viernes, 23 de noviembre de 2018

CHIHUÁN: UNA CONGRESISTA Y UN PUEBLITO ANDINO

 
                Una declaración  desafortunada, empujada por una obnubilación o un amago de delirio  que suele acometernos  a todos los mortales, ha situado a una de nuestras congresistas en el pináculo de  una  popularidad indeseada. En un país donde la pobreza campea y pasea aun oronda y el  sueldo mínimo espanta e indigna, era imposible digerir tamaña confesión de la ex voleibolista Leyla Chihuán: “El sueldo de congresista no  alcanza por el ritmo de vida que tengo”. Ahí comenzó esta historia con ribetes de indignación e   ironía que ha sacudido e involucrado incluso  a la RAE.
            El apellido CHIHUAN se  ha  lucido  en el ingenio de los  maestros del humor y los predestinados  para la chanza  y la broma;  también  en   las portadas de los periódicos populares que lucieron  hilarantes titulares; y  en el ciberespacio, especialmente en las redes sociales, fue tendencia indetenible durante varias semanas. CHIHUAN,  de apellido pasó a ser adjetivo y sustantivo  en  vertiginosa  travesía semántica.
            No podemos soslayar,  eso sí,  al momento y a la coyuntura en que asomó el desliz imperdonable de la ex voleibolista nacional: Su partido político señalado por la justicia como una organización criminal y con bajísimos niveles de aprobación popular y  su lideresa entre rejas y además el desprestigio creciente  del primer poder  del Estado, hicieron que la declaración desafortunada afecte las fibras sensibles de una sociedad sumida en el hartazgo  y la indignación frente a una clase  política de la que ella era  parte importante como miembro activo de su mesa directiva.
            Por otra parte, conforme pasaban los días, la celebridad del apellido, o mejor dicho, de la palabra CHIHUAN fue en aumento y su uso  cotidiano se incrementó calando hondo en la memoria popular. Desde nuestro lejano Huari, mediante el portal Huarilindo  se informó de la existencia de  un poblado que tenía justamente el nombre CHIHUAN, las imágenes  que propaló el mencionado portal, con un letrero que anunciaba el nombre de aquel caserío remoto de la patria, se viralizaron . No era para poco pues el encanto de este pueblo con su topografía accidentada, sus casitas dispersas como colgadas del cielo, su gente amable y  hospitalaria,   y su tranquilidad contagiante, ajenos  al estribillo  y a las encrespadas olas que su nombre ha levantado en nuestra patria. CHIHUAN es un típico pueblo  de nuestra serranía asociada a la paz, la tranquilidad y   laboriosidad  de sus moradores.
            Hace unos años me encontré  con la  "famosa voleibolista" y  accedió  tomarse una foto conmigo,   creo que ha sido una de las más destacadas de su generación, sin llegar a igualar a las de la generación dorada de nuestro vóley nacional, sin embargo, como algunas de ellas (Cecilia Tait, Cenaida Uribe y Gaby Pérez del Solar)  decidió incursionar a la política aprovechando, claro está, de su calidad de deportistas destacadas. sus  performances  no fueron  de la más  positivas  principalmente por su falta de preparación política, aunque es cierto también que   esta incursión  no fue  culpa de ellas,  sino de las tiendas políticas se aprovecharon de su nombradía y ascendencia popular. Sus aportes han sido  mínimos o casi nulos, lejos de las merecidas glorias que ganaron  en el deporte.
 
 
 

martes, 13 de noviembre de 2018

Yoshi Sotomayor Torres, Una autora de proyección.



El  pasado miércoles 07 de noviembre,  a partir  de las 2:00 PM,   en el Auditorio Antonio Cisneros de la “39  Feria del Libro Ricardo Palma”, nuestra paisana  Yoshi Sotomayor  Torres, joven poeta e investigadora,  presentó su libro “TÚ ERES DE LA PUNA Y YO DE LA CIUDAD”, libro publicado por el fondo  editorial de la Decana de América, la  Universidad Nacional Mayor de San Marcos. La joven tarde miraflorina fue testigo del advenimiento de la segunda producción intelectual de esta profesional huarina de impredecible proyección, y contó, para el efecto, con el respaldo afectivo de los paisanos huarinos, de  sus familiares y compañeros de estudio y de trabajo y una selecta concurrencia.
Mientras caminaba presuroso por  el Parque Kennedy  observando, a mi paso, gatos que corren de un lado a otro, otros que  juegan entre ellos y otros distendidos y aletargados como haciendo la siesta en  el sopor de la flamante tarde,  así entre gatubelos,  recordaba mis viejos tiempos de novel maestro allá en la escuelita “Virgen de Fátima” de nuestro Huari amado. Y recordaba con unción  aquellos días, motivado por el magno acontecimiento de la presentación de un libro cuya  autora  cursó sus estudios primarios  justamente en ella y por aquellos  años.
Llegué en hora puntual al evento, presto a escuchar la presentación  del libro, cuyo título, por sí solo, te invita a la reflexión y te encamina fácilmente por el sendero de la inferencia. No me equivoqué, les confieso, al adelantar mi opinión sobre la naturaleza y  contenido de  la  obra, sin embargo  me sorprendió gratamente y  llenóme de orgullo, al escuchar el comentario  del  docente universitario que presentó la obra.  Con lenguaje fácil desmenuzó su  contenido al tiempo de elogiar merecidamente el esfuerzo de nuestra autora. Me encantó realmente la presentación, la temática sintonizaba también con mis intereses de maestro de la Modalidad Básica Alternativa, una modalidad  abandonada por el Estado debiendo ser la más atendida, porque es ella la que paga, en términos de educación básica,   la cuantiosa deuda  del  Estado.   
           Fue una presentación matizada con cuestionamientos al sistema educativo en general y al nivel secundario,  en particular, asimismo  a la carencia de políticas inclusivas, a  una real  y decidida valoración de nuestras lenguas originarias  que, como por ejemplo el quechua, cuyo  reconocimiento como lengua oficial en la  Constitución Política,   es un mero simbolismo, un saludo a la bandera, porque las lenguas nativas siguen humilladas y proscritas y más aún  se desprecia al quechuahablante.
             Luego, de fondo, se escuchó la palabra de la autora, la misma que concitó mi especial atención  y por una muy sencilla razón, tenía enfrente a una de mis ex alumnas, esta vez de protagonista de un evento académico singular,  presentando un libro de su autoría y bajo el auspicio, nada menos, de la Universidad Decana de América.  Ni el tiempo suele borrar la imagen de nuestros alumnos y alumnas, ni su tránsito  vertiginoso nos impide  seguir hallando  en ellas o ellos su esencia sus gestos,  sus particularidades que suelen permanecer intactos. Yoshi fue una alumna virtuosa, le gustaba la declamación, y al mirarla fijamente recordaba sus más destacadas performances, una en especial, cuando recitando el poema “Canción de juventud”,  del poeta José Gálvez Barrenechea, disputó la final de los juegos florales 1993 organizado por la UGEL Huari,  destacaba también en el canto y conformó con su  compañera Rosmery Varillas  un dúo de grata  recordación en la vieja escuela. Además, claro está,  solía  ubicarse en el pelotón mayor de los mejores alumnos del aula.

Desde este torreón imaginario,  exprésole mi más cálida felicitación, lo hago con la convicción absoluta de estar frente de una autora promisoria de inimaginable proyección profesional. Una profesional  que se alza, aún  en la lozanía  de sus años, en el árido y difícil campo de la investigación científica, contribuyendo a la reflexión y a la solución de los problemas de la educación peruana. Además, saludo sus dotes de poetisa, parcela  artística que descubre en ella su sensibilidad, su conocimiento de la belleza y el extremo de lo natural, de lo maravilloso del mundo, porque como bien escribió María Victoria Atencia: “La poesía es la primavera de la literatura”  ¡Enhorabuena!





lunes, 12 de noviembre de 2018

"PALLITAS DE OCTUBRE"


La irrupción colorida, alegre, dulcemente bulliciosa y con gala impactantes de las pallas huarinas  en  la festividad de la ”Virgen del Rosario” patrona  de Huari invita al orgullo merecido de  la colonia huarina residente en la capital de la patria. Un orgullo que se asienta en el  esfuerzo y el  apego a nuestros  bienes culturales tan apreciables por propios y extraños.  Hace ya casi  un cuarto de siglo que las pallas huarinas migraron envueltos  de nostalgia  a esta Lima de todas las sangres. Llegó la comparsa fulgurante arropada de amor telúrico, llegó precedida de vívidos recuerdos regados en la lejanía del tiempo y del espacio y de añoranzas  que  suelen pasear enhiestas en las celebraciones de octubre.
La  trajeron una pléyade de dignas damas huarinas para, con  el correr del tiempo, elevarse  al pináculo de las preferencias  junto al Huaridanza. Desde entonces ha ganado muchas batallas  con sus formidables armas acústicas, coreográficas y sus galas cada vez más deslumbrantes. Las muchedumbres huarinas que al principio se acercaban con recelo y curiosidad hoy por hoy  disfrutan  a raudales. Hasta el runa simi, el quechua del incario, sonríe de emoción y de orgullo al escuchar en las voces dulcificadas  y  bemoles inalcanzables de las bellas collas de octubre, en su mayoría hijas de segunda o tercera generación de migrantes huarinos, los cantos y melodías indescifrables… 
Aplausos  por   la iniciativa y el esfuerzo desplegados durante estos casi 25 años. Noble tarea de un pueblo que ha sido capaz de  trasladar desde su querencia esta hermosa danza  y además  dotarla  de  un estilo propio,  nutriendo  su repertorio  coreográfico,  deslumbrando con su vestuario, sin descuidar su historia y sin  afectar su esencia. Hoy por hoy las pallas de Huari  no solo despiertan, cada vez más,  simpatías y adhesiones, sino que reclaman un podio mayor dentro del firmamento folclórico de Áncash y de nuestra patria. Ese podio no es otro que el reconocimiento oficial, la validación por los estamentos especializados, como “Patrimonio Inmaterial de la Nación”. A eso hay que apuntar.  
                  En el presente año, las pallas de los residentes huarinos  en la ciudad capital,  mostraron un rostro inédito, donde la candidez de las bellas púberes, bien acompañadas de consagradas pallitas,  levantaron  llamaradas de  simpatía y emoción, tanto en las fiestas de Lima, como  en las de Huari, a donde viajaron  “Cruzando valles y cordilleras”  para hincarse a los pies de la “Virgen del Rosario” y ofrendarle un homenaje  espléndido  que  quedará  grabado en la memoria de sus integrantes, de sus Gatillinyas y del generoso pueblo huarino que los acogió y aplaudió entusiasmado.
La pallita emblemática de las fiestas huarinas  del presente año,  en la ciudad de Lima, es sin duda,  VIVIAN CUIADROS AIRA, tierna capitana de una comparsa, cuyas vallas de exigencia y perfección   se han elevado notoriamente en los últimos años, debido al esmero , al cuidado y al amor con que se le asume. Vivi, como es que la llamamos cariñosamente, se puso a cantar y bailar airosamente derramando a su paso aromas de embriagadora juventud, de lozana adolescencia y siempre con su  sonrisa a flor de piel dispersándose en todas las direcciones.  Para los que estuvimos cerca, acompañándola, ha sido también una experiencia inolvidable. Hemos sentido la alegría de su tributo a la “Virgen del Rosario” y al “Niño Manuelito”, también su espontaneidad y sus rasgos,  aún notorios,  de inocencia que todavía  quedan de su cercana niñez. ¡Loor para las pallitas de octubre! Fulgurantes collas que nos encantan y estremecen y cuya pervivencia en el tiempo está garantizada. Los filones inagotables  la disfrutaremos eternamente.  
Y me despido de ustedes mis amables lectores dejándoles, para el deleite, el siguiente poema de Alcides Alvarado Huertas. Sus versos  construyen  un concepto, una definición de la PALLA en toda su  magnitud:  

  Ampash Palla
Querida colla de Octubre
dislocas caderas en iglesia punku
a los pies de “Mama Huarina”.
El violín gime sus quebranto
junto al arpa que ronca panza arriba
con su silueta de mariposa gigante.
Haz bajado pastora de tus alturas
con faldellines bordados,
aretes, peinetas y  monterilla;
tus largas trenzas de yacumama
devoran tus senos de chirimoya.
Costa purisha, abejita voladora:
¡Cómo bailas, cómo cantas¡
Déjame ser tu viejo isqui uma
sólo una ñizca.
para saborearte en mi ponchito
mallashino
envolverte con mi chicote
y así olvides a tu Apu Inca.
Flor silvestre, shongo sua de mis amores,
allá te esperan tus huashquis
llévate de millcapa a tu tierna majada
colasión y bizcocho aromado de gumish
y no olvides nunca las travesuras
de este huaricholo jijuna...
Alcides  Alvarado Huertas