La trajeron una pléyade de dignas
damas huarinas para, con el correr del tiempo, elevarse
al pináculo de las preferencias junto al Huaridanza. Desde entonces ha ganado
muchas batallas con sus formidables armas acústicas, coreográficas y sus galas cada vez más deslumbrantes. Las
muchedumbres huarinas que al principio se acercaban con recelo y curiosidad hoy por hoy disfrutan
a raudales. Hasta el runa simi, el quechua del incario, sonríe de
emoción y de orgullo al escuchar en las voces dulcificadas y
bemoles inalcanzables de las bellas collas de octubre, en su mayoría
hijas de segunda o tercera generación de
migrantes huarinos, los cantos y melodías indescifrables…
Aplausos por la iniciativa y el esfuerzo desplegados
durante estos casi 25 años. Noble tarea de un pueblo que ha sido capaz de trasladar desde su querencia esta hermosa danza y además
dotarla de un estilo propio, nutriendo
su repertorio coreográfico, deslumbrando con su vestuario, sin descuidar
su historia y sin afectar su esencia. Hoy por
hoy las pallas de Huari no solo
despiertan, cada vez más, simpatías y
adhesiones, sino que reclaman un podio mayor dentro del firmamento folclórico de Áncash y de nuestra patria. Ese
podio no es otro que el reconocimiento
oficial, la validación por los estamentos especializados, como “Patrimonio Inmaterial
de la Nación”. A eso hay que apuntar.
En el
presente año, las pallas de los residentes huarinos en la ciudad capital, mostraron un rostro inédito, donde la candidez
de las bellas púberes, bien acompañadas de consagradas pallitas, levantaron llamaradas de
simpatía y emoción, tanto en las fiestas de Lima, como en las de Huari, a donde viajaron “Cruzando valles y cordilleras” para hincarse a los pies de la “Virgen del
Rosario” y ofrendarle un homenaje espléndido
que quedará grabado en la memoria de sus integrantes, de sus Gatillinyas y del
generoso pueblo huarino que los acogió y aplaudió entusiasmado.
La pallita emblemática de las fiestas huarinas del presente año, en la ciudad de Lima, es sin duda, VIVIAN CUIADROS AIRA, tierna capitana de una comparsa, cuyas vallas de exigencia y perfección se han
elevado notoriamente en los últimos años, debido al esmero , al cuidado y al
amor con que se le asume. Vivi, como es que la llamamos cariñosamente, se puso a cantar y bailar airosamente derramando a su paso aromas de embriagadora juventud, de lozana adolescencia y siempre con su
sonrisa a flor de piel dispersándose en todas las direcciones. Para los que estuvimos cerca, acompañándola,
ha sido también una experiencia inolvidable. Hemos sentido la alegría de su
tributo a la “Virgen del Rosario” y al “Niño Manuelito”, también su
espontaneidad y sus rasgos, aún notorios,
de inocencia que todavía quedan de su cercana niñez. ¡Loor para las
pallitas de octubre! Fulgurantes collas que nos encantan y estremecen y cuya
pervivencia en el tiempo está garantizada. Los filones inagotables la disfrutaremos eternamente.
Y me despido de ustedes mis amables lectores dejándoles, para el deleite, el siguiente poema de Alcides
Alvarado Huertas. Sus versos construyen un concepto, una definición de la PALLA
en toda su magnitud:
Ampash Palla
Querida colla de
Octubre
dislocas caderas en
iglesia punku
a los pies de “Mama
Huarina”.
El violín gime sus
quebranto
junto al arpa que ronca
panza arriba
con su silueta de
mariposa gigante.
Haz bajado pastora de
tus alturas
con faldellines
bordados,
aretes, peinetas y monterilla;
tus largas trenzas de
yacumama
devoran tus senos de
chirimoya.
Costa purisha, abejita
voladora:
¡Cómo bailas, cómo
cantas¡
Déjame ser tu viejo isqui
uma
sólo una ñizca.
para saborearte en mi
ponchito
mallashino
envolverte con mi
chicote
y así olvides a tu Apu
Inca.
Flor silvestre, shongo
sua de mis amores,
allá te esperan tus
huashquis
llévate de millcapa a
tu tierna majada
colasión y bizcocho
aromado de gumish
y no olvides nunca las
travesuras
de este huaricholo
jijuna...
No hay comentarios:
Publicar un comentario