, de la indumentaria especial para explorar las colmenas, de las picaduras y de toda esa gama de vivencias irrepetibles que alegraron nuestras horas de niños y de adolescentes

Sus credenciales de buen ciudadano le permitieron asumir responsabilidades en nuestra ciudad. Fue Regidor del Honorable Consejo Provincial de Huari durante la gestión de don Wenceslao Avendaño Morales. Aquellos años las arcas municipales se tornaban áridas y sedientas, y  el ejercicio de esta noble función no tenía más recompensa que el agradecimiento de los pobladores. En una oportunidad, refirióme algunas de sus experiencias en la función edil, tuvo que lidiar con múltiples problemas y me citó una anécdota: "En mi intención de poner orden, tuve una fuerte discrepancia con nuestro primer obispo prelado, Mons. Marcos libardoni, quién exaltado ante mi obstinada intención de cautelar la proyección urbanística de la ciudad -se estaban poniendo las bases del "Convento de las Madre Dominicas"invadiendo algunos centímetros del Jr San Martín- nuestro recordado primer obispo prelado amenazó con trasladar la sede del obispado a la ciudad de Pomabamba si persistía con mis, para Él,  enojosas observaciones".  Sobre el particular añadiré que  conozco algunos casos similares , dentro de ellos les contaré uno, cuando a finales del siglo y milenio pasados,  un  mal regidor se hizo la vista gorda y permitió la construcción de una vivienda  sin respetar la proyección urbanística de la ciudad, justamente cerca al CENECAPE. Si quieren mayores detalles un pequeño vistazo al Jr. Ancash  en la recta del Restaurante del Sr. Amaranto. Los intereses sagrados del pueblo están por encima de los intereses amicales. Fue también Gobernador del Distrito – cercado, cargo que desempeñó con solvencia y dignidad.

            Las palabras emocionadas de sus hijos: Carlos, su primogénito, de Samuel y Maximina,  dieron el toque de solemnidad a la celebración, asimismo las evocaciones  a la madre ausente, la entrañable “Tía Llashti”, hicieron correr brisas de nostalgia entre todos los presentes.

Finalmente elevo mis oraciones  porque el Señor y la Virgen del Rosario,   que hasta ahora lo han  sostenido y en quienes ha puesto su fe por 90 años, le fortalezcan, sanen sus dolencias  y le confieran todavía muchos años más de vida 

Con sus sobrinos Hugo y Julita Príncipe Trujillo
Momento memorable
Con mi Tío Fausto.
El "Patriarca" rodeado de sus queridos hijos
Samuel, proponiendo el brindis por los felices 90 de su progenitor



martes, 6 de agosto de 2013

"PATAY, paraje de ensueño"

   
"El verdadero camino de exploración no consiste en descubrir
nuevas tierras, sino en tener nuevos ojos" (Marcel Proust)
    

      No hay mejor destino que nuestra tierra. Soy un convencido de aquello. Mi conclusión se asienta en pilares afectivos irremplazables en el tiempo: Mis padres,  hermanos, mi casa, mi  Barrio, en general mi Huari con sus fortunas y miserias, con sus esperanzas y desesperanzas. Suelo “volar” a ella,  en cuanto tengo tiempo, a guarecerme en sus entrañas y en las noches  apacibles intentar encontrar respuestas,  en la tierna mirada de “Mama Huarina”,  a mis inquietudes,  aflicciones,  penas, dudas  y preocupaciones más recónditas que sólo ella puede escrutarlas. Ese acto de presencia frente a su imagen adorada, suele regalarme tranquilidad. Ella, es el lenitivo para el lacerante corazón,  paz para las almas del eterno cosmos e inspiración para los bardos del celaje azul que en cada octubre festivo  cantan sus mirificas glorias.

     Esta visita, además,  me sirvió para refrescar mi retina con imágenes de caminos y lugares que en otrora alimentaron  mi memoria y me hicieron inmensamente feliz. Por ello,  quiero detenerme para compartir con mis lectores la  inesperada visita a ese paraje hermoso llamado “Patay”,  ubicado a más o menos  12 Km. de la ciudad de Huari.  Este bonito lugar,  es un conglomerado de casas - hacienda bañada por el río Puchca, tributario del Marañón y el Amazonas, cuyas aguas, en  esta época del año,  discurren mansas  y limpias rumbo al Atlántico. Nunca había ingresado al mismo Patay, por eso, la visita resultó fascinante. En alguna oportunidad lo circundé  camino a Huachis por el sempiterno e imponente “Capaq Ñan”  o “Camino del Inca” para representar futbolísticamente  a mi colegio “González Prada”.  Al no existir la carretera, los caminantes, debíamos  vencer, sudando la gota gorda , la empinada cuesta  que va desde “Puma punku” pasando por  “Ushnu”, y  Castillo para finalmenmte llegar a Huachis

    Patay,  hechiza desde sus entretelones, te abruma de energía, La carretera que la circunda esta orillada de frondosos molles cuyos ramajes parecen  regocijarse ante cada visita. Ellos son los que dan la bienvenida, moviendo sus amicales brazos al compás de la brisa del manso "Puchca”. La entrada a este espacio vital es un estrecho  e inadvertido atajo que se desprende de la vía carrozable que va hacía  Huachis. Breve,  pero algo empinado te conduce hacia su plaza principal obligándote bajar con algo de cuidado. Su plaza, no desentona con su entorno henchido de verdor, además de ser el ombligo del lugar,  reboza de frescura, tan necesaria en  estos meses calurosos. En una de las esquinas se ubica la  capilla precaria que alberga  con holgura y alegría  la fe de las familias genuinas del lugar: Los López, los Vidal, los Roldán que, año tras años, se dan cita para celebrar su fiesta patronal.   Hacia el este,  la solariega casa de los Vidal Valladares de paredes erosionadas por el tiempo parecen extrañar su años de gloria. En este punto del paraje se alza una pequeña pileta de vetusta apariencia como aquellas del Huari de antaño;  hacia el Norte  muros añosos delimitan las propiedades de los López y  un caminito que parte casi desde el punto central nos conduce a la casa hacienda de esta  familia. 

    La fiesta se celebra con  fervor, los troncos, entrado en años, han devenido  en multitudes. De sus frondosos árboles genealógicos se han descolgado  numerosas familias, la mayoría de ellas asentadas en diversas ciudades del Perú y el mundo. Me encontré con algunos de mis coetáneos y otros mayores como los hermanos Roldán: Julio.  Américo, Clelia, Edgar, Pedro, Doris, Pancho, Tito. Tambien los López: Palmiro,  Marco, Betty, Hugo. Con éste último en agradable conversa departimos gratos minutos en la casa de los funcionarios de la fiesta. Asimismo,  los Vidal,   la mayoría ausentes por la muerte de uno de los suyos, sólo se dejaron ver don Silvino, su esposa doña Hilda y su único hijo presente, Edgar.

            Por expresa invitación de mi primo César Zorrilla abandoné  la fiesta para conocer las casonas que alberga este bucólico  y romántico paraje. Salimos con disimulo. La tarde  veraniega, el entorno saturado  de verdor  y el silencio agradable de esas horas nos alentaban e invitaban a darnos un paseíto. Mi ocasional guía me encamino por las estrechas callejuelas  y con suma generosidad me ilustró detallosamente cada rincón. César,  es cuñado de Marco López, un pataino de estirpe  y por lo que percibí se mueve como pez en el agua por esos lares.  Distendidos nos detuvimos en  el “oconal” vacío y silencioso de la plaza,  reposamos cómodamente en posición de cubito dorsal, por unos minutos  mirando arriba, observando las colosales  moles que la circundan, las mismas que  proyectan gigantescas sombras dando la impresión de un prematuro crepúsculo. Exactamente hacia el sur, enfrente nuestro, se alza imponente  el cerro tutelar de dulce nombre “Pan de azúcar”. Su forma piramidal esculpida con precisión por el creador, le permite  destacar frente a las demás.  Luego de tan agradable avistamiento, nos encaminamos a  los solares de los López,  especie de casona inmensa cuyas  paredes, puertas,  ventanas y pasillos  dan  fe de sus años de gloria.  En uno de los breves corredores de aleros salientes, típicos en las construcciones  de aquellos años,  nos  detuvimos en agradable charla y aprendizaje. Algunos detalles  convocaron  mi atención: los idénticos  pilares de las casonas, propias de las casa- haciendas;  los cómodos poyos, testigos de innumerables conversas nocturnas; las lóbregas cocinas ennengrecidas por el humo de la leña; su pequeño zaguán y al lado su diminuto huerto con lo insdispensable para una buena sazón: cebolla, culantro, yerba buena, orégano, ruda, rocoto, chinchu, perejil, manzanilla, anís silvestre, etc. Sentado en el mudo poyo  Imaginaba silencioso sus noches de luna, el cielo invicto  de nubarrones, pero repleto de estrellas, el canto del “Puchca” y las pláticas interminables de los lugareños. Patay, es una burbuja donde el visitante levita, porque sin el peso de las preocupaciones  y los apuros citadinos, desentendido del bullicio y la despreciable contaminación acústica de las grandes urbes, la vida discurre apacible y placentera. Como colofón del paseíto inolvidable recalamos en el inmenso huerto de frutales, propiedad de los López,  huerto aromado por naranjos,  paltos,  membrillos, limas,  manzanos y chirimoyas que limita exactamente con  el Puchca. Me llevé de  recuerdo jugosas y sabrosas limas que  llegando a casa las  escancié con gusto.   

            Desfallecía la tarde , se acercaba el ocaso.  Mis hermanos Michel y Vladimir junto a mi esposa e hijo ya se habían enrumbado a la ciudad. Despreocupados y confiados en la hospitalidad de mis primos César y Elenita me dejaron solo, Entonces, decidí retornar de la manera como me gusta: Caminando. Una manera de recordar viejos tiempos de docente bisoño cuando ganaba, con relativa facilidad, largas distancias, especialmente  Mallas donde me inicie como docente y posteriormente el  inolvidable Ampas. Emprendí  mi retirada con el corazón agradecido y  cierto temor por lo avanzado de la tarde, sin embargo,  para fortuna mía,  me encontré en el trayecto con Flormira Verde y Elenita Pantoja, ambas mis ex colegas docentes en el Pedagógico de Huari. Elenita se dirigía a Huachis,  la embarcamos y con Flormira y su inquieto sobrino nos enrumbamos por el camino polvoriento hacia Pomachaca. Fue una caminata de aquellas por placentera y entrañable. Ni el polvo enojoso, ni la distancia mermaron la tranquilidad del agradable retorno. Conversando diversos temas  transversales a nuestros intereses de educadores. Recordamos tambien  a los  recientemente fallecidos, don Julián Valle y  esposa doña  Yolanda Verde, tíos de Flormira, tratando de encontrar respuestas a las tragedias de la vida. De cuando en cuando  mirando el  río y el cielo, deteniéndonos  en algún recodo,  para  observar  los remansos del “Puchca” que parecían invitarnos a un chapuzón. Así llegamos a Pomachaca, donde me dio el alcance mi hermano Michel. Con su cómodo  bólido llegamos a Huari en breves minutos.

        La cohesíon, la pervivencia  y  la proyección interminable en el tiempo de los genuinos lugareños en su natal Patay,  reposa en una ley inapelable: "Prohibido vender alguna  propiedad, salvo que el comprador  sea  de la misma familia"

Ya en la noche en el “Mishi Rock” al compás de una banda rockera, vino el desborde. Sendas copitas de  anisado  “Najar” hicieron efecto. La noche se alborotó con los clásicos del rock ochentero. “Lamento Boliviano” fue la canción que rompió  fuegos de una noche y madrugada inolvidables.  Al día siguiente nos esperaba la “Yantada” de los tíos “Salas Reyes”. Esa es otra historia.

Mi agradecimiento a mis primos César y Elenita Zorrilla, a Marco López, Jesús Guevara y al funcionario de la fiesta don Palmiro López,  por su hospitalidad.   

Huari, 29 de agosto de 2013

  

viernes, 26 de julio de 2013

Apuntes de Bitacora


Nelly Munguía: "El alma del Sara Sara"

"Después del silencio, lo que más se acerca a 
expresar lo inexpresable es la música"

        El jueves último,  José María Salcedo en su programa “Chema a las Once” entrevistó a Julio Humala, extraordinario guitarrista ayacuchano. Siendo él, uno de los músicos  a quien admiro y valoro, escuché con atención la amena e interesante  entrevista. “Chema”, es un entrevistador de polendas, conocedor del Perú profundo, en ese ámbito se maneja extraordinariamente. Todos recordarán  su programa “Nuestra Tierra” de RPP  con el que recorría las diferentes regiones del país. De manera que el dialogo, con su ocasional invitado, fluyó apacible y con remansos de ternura para con  la música andina, aquella que canta llorando, riendo y  amando.

        Julio Humala, "coracorino" de corazón,  al tiempo de explicar las bondades de su música y de las cualidades especiales  de la guitarra  andina-peruana, se enorgullecía de su procedencia. Pocos,  dijo, como los ayacuchanos podemos preciarnos y presumir de nuestro terruño, especialmente  de su talante rebelde e indomable: Cuna de la Independencia americana y reducto de la resistencia  contra  opresores e invasores. No le falta razón, cuántos han negado a su  terruño apelando a subterfugios al afirmar, por ejemplo, soy huarasino siendo llamellinos. Carentes del sentido de identidad, de orgullo  y pertenencia.
 En otro momento de la entrevista, Chema,  le preguntó  por Nelly Munguía:
  - No la veo desde hace algún tiempo, Le preguntó extrañado.
 a lo que Julio respondió con evidente dolor y  tristeza:
 - Nelly, ya no está con nosotros, falleció el pasado abril en los EE.UU  víctima  de   una penosa enfermedad. La triste noticia, respuesta inesperada y dolorosa, enmudeció por un instante al entrevistador.

       Para mi,  resultaba increible enterarme tardíamente de su  prematura desaparición. En tiempos donde la información y la noticia navegan raudas desde y hacia cualquier punto del planeta, máxime  siendo ella una artista reconocida cuya  jerarquía  ha trascendido los ámbitos de su provincia y departamento, la inespèrada notcia me cayó como un baldazo de agua helada.  Tuve la suerte de conocerla y departir  con ella  algunos días cuando visitó, por primera y única vez, nuestro Huari:

       En octubre de 1994, la Municipalidad de Huari organizó “El I Congreso del Hombre Peruano y del Medio Ambiente” dentro de la nutrida  programación se anunciaba la visita de Nelly Murguía, Manuelcha Prado y Julio Humala. Aquellos años el que escribe esta nota presidía la Comisión de Cultura y Deportes del Honorable Consejo Provincial de Huari presidido por el entonces alcalde provincial  Héctor Flores Leiva. Huari, vivía años de crispación política, de polarización e intolerancia. El Perú se desangraba por la subversión,  y el fujimorismo,  legitimado por el CCD y su  espúrea criatura la  constitución  del 93, emprendía un  proyecto autocrático que devino en el latrocinio, la corrupción  y el pisoteo de los derechos humanos.

         Nelly, Manuelcha y Julio, la fantástica trilogía ayacuchana llegaba a Huari. Corrían los primeros días de aquel octubre. La noche del 04, en el Salón Parroquial, ante un auditorio atiborrado  de, en su mayoría visitantes e  invitados especiales, ofrecieron un recital inolvidable, un suculento convite de canciones y melodías andinas.  Se  lucieron los tres, en especial Nelly Murguía, considerada como “ El alma del Sara Sara”.  Escucharla fue como  oír el canto del viento, de la lluvia y del agua  que baja solitaria por las quebradas y cascadas andinas de nuestro Perú hermoso, de nuestra patria serrana. Aún resuenan en mis oídos aquellas melodías ataviadas de ropaje poético  que me suscitaron sentimientos de orgullo de haber nacido en este Perú milenario, hermoso y multitudinario: Vicuñita de altas punas, que bonita lana tienes…”  “Paloma desmemoriada” “Flor de retama” “Vivir sin ti”, etc. etc

      En la mañana del miércoles 05 de octubre, día esplendoroso con mañaneras  claridades de  primavera  alegre y amical,  la encontré caminando  por nuestra  Plaza Mayor rumbo a la catedral, la saludé con atención  y cariño. Caminaba distendida acompañada  de otra gentil dama, la presenté  a mi esposa y mi aún pequeño hijo y entablamos una larga y, para mi, inolvidable conversa. Respondí  algunas de sus  preguntas elementales sobre el origen de Huari, su historia y sus fundadores. Llegamos así, en fraternal conversa,  a las inmediaciones de “Pachanpunku”. Desde ese empinado lugar se avista el manso “Llamoj”, atalaya burilado en la memoria de los huarinos que sentimos que no hay otra tierra más hermosa que la nuestra. Se le notaba fascinada por la belleza de nuestro cielo, apreciaba con gusto el manso Llamoj y soltaba preguntas y preguntas. Su menuda presencia contrastaba con  la inmensidad de su sonrisa y sencillez, aquello que distingue a los predestinados, a los grandes,  a los que no tienen fronteras que delimiten sus afectos,  sean estos,  ricos o pobres, jóvenes o ancianos, creyentes o no creyentes.

       Sin embargo, un detalle fortaleció mi recuerdo y aprecio por tan destacada artista. Con cierto temor, como dicen “porsiacaso” la invité para la “Velada Literario Musical” que organizaba la “Promoción 1994” de la escuela “Virgen de Fátima”  de mi tutoría. Gracias, me dijo, añadiendo que si deseaba podemos hacer música es cuestión de conversar con Julio Humala, de mi parte no hay problema. Conversé con Julio y  me aceptó en el acto. Tenerlos  era garantizar un lleno total y recaudar los fondos  que nos faltaban para hacer realidad nuestra excursión a la ciudad de Trujillo. Comuniqué la buena noticia a Carmen Jara Salas y Juan Vidal Ayala, mis colegas co-tutores de la Promoción. No obstante la buena noticia,  asomaba un  pequeño problema: No teníamos el equipo de sonido acorde a las circunstancias, sólo contábamos con un  equipo elemental que ni permite el lucimiento, ni auspicia una buena  performance. Llegó la noche, el auditórium, esta vez, repleto de huarinos residentes y visitantes y pese al vetusto equipo de sonido, vibró con las canciones de la inolvidable artista, a quien rindo mi más sincero homenaje apelando al título de una de sus  más  celebradas  canciones: “Nunca Jamás” te olvidaremos.

Lima , 26 de julio de 2013

lunes, 15 de julio de 2013

¡¡Salud Carmelitanos!!



(Bajada de la Virgen del Carmen-2011)
  
“En memoria del “Tío Benito” carmelitano como pocos,
 personaje de aquéllos que hizo de  su existencia 
un océano de  sencillez y generosidad”

            Nuestro pueblo que, en cada rincón, en cada recodo, en cada trocha, en cada solar, guarda historias y   conserva celoso  y quedo  vivencias de una historia larga de tiempos idos con sus fortunas y seguramente con sus miserias. Aquel pueblo que nos viera nacer y crecer,  también  llorar  y amar, se engrandece en nuestro recuerdo  y se empina más,  cuando el calendario festivo nos invita a  dar un vistazo y  a hurgar,  en nuestro almacén vivencial,   las imágenes y  los rostros  que ornaron su largo caminar, aquello que   nosotros  llamamos,  historia.

             ¿Quién no ha recorrido las arterias polvorientas de “Gejcha”, “Huiscurpuquio” . “Patashgaga y “Chucllushpampa”  ubicados en  los barrios bajos de la ciudad? ¿Quién no ha caminado distendido en plática fraterna o idílica  en alguna tarde o noche  lejanas por “Ura Barrio”? ¿Quién no se ha detenido contrito y reverente frente a la gruta  de la “Virgen del Carmen”?  Diminuta efigie, sin embargo,  colosal regazo,  donde durmieron nuestras preocupaciones,  aflicciones y  esperanzas. ¿Quién no ha orado silencioso buscando consuelo y sosiego en aquella lejana imagen, sin embargo cercana hoy, cuando los “carmelitanos” se aprestan  a rendirle  pleitesía?  Quién no ha hecho todo aquello, simplemente, no es huarino.

            Los de mi generación, los “ochenteros”,  sin distracciones ni tentaciones cibernéticas, ni siquiera  la TV existía, bajábamos en algunas  tardes sabatinas por la polvorienta “Gejchá” en grupos de amigos  buscando saciar nuestra sed, atraídos por ese sabor delicioso y único de la “chicha de maní” preparada con esmero por la esposa de don Concepción “Cunshi” Salas Espinoza,  hermano de don Epifanio Salas -mi recuerdo cariñoso para don “Ipicho” Salas personaje  bonachón y conversador que en algunas  oportunidades me proporcionó su sable para recrear el auto-sacramental  “El Moro y el Cristiano”  histórico sable, según me contó, ungido en las lides sangrientas entre apristas y sanchezcerristas-   Siguiendo  con lo de la  “chicha de maní",  cuyos sorbos y sorbos  refrescaron y endulzaron nuestras mocedades, éstas,  se ofrecían también en otros puntos de la ciudad: Las hermanas Julca, abajo, cerca al cementerio, en el Barrio del “Milagro” y doña “Julita”, madre de mi amiga  Azucena Fernández, en la esquina milagrina de la Plaza Mayor.

             “El Carmen”,  Barrio de entornos bucólicos,  también dio vida a personajes legendarios  e ilustres, algunos de ellos,  que penden de mi  árbol genealógico paterno y materno: Mi abuelo Salomón Hidalgo Tarazona  y su hermano mi tío Capistrano, ambos que  con su  sabiduría, cuentan lo mayores,  convirtieron  en amanuenses a los noveles abogados de la época. Mi abuelo Daniel Malqui, un artesano de la panificación, que ejecutaba el arpa con prolijidad,  y de basto repertorio, lo escuché tocar en algunas serenatas transmitidas en vivo por las “Ondas amigas de Radio Municipal”  - ésta última frase, especie  de muletilla que noche a noche repetía el Maestro Glicerio Trujillo, director de la emisora- Mi abuelo, junto al "Zambo" Serrano y a don Leonardo García, armaba jarana en la tercera esquina

         Los rostros del polvoriento y ahora multitudinario Barrio, cuyos nombres precedidos de  auténticos blasones moraron en aquellos tiempos en los predios carmelitanos, es justo mencionarlos: "Detalloso", “El Zambo Serrano”, "Macamberto", “Lapa Cristina”, "Jishuna",  “Huiru chupa”, “Bizcochito”,  “Tubish”, “Sapu  Luis”  “Siti bomba” “Tío José Asencios”, "Cashi Verde" “Wejti Mañu”, "Guela Rucu" “Jegchy Wily” "Shurututu" La mayoría ya no están con nosotros, mas su  existencia estuvo marcada por su identificación al Barrio de sus amores. Además de aquellos, hay muchos más, carmelitanos de estirpe que por el temor de omitirlos, no los voy a mencionar, familias asentadas desde viejos tiempos, que echaron raíces y dejaron estelas por donde transitan  sus actuales huestes.

                 ¡Salud carmelitanos en Huari, el Perú y el mundo! Salud, Barrio de mi adorada progenitora, mi “Mama Alchi”. Hoy, en la mesa familiar de negro aliso,  con los hijos ausentes,  seguramente,  habrá una tregua en el  eterno debate entre la bella “Carmelitana”,  mi madre y el  curtido “Sanjuanino”, mi padre, ambos defendiendo sus predios, sus consagradas divisas, ufanándose de sus triunfos y  glorias, donde principalmente el fútbol marcaba la senda de aquellas conversas entrañables.  Los siete hermanos, más mi padre, no logramos arrebatarle su  sentimiento  y adhesión incondicional a su “Carmen querido”. En nombre de  Ella y por los breves años vividos en ese lar,  bajo el regazo  de mis abuelos maternos, rindo homenaje a la “Virgen del Carmen” nuestra eterna  “Mama Carmelita”.  ¡Salud!

            Mi recuerdo también a las venerables mujeres que me abrumaron de cariño en otrora cuando niño"mostrenqueaba" por las arterias precarias y caminitos estrechos del "Jegcha´" de entonces : Mi abuela Maximiliana Espinoza Asencios"Mama Chaquita",  tía felicitas Calderon "Tía Filli", "Tía Manuela Mory", "Jovita Calderón", "Tía Zoraida", Asimismo a mis amigos Richard Calderónn(+) Unchu Cochachín, Gloria Calderón "Ñahuish Bola", "Cata Mona","Gloria Calderón","Torri Paskaj", "Hoñote Asencios"en general. a todos mis tios y tias, hermanos de mi madre, en especial a mi querida tía Teresa Hidalgo, tan ligada a nosotros desde esos lejanos tiempos,

             No puedo cerrar las compuertas de este homenaje, sin antes reiterar mi pesar por  el sensible fallecimiento del “Tío Benito”,  persona sencilla y cariñosa, un carmelitano de polendas, un artesano de la panificación que,  junto a “Tía Pelagia”, su amada esposa, hizo de este  oficio  el medio perfecto para  servir a los huarinos, en especial a los funcionarios de las fiestas patronales. Dios lo tenga en su gloria.

Lima, 15 de Julio de 2 013

viernes, 5 de julio de 2013

Un recuerdo a mis Maestros

(Mis Maestros de colegio homenajeados en el "VI Reencuentro González Pradino")
 "Un Maestro hace mella en la eternidad; nunca sabrá dónde termina su influencia."                                                      Henry Adams

            Nunca hice un manifiesto agradecimiento a mis MAESTROS, nombrándolos personalmente. "Más vale tarde que nunca"  reza un viejo refrán, de manera que hoy,  aprovechando  el "Día del  Maestro"  quiero hacerlo:

Mi primer maestro, mi padre, Él me  enseñó a leer y escribir. En un rincón de  la bitácora de mi ya larga  travesía resalta nítido el sedimento de la luz  de la  primera  letra y palabra  aprendidas: Una  pequeña pizarra, un libro Coquito  y un cuaderno ajado, con los que mi padre me enseñó a leer.
En la primaria, tuve varios Maestros, todos ellos respetables, pero quien me  dejó  hondas huellas fue, sin duda, el Prof. Gerardo Noel Dextre (+). Fui algo así como su alumno favorito, tanto para el premio, como para el golpe. Estaba en el pelotón de  sus mejores alumnos junto a mi amigo y compadre  Jorge Rondón Trujillo entre otros .  El cultivo de la declamación y la memoria le debo en gran parte a Él.  Muchas veces los poemas me los alcanzaba a casa  en vísperas de alguna fecha cívica, debiendo memorizarlos  sí o si. Eso me ayudó bastante , claro está , en desmedro de mis compañeros. Los inicios con la quena, también están asociados a esa linda etapa y a otro querido amigo  y  compañero de carpeta: Valeriano Sandoval Salazar, con quien conformábamos el dúo de quenas  más precoz de la ciudad. Recuerdo  habernos  estrenado, como tal,   en un concurso representando a mi grado, tocando la danza "El obrajino", asesorados, para el efecto, por los aún mozuelos Ariovisto Ferro Márquez y Yovany Huerta Jara que se encontraban de visita en Huari, estoy hablando más o menos del año 75 o 76.

Ya en la secundaria, con la  pubertad y  la adolescencia a cuestas, suele ser más fácil  comprender,  desde  el presente, la influencia que los Maestros ejercieron  en tu desarrollo y maduración y fijar los hitos más importantes que, con su ayuda,  colocaste en tu vida. La profesora Bertha Díaz  de Acuña, nuestra profesora de Historia del Perú y a la vez asesora del  Primer grado, concitó nuestra admiración y respeto debido a su carisma y erudición. La empatía con el grupo fue casi perfecta. La estimamos mucho. No obstante, lo que sucedió  años más tarde, cuando  se desempeñó como    profesora y directiva del Pedagógico, la sigo recordando con respeto.  Aquello merecerá ,algún día,  otro capitulo.

El Profesor Daniel Castro, mi maestro de  Lengua y Literatura, ocupa también un lugar preferente: Los concursos de lectura oral, los certámenes de declamación y creación poética se realizaban  a iniciativa de Él,  Estas actividades propiciaban en nosotros el amor por  la lectura. Gracias a sus enseñanzas, los de mi generación, podemos preciarnos de tener una cultura literaria aceptable. Los resuellos de aquellas tertulias literarias siguen sonando fuerte en mi vida. Como también suena fuerte el nombre de otro gran maestro: Aurelio Espinoza Oliveros, nuestro Prof.  de Historia del Perú, sin más aliados que una tiza blanca y su voz  intimidante , que contrastaba con su gran sentido del humor, nos dejó   grandes enseñanzas. Años más tarde, en los 90, este buen  hombre,  dirigió la Unidad de Servicios Educativos  de Huari, dejando la marca indeleble de su probidad, desmarcándose de la corrupción, el acomodo y la arbitrariedad que arreciaban en esa decada oprobiosa. 

Un párrafo aparte merece Humberto Lora  Pardavé, el más grande docente de Educación Física de mi generación y seguramente de las ulteriores. Las recordadas Olimpiadas Gonzáles Pradinas fueron obras suyas. Dominaba casi todas las disciplinas individuales y colectivas. El atletismo y la Gimnasia tenían un lugar preferente, ni que decir de la natación, el deporte completo, como decía él, que  lo  practicaba con prolijidad y calidad. Sin embargo,  me quedo con la imagen de maestro solidario, comprometido, sensible a los problemas de la sociedad y de su gremio,  aquél que enseñaba con el ejemplo. Una de las postales  mas conmovedoras y aleccionadoras que guarda  mi memoria,  de mi paso por nuestro glorioso González Prada,  es aquel cuando después de una larga huelga magisterial,  en el  78, con subrogación y encarcelamiento incluidos, volvió de su larga proscripción y fue recibido con honores por los alumnos y los maestros de entonces. En su rostro no se dibujaba ni quejas,  ni orgullo,  sino la satisfacción del deber cumplido. Humberto Lora fue mi gran maestro en el deporte y en la vida. 

Justino Franco Solís Benites, sin ser mi maestro de aula, sino mi Director, tuvo influencia decisiva en mi  formación y en el de mi generación  tanto por su erudición y capacidad directriz y cuanto por sus calidades personales. Su elocuencia  brillaba en cada acto cultural del colegio, principalmente los 23 de mayo, en los aniversarios,  cuando sacaba lo mejor de su repertorio histórico  literario. Los actos protocolares de aniversario  u otros se transformaban en clases magistrales de historia. El maestro  con su atuendo de tribuno pronunciaba memorables discursos, parafraseando siempre a don Manuel González Prada, extrayendo ácidas sentencias de su célebre discurso  del Politeama  con su crítica cáustica  y merecida de la realidad peruana. 

Mi tutor  promocional Carlos Añaños Angulo ocupa  también un  lugar preferencial en  la galería imaginaria de Maestros que me dejaron huella. Su desaparición física  me dolió  profundamente. Las vivencias de aquella época dorada de mi vida,  tienen  también  su sello  en lo imperecedero, bullanguero e indeleble.

Los nombres de los maestros, que acabo de evocar con  cariño y gratitud,  están asociados a los momentos  más felices de mi vida estudiantil, sin que ello signifique que no  hubo  otros que me regalaron sus enseñanzas y desvelos. Sin embargo,  en la vida de los hombres  existen referentes  que irradian estelas por donde transitar.

Los Maestros de mi formación superior y universitaria merecerán, seguramente,  un capítulo aparte.
Lima, 06 de julio del 2011