sábado, 12 de noviembre de 2016

"Fulgurantes pallas de octubre" Parte II


Mi "Mama Huarina" , bajo el cielo azulejo incomparable.
Enfrente,  el  manso "Llamoj"  y avellanas diurnas rasgando el cielo

Parte II
Escribir sobre las cosas bellas de la vida, sobre las que suscitan emociones, sobre  aquellas que se eslabonan con nuestros ojos  y te invitan a una mirada tierna y te roban  sonrisas fácilmente, resulta  gratificante y  sencillo. Así escribía, con convicción,  en la primera parte de mi homenaje  a las “Fulgurantes pallas de octubre”.  Hoy, en  que emprendo la placentera tarea de concluir  el merecido  reconocimiento, ratifico esos conceptos y mis sentimientos, cuyo rudimento mora  en lo más profundo de mi ser:

Hay charlas de café que jamás se olvidan  y palabras que no se diluyen  en la memoria, conversas como las que se arman  en el fragor inquietante de la vida: celebraciones y  conmemoraciones,   como aquella que sostuve con  Luz Marlene García el pasado 01 de noviembre durante la recepción que ofreciera  su señorita hija, capitana de las pallas en Lima, con ocasión  de la subida de la Virgen.  Citando a la sabiduría  de su señor padre, don Leonardo García Príncipe, me  ilustró sobre algunos  detalles desconocidos de la coreografía “pallistica”

 En el prefacio del libro que próximamente  presentaré, nuestro celebrado  poeta Alcides Alvarado Huertas,  escribe refiriéndose a mi abuelo paterno Daniel y a los connotados músicos  de su época: “Daniel Malqui, “El Bordón de Puquiocalle”, arpista quejumbroso, que acompañó las escaramuzas, alegrías y travesuras de una generación  y en cuyo huarique hacían sinfonía, el violín del “Zambo Serrano”, y  las francachelas de los más copetudos de la bohemia”.  Justamente, don Leonardo,  se adhirió, años  después a este dueto que marcó época. Su sapiencia, con  el violín,  fermentada en los trajines del arte musical, es la respetable  fuente que me permite compartir con ustedes los siguientes párrafos ilustrativos:  

 -Las pallas, Abelardo, representan  a las esposas viudas  de los soldados incas. Así comenzaba  la ilustrativa charla con Marlene:
-  Y, por  ese particular y puntual detalle, antaño lo bailaban sólo viudas y lo cantaban en el idioma más expresivo y dulce de los Andes sudamericanos, el quechua eterno que muy a pesar de su agonía  y de sus dolorosos estertores después de la larga  noche de proscripción  en  la colonia,  ha logrado sobrevivir para, hoy por hoy,  seguir emocionándonos  en las voces dulcificadas de nuestras pallas. La charla continuaba entre sorbos de amistad y familiaridad.
- En cuanto a su coreografía,  ilustróme cada una de ellas  nombrándolas   con los  amicales  y sabrosos vocablos quechuas:  El “Paquiwejllu” que alude a los sinuosos senderos por donde caminaban las fulgurantes doncellas en busca del inca, soberano  pulverizado por las manos  asesinas y sangrientas de los conquistadores  y,  en busca también,  de “María”  la madre del Dios  que nos trajeron y no los  presentaron ellos  y a  quién jamás honraron  en los siglos  de ignominia   y despojo;  el “Corazón”  que  simboliza la entrega amorosa de sus atribulados corazones  a la Virgen María;  la “Garpuda”,  instante clave donde, en bello  sincretismo, la fulgurante comparsa armoniza las  corrientes de pensamiento  occidental y andino, empujando al Inca  a su conversión total a la causa del Dios único en quien creemos;   la “Rueda” , rendido festejo  de las fulgurantes doncellas  ante la Virgen María, entrega absoluta a su causa de intercesora de todos los seres del universo; finalmente “La adoración”,   entrega personal, solemne, reverente, elegante y amorosa a la causa de la Virgen María del Santísimo Rosario, advocación  Mariana presente en el corazón de las multitudes católicas de nuestra vieja y extensa provincia.

Aquello, es el resumen de la conversa deliciosa. Mi agradecimiento a Marlene y a don Leonardo, su señor padre, músico que ha ofrendado valiosos años  a la musicalización de las melodías de: Pallas, Saraos, Yuriguas, Negritos del Carmen  y  el Anti. ¡Nada menos señores!

Volviendo al propósito principal de esta mal hilvanada crónica,  el presente  párrafo intenta reconocer la espléndida performance  de mi sobrina Rosario Cadenillas Avendaño “Charito”, capitana de las pallas de Huari-2016,  y al alegre grupo de  bellas huarinas que lo acompañara en ese colorido y alegre periplo por las  arterias de la ciudad, callecitas estrechas , parque Vigil,  plaza mayor y  en  las solemnes misas  de vísperas y procesiones de la más importante conmemoración religiosa de la zona de los Conchucos. El epicentro de su alistamiento fue la casa solariega de sus abuelos maternos, la casona de los   Avendaño - Hidalgo,  con sus  puertas abiertas  de par en par para propios y extraños, viejo solar de amplio patio, elegantemente presentado para la ocasión,  que cada vez que lo visito  suele  abrumarme   de una  sensación  extraña, por placentera,  como si  la “Mama Grande”, mi tía Aquila Hidalgo Bazán se encontrara presidiendo y animando   los  reencuentros  con  su sonrisa tamaño del universo.  De ahí partía  la alegre comparsa en la noche  de “Huapia” y "Allichume" , con su  vestuario  impecable y vistoso, levantando llamaradas de huarinismo para luego  dirigirse a  la plaza mayor y armar jarana en sus cuatro esquinas. La mayoría de ellas, residentes en la ciudad de Lima, sin embargo  huarinas netas y natas, que partieron un día  lejos de la tierra amada  llevando en su  equipaje  el árbol frondoso  de su identidad  que sembraron sus padres y que se mece y  fructifica en los momentos cumbres de su existencia,  como aquellos en los que bailan y cantan y se mueven como la libérrima hojarasca al capricho de los bemoles  alegres, también  quejumbrosos,  del arpa y el violín.   Es un grupo cohesionado por  el sentimiento telúrico, donde  “Charito” y su corte de  doncellas  de junco y capulí: Gissela,  Liz,  Maribel,  Deysi, Clarita, Lizbeth, Cindy, María y  Jéssica, forman la columna vertebral de un entrañable grupo de amigas, compañeras y  cómplices en el arte de cantar, bailar y amar a la tierra que los viera nacer. Renovadas felicitaciones Charito, bella huarina, tu impecable ofrenda llegó  a los predios suntuosos de la “Virgen del Rosario”. Me quedé con las ganas de ver la adoración en el atrio de la catedral, que según me contaron fue de las mejores, sin embargo, sólo lo escuché, sentado en uno de los bancos de la iglesia, acompañando la misa de cuerpo presente de mi amigo y pariente Jorge “Coqui”  Asencios, las hermosas  melodías se filtraban por los resquicios del  amplio portón de nuestra iglesia matriz  llenándome de nostalgia hasta las lágrimas. Sin proponérmelo  me encontraba en el punto central de  dos acontecimientos que la ley de la unidad y lucha de contrarios,  médula y esencia de la dialéctica establece: La Vida y la muerte.

Decía el   gran Mahatma Gandhi:   “La felicidad es cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía”,  y hoy, jueves,  en que concluyo mi reconocimiento a las “Fulgurantes pallas de octubre” me siento inmensamente feliz, porque lo que pensé y lo que escribí, y lo que escribo ahora me hacen sentir así. Quiero cerrar con broche de oro reconociendo a  la capitana de nuestras bellas  pallas en la fiesta  de  “Mama Huarina”   de la ciudad de Lima: Catty Álvarez García, hija de Walter Álvarez y Marlene García, una linda huarina de modales impecables, sencilla y noble, fue la capitana  que acompañada   de  hermosas  huarinas, emprendió su ofrenda cariñosa e inolvidable  a la “Virgen del Rosario” , y lo hizo de la mejor manera, con entrega, esmero y generosidad. Tardes y noches de ensayo, cuidando  los detalles, afinando las voces  y la coreografía, mientras los Gatillinyas complacidos, cómodamente sentados armábamos tertulias, con los ocasionales asistentes y acompañantes en especial los  profesores  Toribio Herrera,  Beltrán Herrera,  Alfredo Herrera, Baco Bazán y esposa Zoila Acuña;  y ese caballero llamado simplemente “Pechereque” con  sus mil historias que valen para un libro. Disfrutando de tardes sosegadas, escuchando  las voces espléndidas de Delia García, de mi curtida pallita Margot Pantoja, de Amelia Espinoza y  Lucía Solís Alcedo y de la gracia sin par de las más jovencitas que regaban los recintos de alegría y belleza.  Allí estaban: Catty  y  Julissa,  Daniela, Zamba,   Zulia e Isabel, Marcia y Vanessa.  Fue una ofrenda memorable por la emoción y el arte que derrocharon,  por las canciones que estrenaron y  lanzaron al cielo en busca del mayor y mejor de los destinos: la Mama Huarina. La Víspera, el día central y la subida sirvieron para regalar su arte y encanto a los huarinos residentes en la capital de la República, quienes  aplaudieron la inolvidable performance.   Mención aparte merece  el Inca, mi amigo Daniel  Vizcarra, amo y dueño  del personaje por largos años, el único arequipeño con visa de huarino, alguien que  honra al personaje bailando  e identificándose como pocos.  Y me voy cantando  el hermoso  pasacalle de despedida de  la inspiración de mi caro amigo Juan García, pero antes  agradecer  a mis lectores, con la promesa de seguir, mediante este vano oficio,  engrandeciendo a mi tierra. ¡Que venga la música!:   "Ya  me voy  mañana mama huarinita, quizás ya no vuelva, me llevo recuerdos, triste yo me alejo, por aquel camino. Ya me voy bailando con los Huaridanzas, adiós tierra mía, ya me voy bailando con las lindas pallas,  adiós tierra mía, Virgen del Rosario patrona de Huari  volveré a cantarte".













jueves, 3 de noviembre de 2016

Parte I: "Fulgurantes Pallas de Octubre"

Reconocimiento a las capitanas 2016:  Deysi Asencios Pajuelo, Caty Alvares García y Rosario Cadenillas Avendaño.


I Parte:
“Pallitas: Margaritas blancas de octubre”
Parafraseando al Maestro Silvio Huertas Asencios, comenzaré  escribiendo: "Para que usted bien sepa lo que es tradición, vaya por los Barrios de mi gran ciudad, hoy con tu permiso Mamita huarina,  para las  lindas Pallitas quiero  escribir".   Escribir sobre las cosas bellas de la vida, sobre las que suscitan emociones, sobre  aquellas que se eslabonan con nuestros ojos  y te invitan a una mirada tierna y te roban  sonrisas fácilmente, resulta  gratificante y  sencillo. En el particular caso de las  “Tiernas pallas de Huari”, hermosas púberes, que cual mariposas de primavera  se han animado  a pasear por  los  alegres senderos de los últimos octubres festivos del terruño amado, con la dulzura de sus  sonrisas espontáneas, con sus impredecibles movimientos,  ora ariscos, ora delicados, derrochando ternura y perfumando las calles con aromas de primavera;  elevando sus voces  al cielo, buscando alcanzar la mansión ignota  donde mora la Madre de Dios, tocando sus puertas en alegre serenata “Ya llegamos a tus puertas  preguntando por tu nombre, Shumaj wayta callaptiqui, maytsallaipis ashillamu”.
Tuve la suerte de apreciarlas y  también deleitarme sobremanera con su canto y encanto de hierbas silvestres, prístinas como las alturas de nuestras punas bravías, alambicadas de inocencia  y ternura.  Fue con ocasión del banquete ofrecido por mi sobrino Luís Espinoza García, hijo de mi comadre Amelia  Espinoza, Alférez del Día Central en el presente año, en el histórico salón de actos de la hoy remodelada legendaria  "Prevuchi" (Ex-Prevocacional"  Me pregunté  en un momento, si aquellos instantes de goce y emoción,  acaso se debían a mi alma de maestro de campo y de pueblo?  Porque recordé, gracias a ellas,  a mis alumnas y alumnos de la "Prevuchi",  cuya presencia en el tiempo y espacio de mi existencia resulta gravitante e  inolvidable. ¡Así se baila en Huari carajo! Proclamé  con orgullo en mi fuero interno. Divisé el recinto del salón de actos de mi escuela “Virgen de Fátima” (Ex Pre vocacional)  ahí donde estudié  mi educación primaria y fui maestro por 10 años.  Miles de recuerdos iluminaron mi mente y saludé  agradecido al cielo la feliz decisión de poner el nombre del Maestro Glicerio Trujillo Agüero al recinto histórico de la vieja escuela. Un hombre que tiene el blasón indiscutible de "Patriarca del teatro huarino", quien nos acompañara, además , en   las últimas avanzadas culturales en donde el arte escénico fue el protagonista.
Es costumbre que las comparsas de octubre saluden también a los  funcionarios, en forma especial a los  del día central, y fue así que  llegaron en tierna algarabía, capitaneadas por Deysi Asencios Pajuelo,  para  quedarse  por largo tiempo para alegría de los presentes. Jacarandosas y bien acompañadas por las dulces melodías de una orquesta alegre  que lanzaba al viento sus bemoles que  estremecen el alma y, a veces,  hacen llorar de alegría. Ingresaron al histórico recinto con   sus movimientos  que brillaban de ternura e  inocencia. Al verlas, tu memoria se aviva, pues pocas cosas en la vida te suscitan ternura y emoción:: las blancas gladiolas,  de fines de octubre,  que comienzan a florecer, los tiernos venadillos, robustos y esbeltos de patas largas y delgadas, que comienzan a pacer en los silenciosos escarpados de “Llumpa” y “Garachupampa”, como moviéndose al compás de las brisas matutinales y, en los crepúsculos, asomarse a las orillas  de los ríos  en un escenario preñado de vida y belleza. Así  me emocionaron estas "Margaritas blancas de octubre", Pallitas de Huari, de mi tierra amada a quién debo  tanto y amo tanto también.  
Bailé y me divertí  aquella tarde con mi “Llullu Pallita”, complacido mi corazón de curtido  Gatillinya,  levantando el pañuelo,  deleitándome con  la contagiante música, con las voces  dulcificadas y ese estilo único que ha impreso este  grupo de bellas púberes, cantera esperanzadora de una de nuestras comparsas más atractivas en la hora presente. Mi saludo a la capitana Deysi Asencios Pajuelo,  a sus queridos padres: Raúl Asencios Aguirre y  Gliceria Pajuelo Márquez    y al alegre grupo que los acompañó. Su ofrenda es también nuestra, sus cantos son nuestros también, Y sigan cantando y bailando con el mismo gracejo, que bailarán también de alegría  los ojos tiernos y  juguetones  del “Niño Manuelito”  y  arrancarán sonrisas mil   a  la Madre de nuestro pueblo. ¡ALLICHUME!   (Continuará)