Tubish, en vida, fue de aquellos personajes queridos que se acuñan con tenacidad en el corazón y en la memoria de la gente para jamás desprenderse de élla. Por ello, la desaparición física de este huarino y carmelitano nos conmueve, nos causa desazón. Tubish tenía lo que no tenemos la mayoría de los mortales, la calidad de irrepetible y único. No todos tenemos la suerte de caerle bien a todos o de suscitar simpatías a raudales, como lo tenía y suscitaba él
A Tubish lo conocí desde cuando yo aún era niño. Mi abuela Maximiliana y la tía Zoraida eran muy amigas, tratábanse siempre de parientes, por lo mismo sus proles mantenían una relación cercana y amical. La casa de la tía Zoraida destacaba , abajo, en ese espacio vital y polvoriento como fue y es "Jegcha", enfrente de la capilla de "Mama Carmelita", que arrullada por los apurados pasos de los caminantes era y sigue siendo destino de los atribulados, sufridos, y contritos corazones de los huarinos.
El personaje a quien rindo mi homenaje hoy, alumbra mi memoria como el "Cuchi Pishtaj" o "Lucero del Amanecer". ¡Quién más que él para matar los chanchos cebados! en las horas primeras del día, cuando rutiliba en el firmamento, arriba en el oriente, el "Cuchi Pishtag". Era el diestro más requerido de la comarca en ese oficio poco deseable para muchos por lo feroz, escandaloso y peligroso que son los porcinos, que, dicho sea de paso, no suelen guardar los secretos del posterior festín a instancias de sus gritos desmesurados que descubrían fácilmente quienes eran los afortunados dueños. Era ley consuetudinaria, eso sí, por aquellos tiempos, compartir el Chicharrón con el vecindario. El convite desfilaba pulcro por todo el vecindario en pequeñas canastitas cubiertas con manteles blancos bordados a mano. De esa costumbre viene ese dicho apodíctico para las familias de entonces: “Chicharru garacuyga tumanallam" (Cuando regalas el chicharrón regresa nomás). Nuestro querido Tubish "el matarife de chanchos cebados" era muy detalloso en su oficio. Para la madrugada del sacrificio no debería faltar su anisadito para calentar la mañana, paja, ramas secas y tiestos para "gashpar" al animal, etc. etc. Ya cuando el "Garan" se tornaba doradito y apetecible, él mismo se encargaba de dar el play de honor, saboreándolo con fruición y placer.
"Tubish", por otra parte, fue el más grande difusor del orgullo de su familia Salas Reynoso. ¡Shalas Caraju! era la enérgica proclama, la sonora epístrofe, que lanzaba estentórea cada vez que regresaba “picadito” de sus faenas habituales. Caminaba lento y de cuando en cuando se detenía en los breves recodos de esa arteria polvorienta de la prolongación del Jr. Lima para aderezar las jóvenes noches con "santa canutas" y "vela verdes" del vecindario. Nosotros, con mi hermano Gino, mi prima Catalina, entre otros, le contemplábamos desde la casa de mi abuelo Salomón , arriba de la carretera. El timbre de su voz, que se tornaba inconfundible en los predios del Barrio Bajo, nos advertía de su presencia y salíamos raudos a contemplarlo con simpatía y curiosidad.
Cuando todavía me encontraba en Huari, me topaba de cuando en cuando y me gastaba algunas bromas. Fue siempre respetuoso y cariñoso conmigo tanto como yo con él. Hoy ya no está con nosotros, ha partido siguiendo los pasos de la querida "Tía Zoraida", su adorada madre. Su muerte física coincide con las fiestas carmelitanas. La "Virgen del Carmelo", patrona y protectora de su Barrio natal, seguramente la ha recibido con cariño y simpatía en el cielo. Feliz viaje querido Tubish.
Mi más sentido pésame a sus familiares y cobarrianos.