jueves, 24 de mayo de 2018

¡NUESTRO PARQUE VIGIL! ¿Por qué VIGIL?


                “Parque Vigil”:  dueto de palabras con  celditas sonoras  de  agradable y nostálgica    melodía,  asociado   a los momentos cumbre de mi niñez y mocedad. Significante de  aquel  espacio  que  convocara mi  inquieta  presencia  cuando niño y mis travesías  agitadas y alborotadas cargadas de sueños y locas ilusiones cuando joven. “Alameda pampa”  acostumbraban llamarlo  los  mayores  y alguien tuvo que cambiarle el nombre  en algún recodo cronológico del siglo pasado o antepasado urgido por su metamorfosis  de lóbrego oconal  en  alameda apacible donde reposaban los sueños de los habitantes de  nuestra ciudad  emergente y todavía  precaria. Solamente  las  casonas señoriales de propiedad de la aristocracia huarina, los Angulo y los Barrón, entre otras,  se alzaban imponentes dando fe de la realidad socioeconómica  de aquellos años.
                Este espacio parco y  relajado   que cohabita  en nuestro terruño   de cielo  azulejo, de  sol y luna  radiantes en días de estío y en noches de  plenilunio, vigilado  desde  el oriente por  el eterno “Llamog”  y desde  el  occidente  por el  gigante  Tukuwaganga” moles con alma y vida; y  se recrea   con la lluvia juguetona de los febreros y marzos  y  con el viento travieso de los agostos tediosos en persecución obstinada  de acrobáticas  hojarascas y de cuando en cuando acogiendo a huéspedes  como el “Shukukuy”,   fugaces   torbellinos  que  levantan  polvaredas y que según nuestros abuelos son almas de los hijos ingratos que  van arrastrados por el viento gritando y lamentándose alocados. 
Parque de historias mil, el que nos extendiera  la mano,  unas veces rozando las nuestras con pétalos  de flores de  sus espaciosos  jardines,  y otras,   con los lomos  ásperos  de  sus  verdes   alpacas ornamentales;  espacio  ineludible de niños, jóvenes y ancianos, escucha de sus  tertulias y  confidente implacable de las mismas. Hoy,  24 de mayo,  cuando mi Huari acaba de concluir  sus celebraciones  por  sus   197 años  de creación política,  a solo tres años de su  bicentenario, le saludo, aunque tardíamente, con afecto inmenso  y compromiso indeclinable,  desde mí  torreón imaginario;  y hoy justamente  a manera de saludo,   intentaré develar el origen del nombre de uno de sus espacios más emblemáticos como  es el “PARQUE VIGIL”
  ¿Por qué Vigil?  ¿En qué pila bautismal nació tu nombre?  Desafortunadamente no existen referencias sobre el particular, ni en las bibliotecas, ni hemerotecas; ni privadas, ni   públicas. No obstante recurrí a  Don Wenceslao Avendaño Morales, nuestro primer alcalde democráticamente elegido,  él me refirió  algo sobre el particular  y a partir de ese dato  y esa pista  he intentado acercarme temerariamente a la verdad, dejando en claro que la temeridad  va por el lado de que alguien desbarate esta versión y pueda quedar desaforado de la credibilidad de mis lectores, por lo que con antelación, si esto ocurriera,   les ofrezco las dispensas.    
Según Don Wenceslao, nuestro casi “centenario informante” (tiene 97 años), el nombre “VIGIL” data de inicios de la  primera mitad del S.XX, cuando algún miembro de la aristocracia huarina de entonces,  probablemente estudiante universitario,   de la progenie de los Barrón Angulo,  y asiduo lector  de un literato argentino apellidado  “VIGIL”, sugirió este apellido  para nombrar a nuestro parque, sustentándolo seguramente con entusiasmo  ante los suyos para  conseguir su asentimiento  y  posterior  registro en el libro de incidencias importantes que la memoria colectiva ha logrado perennizarla con el nombre de  “PARQUE VIGIL”.
 ¿Quién fue el  literato que inspiró tamaña simpatía?   Hurgando en la historia literaria argentina de principios del siglo anterior ubiqué el siguiente nombre: Constancio  C. Vigil, una de las figuras más destacadas de la literatura infantil hispanoamericana del siglo XX, cuya obra  ha sido  traducida a numerosos idiomas, fue una  personalidad reconocida  en los principales cenáculos literarios de Uruguay y Argentina y se  cuentan entre sus más célebres obras para niños: “Cartas a la gente menuda”,  “Botón Tolón”,  “El pirincho enfermo” “Los escarabajos y la moneda de oro” y “Tragapatos”.  Este escritor rioplatense nacido en Rocha Uruguay (1876)   y muerto en  Buenos Aires (1954)  es el que más se  acerca al perfil del personaje que nos refirió el ilustre nonagenario, y probablemente sea el dueño del apellido que complementa el nombre de nuestro cuadrilátero entrañable. La coetaneidad  del auge de la obra del  literato mencionado   con la aparición del nombre Parque Vigil  confirmarían esta hipótesis.    
No sé cuánto sirva esta nota o  este dato,  lo dejo a criterio  de mis lectores  o de algún otro  entendido que pueda aportar  mayores luces.   Si me atreví a escribirlo es también como una especia de  panegírico ofrendado por este  cóndor nostálgico  a uno de los  importantes espacios  de  su ciudad natal.  Cada nombre que anoche  mi padre me soltara para ilustrarme sobre la historia  y las  células vitales del corpus frondoso de nuestra legendaria “Alameda Pampa”  resultan relevantes para este  escribidor  esporádico: Alameda, Saucecito, Pérgola, Capilla, Pileta, Oconal;   y nombres y apellidos preclaros  como los Angulo Barrón, Los Montes, los Guzmán Barrón,  Manuel Alvarez, Los Herrera, Márquez Rondón,  Víctor Osorio, etc.  Es que La “Alameda pampa”  estuvo  otrora, rodeada   de casonas y solares  y bendecida  por la   “Capilla de San Francisco” de nostálgicas y  numerosas remembranzas,   propiedad de Doña Carmen Angulo, dama de añoso abolengo y cabal representante de la aristocracia huarina de entonces,  y cerca de este recinto católico creció y fructificó   altivo, frondoso y lozano “El saucecito”,  árbol símbolo de aquellos años que sirviera  de cobijo a las  avecillas ,  y  que bajo su condoliente  y hospitalaria fronda, los    campesinos,   acostumbraban  vender sus minucias  y en el medio día almorzar bajo el arrullo de las aves y el tropel esporádico   de los caminantes.  Sirvió también de  inspiración a los poetas y bohemios de la época, los que nos han dejado  sentidos versos y hermosas melodías que, los huarinos de corazón,  solemos recitarlos y cantarlos con emoción cual  himnos  a nuestro pasado:  “Alameda pampa sacucesito, imanirmi garwaranki, mayta noga garwarasu brazun brazun purillarsi” 
En el ombligo del parque, contóme mi padre,  se alzaba una pérgola   donde  se realizaban  eventos de carácter público, no hay registros fotográficos de aquello, pero si referencias de su ubicación y su utilidad. Posteriormente,  en esta  área,  se construyó la pileta custodiada por  rapaces y noctámbulos búhos donde se alza  el monumento al Niño construido   por  un grupo de estudiantes  de la Escuela Normal.  Aquel niño enhiesto, altivo  y que jamás envejece, es ciertamente el símbolo de la esperanza y el estoicismo   de un pueblo asolado por la ineptitud y la corrupción, que  sin embargo  se mantiene en pie  pese a los  impresentables que le han robado y siguen robando su presente y su futuro.  
Como todo espacio geográfico, nuestro PARQUE VIGIL, ha sufrido modificaciones, algunas caprichosas e impertinentes  motivadas por el dolo impune, como siempre suele ocurrir en nuestro pueblo noble y a veces aletargado. Basta repasar las modificaciones hechas  a  nuestra plaza mayor en los últimos 50 años, y un mero esfuerzo matemático para sacar el estimado de la inversión  hecha,  para desplomarnos de indignación ¿Qué es hoy por hoy la plaza mayor?  Con el respeto que me merece su historia, más parece un canchita de fulbito y con tribuna incluida. Sin  lugar a dudas nuestro Parque Vigil es, y de lejos, arquitectónicamente mejor logrado.
Hace casi dos años que no vuelvo a mi terruño, creo que mucho tiempo, Dios mediante  prontito estaré por esos lares para darme una vueltecita  por sus estrechas arterias, por sus hermosos miradores  o por algún lugar escondido para recrear algún momento de mi niñez y adolescencia,  llevando en mi equipaje   algún poema, algún lamento, alguna proclama… Ahí estaré tierra mía (…)













domingo, 13 de mayo de 2018

TRES POEMAS Y UN TRIBUTO



( 13 de mayo de 1993, en la foto aparecen entre otros, la esposa
del director de Huarilindo y la joven  poetisa huarina Yoshi Sotomayor, ambas mis alumnas)

Con estos tres   poemas, escritos durante su paso  por la Escuela “Virgen de Fátima”, este cóndor nostálgico rinde tribulo a la institución Educativa  que le cobijó durante su educación primaria,  y posteriormente  como docente por largos diez años (1993-2003)


Escuelita
I
Ayer  papito me trajo
A tus aulas calurosas
Para con juegos y trabajo
Aprenda muchas cosas
II
Curso el primer grado
Aún soy un Benjamín
Me preparo con agrado
¡Para ser tu paladín!
III
Tengo hermanos mayores
Ayer los conocí
Son como un jardín de flores
Y color de carmesí
IV
Hoy te conozco más
Sé de tus desvelos
A todos tus niños amas
¡Contentos quieres verlos!
V
Conocí a la patrona 
Y su nombre indagué
Es la Virgen de Fátima
A quien veneraré

Escuelita de mi Pueblo
I
Escuelita de mi pueblo
Solar de luces
De cantos y trinos
Y eternas sonrisas.
II
Tu viejo patio
Esgrime orgulloso
Sus huellas vetustas
De rastros andados
III
Hoy en tu día
 Te siento más cerca
Mi canto y un beso
Grafican mi ofrenda
IV
De tu vientre fecundo
Salieron al mundo
A rauda carrera
Tus hijos de siempre
V
Hoy son de la patria
Pilares de acero
Y de nuestro Huari
Bastiones de fe.
VI
Escuela de pueblo
Regazo de amor
De sol y lluvia
 Que exhalas saber.

La despedida
I
Un día anclé en tu puerto
Portento de esperanza
Para aprender en tu seno
La imagen de la verdad.
II
Hoy vuelvo al barco de mis ilusiones
A recorrer el mundo por otros lares
Te dejo mi infancia, mis cándidos sueños
¡Adiós escuelita, hasta siempre será!
III
Volveré en el mañana, a pasear mis recuerdos
En tus viejas aulas curtidas de fe
Y en raído patio, sigiloso testigo
Buscaré los rastros de mi feliz niñez.
IV
Cuando el tiempo en feliz parto
Convierta mis sueños en hermosa realidad
Brindaré contigo en idílica boda
Santuario fecundo, regazo sin par.
V
En esta hora, de mustia despedida
Con reverencia ofrendo mi gratitud
A mis maestros resignados mensajeros
De la ciencia, el derecho y el deber.
VI
¡Adiós aposento de la sabiduría!
¡Adiós cofradía de la paz!
Un día volveré a tus pasillos
Tras mis pasos perdidos a caminar.

Extraídos el poemario inédito
“Sueños, montañas y versos”

jueves, 10 de mayo de 2018

CARTA AL INFINITO




(Foto cortesía de Oliveros Salas Reyes)
Lima, 10 de mayo de 2018
Sr. Percy Humberto Hidalgo Aguilar
Querido primo:
                 He recibido la noticia de tu  partida, en plena sesión  clase, en la voz  entrecortada de mi hermano Gino, quien fuera tu cómplice, junto a "Pachín",    en un sinnúmero de anécdotas de los años maravillosos de nuestra  adolescencia. La  suspendí momentáneamente y  compartí la noticia con mis alumnos que al notar en el acto mi rostro acongojado,  preguntáronme  preocupados por la  repentina llamada  que suponían,  y con razón,   se trataba  de alguna infausta  noticia.  En  ese preciso momento se me activaron los mejores recuerdos  y al tiempo de informarles  de tu partida inopinada e  intempestiva les conté las  anécdotas donde fuiste tú el protagonista. Les dije que tu cociente intelectual fue  mayor que el promedio de la clase y les detallé algunas rasgos de tu personalidad y  conté las  vivencias que atesoro  de nuestros años de colegio. Recordé, por ejemplo,  la noche del quinceañero de nuestra compañera Betty García, cuando cursábamos el tercer año de media, invitados todos los del salón, sin embargo  nosotros  esperando la última hora y sin las posibilidades del  comprar un regalo decoroso. Recordé que,  aquella noche,  al  encontramos en una de las esquinas  del parque vigil , a breves horas del acontecimiento social y  sin posibilidades de comprar algún regalo que nos abra las puertas  de la esperada fiesta,   me dijiste  cuando ya me encontraba al borde del desánimo: Doto, no te preocupes, vamos a mi casa  ya tengo en mi mente el regalo. Y fue así que nos dirigimos a tu linda y solariega casa ubicada  entre  Yanacancha y el Callao,  y al llegar,  con  un  “espérame un ratito” ingresaste raudo a uno de los cuartos pequeños del primer piso y en un par de minutos apareciste con un jabón Jumbo de marca “Bolívar” en tus manos. Intuyendo tu  intención  te  miré a los ojos como  pidiéndote una explicación,  la  que respondiste de la misma forma asintiendo con tus ojos traviesos a mi  tácita interrogante y reímos  dichosos y   los hálitos  de nuestras carcajadas se elevaron puros  hacia el cielo despejado de aquella noche huarina de nuestras mocedades. A continuación  partimos el jabón de marras ayudados de una regla de 30cm  y un cuchillo filudo que sustrajiste de  tu cocina,  lo fraccionamos a la perfección y seguimos el ritual del alistamiento. 
   Recordé   tus  apuros  y  porfiada búsqueda, finalmente  infructuosa,   del  papel de regalo,  no teníamos ni un cristo en el bolsillo y  al borde ya de tirar la toalla te sugerí dirigirnos   al único destino capaz de  solucionarnos  el problema:  La librería Avendaño, ahí está  nuestra  tía Aquila Hidalgo, te dije,  quién más  que ella caray   -   ¿Y si no está?  Me respondiste,  añadiendo algo desanimado: El tío Wenceslao  no creo que atraque fiarnos. – Vamos,   te dije,  y  nos dirigimos  rogando  encontrarla  en la librería.  Tuvimos suerte, ahí estaba,en la puerta, como siempre, divisando  y saludando a cuanto cliente y  transeúnte  pasaba. Nos acercamos con sigilo, le hicimos una señal sin que  advirtieran  los demás de nuestra presencia;  e invitados por esa confianza maternal que nos infundió siempre la entrañable tía,  soltamos el gallo: Tía,  necesitamos papel de regalo urgente,  hoy es el cumpleaños de nuestra amiga Betty, la hija de  don “Sogu pato” (Alejandro García)  le especificamos. No habíamos terminado de hablar  y la inolvidable  tía con esa ternura,  cariño y generosidad de siempre nos trajo dos pliegos de papel, con  los que envolvimos  nuestros afanosos y “especiales presentes”   – Raz  aywayay  ari, tardinacha, tempranulla  shayamunquiman caran so cholucuna (vayan rápido, ya es tarde,  por qué no vinieron más temprano so cholitos)  nos dijo,  mientras sus ojos de cielo y su sonrisa inconfundible   alumbraban la noche  más que una  estrella. 
 Fuimos casi los últimos en llegar a la fiesta y por lo tanto los últimos en depositar en la canastilla especial  nuestros presentes que por mutuo acuerdo no tenían escritos los nombres de los oferentes.  La hazaña de aquella noche ochentera se coronó cuando uno de los dos  hizo de Chambelán de la linda quinceañera,  que seguramente, algún día, al  leer esta epístola descubrirá a los autores de semejante “travesura”
               Les conté también a mis alumnos,  que tu padre Humberto Hidalgo,  el eterno  “Macamberto”,  fue en sus años de gloria en  nuestro  pueblo lejano,  algo así como el gran “Toto Terry” o “Tito Drago”, extraordinario futbolista,  y en la actualidad es una leyenda viva y símbolo  de una generación brillante de futbolistas. También les referí  que tu madre Antonieta Aguilar  fue una de las mujeres más  hermosas del pueblo, tan así que la bautizaron con  el proverbial “Shumaj” palabra quechua que significa “bella”.  Así te recordé mi querido primo en la mañana del lunes, con alegría y también con ráfagas de nostalgia y tristeza por tu viaje sin aviso y sin retorno.   
                Estos dos días, he vuelto  la mirada con más  obstinación   a nuestros años de colegial  y  te he acompañado con la mente y el corazón  en el ritual  postrero de tus honras fúnebres;  hoy,  precisamente en que partes al infinito, con tu maleta abultada de vivencias, muchas felices y otras tristes, y dentro de  ellas  las ocurridas en nuestros  fabulosos  años de colegial. Me he acercado  y hurgando en mi memoria aún condoliente  las experiencias  que tienen el membrete de inolvidables como aquella del año 79 , cuando cursábamos el   segundo  año. Recuerdas seguramente. Cómo no vas a recordar cuando junto a Gino, mi hermano y tu hermano en el cariño imperecedero e indestructible, solían  estropear  nuestros solemnes ensayos  de teatro, los que con esmero y afán, con porfía y pasión de adolescentes alistábamos para el aniversario de nuestro inolvidable  “Manuel González Prada”. Aquella pieza teatral   intitulada  “La Prisión” de Gustavo Valcárcel   que contenía escenas duras de la  experiencia carcelaria del autor,  con  agobios y penurias estremecedoras, se veían  reiteradamente interrumpidas y arruinadas por  ustedes dos en  complicidad hilarante de sus impertinentes y  cantinflescos gestos y siempre mirándose a los ojos  repitiendo súbitamente : “BO BOM -  BO BOM”. Tuvimos que interrumpir  “n” veces las escenas  importantes entre barrotes,  celdas, castigos y lamentos. Todo  lo avanzado se venía abajo por vuestra culpa, ante nuestro reclamo airoso y sus falsas promesas de no volver a  hacerlo (…) 
                Recordado primo, nuestros amigos de promoción,  los que ingresamos al colegio en 1978, te han recordado con cariño,  y tu partida ha  despertado sentimientos inmensos de pesar,  y ha avivado recuerdos de aquellos años cumbre de nuestra adolescencia. Tu performance académica, tus palomilladas  y tu  precoz  affaire con una de  las chica más lindas del salón; los  hemos evocado,  y hemos  reído al recordar que fuiste el privilegiado  entre una veintena de aspirantes  al corazón de  tan linda damisela, entre los que se contaban algunos “pituquitos”  de los grados superiores. El haberte “chapado” a la chica más codiciada del aula, lo asumíamos tambien como un triunfo nuestro (…) . Incontables  vivencias  guardadas que dormían el sueño de los justos  han despertado cual lenitivos, en estas horas aciagas para aplacar el dolor de tu partida.  Nuestras tempraneras  escapaditas con la “mancha de amigos de la sección “A”  en busca de diversiones  prohibidas,   explorando los senderos que la pubertad   con sus ojos vivísimos y su  eclosión hormonal desbordante nos señalaba. Tantas anécdotas, mi querido primo,  que bastarían para coronar un libro.  
Me olvidaba citar tu gusto por el fútbol, el deporte emblema de nuestro salón y  que  pese a tus limitaciones físicas supiste ganarte, y con harto merecimiento,   un puesto en  nuestra oncena  imbatible   con la  que ganamos sendos campeonatos.  Te veía trajinar tras el balón con la “conchudez” de los grandes, sudando la gota gorda, gritando y  “jodiendo” a la tropa entrañable  donde destacaban  Alfredo Martel, Miguel Salas,  Ñico García, Hugo Mendoza, Chumpi Huerta, Martín Salas,  Róger Carrasco, Pio Doroteo, César Zelaya, Adrián Acuña, entre otros y en la tribuna nuestras lindas colegas,  hoy por hoy  hermanas en el afecto imperecedero de la verdadera  amistad:    Yeni  y Julia Trujillo,  Elsa Salas , Edith y Betty Molina, Carmen Añaños, Norma Bazán,  Irene Mori,  Betty García, Maritza Palhua, Belinda Vidal,  Noemí Acuña y  Maura Flores ¡Todos  en alegre tropel con nuestros polos morados,   teñidos con anilina comprada de la tienda de don Pedro Aguirre,  viviendo  aquella época dorada con las emociones elevadas hasta el  pináculo del manso Llamoj.  
 Te pido disculpas, eso sí, en nombre de todos, el haberte olvidado ¡Omisión imperdonable carajo! y no haberte convocado cuando debíamos hacerlo a nuestro reencuentros de promoción. Sé que  nos dispensarás  y desde el cielo , morada de Dios en el que creemos, leerás estas líneas  y de seguro te arrancarán alguna sonrisa y tal vez nostalgias como las que me embargan en este momento en que concluyo  mi sentida epístola de amigo, de primo , de colega,  de paisano y de hermano.     
                Me despido con la convicción que estas líneas impregnadas de inmenso cariño  llegarán  a los  confines del universo, ahí  donde imagino  está el aposento de Dios  que cobija a las almas buenas como la tuya que transitaron  por los caminos, muchos de ellos  difíciles y laberintosos,  de este mundo muchas veces  hermoso y  deslumbrante, sin embargo también  oscuro  y duro. Quién  mejor que tú para confirmar esta aseveración, quién mejor que   que tuviste la dicha  y la gloria de tener a  tus padres y hermanos arropándote siempre con compromiso y amor inagotables  y luchando indesmayables contra la acometida alevosa de las sombras que asolaron tu existencia  y hoy nos privan de tu presencia
                   Con el cariño de siempre y   con el dolor a cuestas,  tu primo, colega y amigo:
DOTO MALQUI