sábado, 27 de abril de 2013

Julia Campoblanco ha muerto...

Julia Campoblanco cantando a Mama Huarina - 06 de Octubre 2011

La extraordinaria voz  de Julia Campoblanco se  ha apagado. La artista exquisita y versátil nos ha dejado. Sin embargo, queda para la posteridad su basto y prolífico repertorio. La conocimos, los de mi generación, desde muy pequeños.  Recuerdo con nitidez cuando a mediatos de los 70 visitó  Huari, cursábamos el  Cuarto Grado de primaria en la “Prevuchi”, llegó a promocionar su hermoso huayno “Flor de Azulina”,  huayno ya legendario y de gran suceso en aquellos años. Tuvo tiempo para visitar nuestra escuela y hacer una presentación especial para nosotros, los niños de entonces. Recuerdo también que en aquellos años,  vía el sistema de altavoces de  “Radio Municipal”,  su voz alegraba las jóvenes noches huarinas.
Serenata a Mama Huarina - 06 de Octubre 2011
Su legado basto e insuperable,  creo yo en calidad y versatilidad,  repleto de  lindas melodías, entre otras, hoy convertido en himno  a nuestro departamento, el pasacalle “Amanecer Ancashino”  cuyas letras exaltan, como pocas, la hermosura  de nuestra amada querencia. En las escuelas de Huari y en sus contornos voces infantiles y juveniles  interpretaron tántas veces y con cuánta emoción este lindo tema.

Resultaría difícil desmenuzar su larga trayectoria, no obstante, es justo decir,  que fue la intérprete precursora  de los huaynos acompañados con el arpa. Fue la  primera y de las mejores en ese género. Sus melodías  con el conjunto “Los Jilgueros del Hualcan”, igualmente,  marcaron época  y hoy convertidos en clásicos, siguen alegrando a los ancashinos.
Serenata a Mama Huarina - 06 de Octubre 2011
Tuve la suerte de disfrutar, estos últimos años,  de su inconfundible voz. Como es lógico, su deteriorada salud  mermó  notoriamente su performance y afectó su imagen de mujer hermosa y salerosa a que debe su apelativo de "Monalisa del folklor Nacional". Ni con la enfermedad a cuestas abandonó  ni arrió  sus banderas, siguió adelante, encantando  y cantando a la hermosura de nuestra región, al amor y al desamor: “Ya no me verán tus ojos, ya no verán jamás, porque pienso...”  proclaman  los versos de uno de sus huaynos  dedicados a los corazones atribulados

Recibió en vida numerosos galardones y reconocimientos, fue distinguida como “Personalidad Meritoria de la Cultura" por el ministro Luis Peirano Falconí. Sin embargo, el mayor  reconocimiento viene de su pueblo que hoy llora su partida,  sabiendo que,  más allá de la triste circunstancia de la muerte física, os acompañará por siempre y para siempre, porque las artistas de su talla no suelen morir, su esencia queda, no se extingue y cada día que pasa nos deleitan más.

Finalmente, quiero compartir está colorida anécdota que tiene el sello de mi paso como maestro de escuela allá en nuesttra querida tierra  y que tiene algo que ver con la música de la  destacada interprete: "Diciembre del 1994, nos alistábamos para la excursión promocional a "La ciudad de la eterna primavera": Trujillo, proyecto ambicioso y sin precedentes tratándose de alumnos del Nivel - Primaria: En la víspera del viaje  encargué al Prof. Juan  Vidal Ayala,  que junto a la profesora  Carmen Jara Salas compartían conmigo  la tutoria de la promoción, que alistase los cassetes musicales para alegrar el largo viaje. No obstante a mi reiterado  pedido, en la madrugada de la partida cuando ya nos despedíamos de la ciudad,  al  recordarle el encargo,  muy suelto de huesos me dijo que no había encontrado más que un solo cassett. Fastidiado, le dije que me lo entregara, se trataba de un mix de huaynos selectos de  Julia Campoblanco. Casi todo el trayecto nos acompañó, naturalemente,  para nosotros los mayores, resultaba agradable, mas para los niños, aunque no era molestoso, si les causaba cierta incomodidad. Los días consiguientes siguió sonando alegre  en un  desfile acústico inacabable de huaynos y pasacalles. Ya en el retorno el efecto inesperado brotó espontáneo  en las voces de nuestros niños, las letras  y melodías se habían burilado en la feraz memoria  de nuestros niños, tan así que después del piruiteo de las guitarras en las consabidas entraditas, irrumpian las voces bullangueras de nuestros niños al únisono con la voz  de la querida intérprete..."
 
En el Aniversario artístico de Hayde García - 30 de enero de 2011

miércoles, 10 de abril de 2013

CRÓNICA DE UNA VISITA POR SEMANA SANTA



Son casi las tres de la tarde, luego de un frugal pero agradable almuerzo, digno de  "Viernes Santo" instalado en el balcón de mi casa solariega, casa familiar de inolvidables  recuerdos, comienzo  esta crónica apurada y agitada, sin embargo, cargada de amor  y emoción por tratarse de una visita en  días de   recogimiento y reflexión.  A  estas horas de la tarde, el cerro Tukuhuaganga  se avista hermosa  con sus faldas llenas de lozanía y verdor,  el ambiente trasciende solemnidad y el cielo cambiante,  veleidoso e impredecible parece anunciar y advertir un muy pronto chapuzón:

Llegamos ayer, con  las  primeras luces del "Jueves Santo" en alegre caravana,  desafiando los rumores  y los temores  de interrupciones y huaycos en la carretera. Como siempre  sucede nos esperaban mis padres emocionados y alegres ,  disipando en el acto sus preocupaciones al vernos  llegar sin mayores novedades.

La  casa, como tu pueblo mismo, por muchos  años que hayas vivido en ella, luego de cada retorno,  no deja de deslumbrarte, máxime en esta estación lluviosa cuando las plantas que la adornan se tornan saludables :  El  patio principal ornado con sus cascadas de coloridas  buganvilias , manzanos, cedrones, se muestra más hospitalario y atractivo y sus barandas quedas y mudas atraen mi mirada. Arriba, en el segundo piso, tras esas curtidas  barandas y amicales  pasillos entablados me espera mi cuarto, aquel que compartimos  muchos años  con el mayor de mis hermanos en esas horas albas de nuestra niñez y alegres de nuestras mocedades. Atrás de la casa, en el huerto, por la estación lluviosa, rebosante y plétorico nos da la bienvenida  el añejo palto que sabe todavía de triunfos.  Muestra orgulloso  sus apetecibles frutos   que se mueven alegres  entre la fronda al ritmo del canto mañanero del  zorzal y del  ruiseñor, sus habituales anfitriones.  Allí  crecen también la alfalfa, el chinchu y el huacatay con sus aromas insondables,  maduras poroksas y granadillas, saludables y atractivas ellas, nos convidan con generosidad sus dulcificados frutos. En la antesala del huerto arde alegre, como hace varias décadas, nuestra  vieja  “cocina” hecha de fierro fundido  que ha sobrevivido a nuestra niñez, adolescencia y juventud y, que  sin duda,  sobrevivirá a nuestra existencia, junto a ella,  el horno, seguramente el último  de los tantos provisionales construidos por mi "querido viejo" con los máximos cuidados y detalles ,  donde mi "vieja linda" amasó y doró  los mejores biscochos, biscochuelos, empanadas, roscas, molletes, etc.  Las imágenes solas de estas dos compañeras de toda la vida: la cocina y el horno-  aparecen planeando mi memoria  y avivando el rescoldo de tiempos idos que nunca han de volver.

Luego del desayuno familiar,  a cumplir la agenda pre-establecida: Acompañado, esta vez,  por mi esposa,  hermano  Vladimir, su novia Nora, mi tio Fausto Bar, mi tia  Aubertina y mis queridos primos Tito e Iris, nos  dirigimos a Acopalca contando, como siempre, con  mis padres, mi hermano Michel , su esposa  Lola  y el pequeño Alessandro, como nuestros cálidos y  amorosos  anfitriones . El  clima agradable de este  pintorescos paraje y el arrullo de sus ríos “Shashal”  y “Purhuay” nos dan la bienvenida.  Las  casitas típicas y el talante emprendedor de algunos  de los habitantes, contrasta con el desorden  y la falta de aseo en sus calles. Si bien es cierto que se ha mejorado en algo,
 pero es insuficiente teniendo en cuenta  las oportunidades  con que cuentan. Tienen lo elemental  para convertirse en un punto turístico importante, no solo a nivel local, sino regional y nacional. Son dignos para el aplauso los empresarios nativos que con mucho esfuerzo, seguramente, han construido  interesantes recreos y restaurantes,  la mayoría de ellos  ubicados en el perímetro de la piscigranja,  irán creciendo y mejorando con el tiempo, no me cabe ninguna duda. Elegimos  “Los Cantaritos”  cómodo y  apacible recinto donde degustamos ricos potajes  elaborados en base a  trucha. El esmero y  hospitalidad  de los dueños es también digno  de resaltar.



En horas de la tarde visitamos la piscigranja , cuya silueta  conocemos  de memoria, nos recibió, como siempre suele hacerlo, con  su alegre e inconfundible rumor acuoso. Este fortín biológico esperanzador de los acopalquinos  merece  cuidarlo y potenciarlo. Pocos pueblos han sido bendecidos, como éste,  por el Hacedor, cuentan con  tanta agua ,  tanta vida, suficientes para  edificar un futuro prometedor para ellos y para los que vendrán.  Ya  en el retorno hicimos un alto en su plaza de armas, donde destacan las efigies de los   “Huancas”  y los “Cajeros”, interesante detalle, decidor y elocuente,  del orgullo del obrajino, alimentado, claro está,  por el legado del gran  “Mañu Tello” y de tantos célebres “Cajeros” que nos hicieron danzar,  a los huarinos,  en las   noches de la “Santa Cruz” y Octubre.



Llegada la noche, el repique de las campanas de la catedral invitaban  a  misa de "Jueves Santo" , ya no es como antes , los tiempos han cambiado, la merma del fervor es evidente, sin embargo,  estuvimos  puntuales para  presenciar  la conmemoración de la “Última cena”  y  el típico "lavado de los pies" , que el obispo prelado recreo con suma humildad. Extrañé aquellos tiempos de mi niñez cuando el riguroso luto y observancia de las leyes consuetudinarias de "Semana Santa"  se enseñoreaban: Misas solemnes,  letanías conmovedoras, multitudes contritas. Poco queda de aquello lamentablemente. Luego de la misa,  la  “Vigilia” acondicionada en un lugar inadecuado  e incómodo  que no  suscita ni trasciende  solemnidad. Allí estuvimos , sentados,  escuchando  las letanías y cantando y meditando. Me dio una inmensa  alegría ver  a jóvenes líderes laicos de nuestra  iglesia  encaminando la vigilia, y dentro de  ellas destacar a mi prima   Liz Salas, levantando la bandera del Barrio “El Milagro”. La iglesia también necesita refrescarse con nuevos rostros que le impregnen lozanía  y vigor. Felicitaciones.



El "Viernes Santo" amaneció  despejado, que aprovechamos para enrumbarnos a “Reparin”, que hoy por hoy luce más cuidada y por ende más hermosa. Su flora nativa se ha recuperado y los voraces eucaliptos han desaparecido para beneplácito de los quenuales, Huishllaj, Pachajsas, retamas, shiracas, zarzas y coyales. Me sorprendió el orden y cuidado: las señalizaciones, el acceso fácil, las típicas ramaditas para guarecerse de la lluvia y el sol,  por último las  ariscas  alpacas triscando distendidas  en sus orillas. Llegar a ella  después de más de una década y encontrarla mejor presentada me resultó  gratificante.

En horas de la noche se escenificó la "Pasión  de Cristo". Se aplaude el esfuerzo y el esmero de los jóvenes, pero nada justifica el desorden e incomodidad. Si queremos atraer la mirada de propios y extraños es vital trabajar en ese aspecto puntual del orden. Acompañamos la procesión como en los viejos tiempos caminando al compás de la marcha regular de una competente Banda de Músicos  tras el  “Santo Sepulcro”  y la “Mama Dolores”, orando y cantando viejas y lúgubres  melodías que antaño coreábamos siguiendo a  la “Mama Delina” y  a don Daniel Sifuentes. Me olvidaba  citar  a los llamados “Santo Varones”,   viéndolos alzados en la Santa Cruz  recordaba a don Abdón Valle,” Victorcito” Guzmán,  Matilde Trujillo, Nolasco Bello y Julián Valle, este último, se encuentra postrado en su lecho de dolor.

      



Hoy, sábado en horas de la mañana  visitamos  la inigualable “Purhuay” , nuestro  barco insignia en términos de belleza natural. Regocijados  por la exuberancia de sus  contornos y la hermosura de la laguna misma, abordamos uno de los botes  y circundamos emocionados parte de su galana silueta. La destreza de nuestro boga  Albino Chavez, nos  llevó hasta la zona llamada “El Remolino” situada en la parte oriental. Navegamos emocionados  por debajo de los fraternales  brazos de los arbustos que orillan aquella parte de la laguna. Una experiencia única realmente:  garúa,  viento,  oleaje,  cielo veleidoso,  yerbas silvestres y  tibios rayos del sol…

Siendo las seis de la tarde,  de este sábado otoñal, casi veraniego, me alisto para el retorno, sin antes agradecer  a mis padres Getulio y Alcira, a mi hermano Michel, su esposa Lola y mi pequeño sobrino Alessandro  por su cariño y hospitalidad.