domingo, 3 de noviembre de 2013

Apuntes de Bitácora: “Los tres mosqueteros del fútbol huarino”


“Los tres mosqueteros del fútbol huarino”

(Huancho, Wico y Millqui).

(Huari: 09 de octubre del 2013 - cortesía de Fernando  Mejía  Jara)
        No es que sea el  joven Gascon d’artagnan,  ni Huari sea  Paris, ni “Huancho”,  “Wico  y “Millqui”  sean los tres mosqueteros: Athos, Porthos y Aramis,  de  la célebre obra de Alejandro Dumas. Sucede simplemente que,  a pesar de la diferencia generacional con el suscrito,  se entrelazaron sentimientos de amistad auspiciados, en gran medida, por el deporte, principalmente el fútbol y básquet.

          Hoy,  tercer día del penúltimo mes del año, cuando recuerdo a Huari con sus amorosas  lluvias de primavera y  su naciente verdor; los apuros de los labriegos arriando sus yuntas, listos para el “Pampay”,  llevando ollas y cazuelas chacasinas, hondos mates para servir el rico “llaquari”. Cuando, seguramente, el viejo huerto de la escuelita de Ampas  comienza a refulgir de blancura con  impecables  gladiolas, cantera fecunda  de candoroso destino: ornar a los niños y niñas en su primera comunión. En esta tibia mañana limeña se  avecina también  a mi memoria el viejo, sin embargo, fecundo palto, que en los noviembres lluviosos, renovado y lozano, se alzaba en la entrada de la  añosa “Prevocacional”, institución en donde laboré largos 10 años,  frondoso árbol,  talado y pulverizado irresponsablemente, sin respetar su larga y fecunda  existencia,  en nombre de una malentendida modernidad. 

         Esta mañana de recuerdos,  nostalgia y  añoranza, hay también espacio  para el tributo a la amistad y el deporte. Si afirmo, que fui un testigo privilegiado de mi tiempo, seguramente,  peco de exagerado, por la entraña subjetiva de la afirmación. Sin embargo,  en el deporte, en especial el fútbol,  tengo cierta autoridad para opinar, y más todavía,  de aquellos con quienes compartí vivencias inextinguibles en el tiempo:  trajinando tras el balón, sudando la gota gorda, defendiendo nuestras ocasionales divisas, sean éstas de nuestro Barrio o de las selecciones huarinas; festejando triunfos  o lamentando alguna derrota. En algunas  ocasiones, ubicados en bandos contrarios, disputando un balón con garra,  pero con lealtad deportiva. Testigos, de aquello, fueron las viejas "canchas de fútbol" de nuestra provincia. En ese cuadrilátero mágico, en  tardes futboleras  de los 80,  protagonizamos defendiendo  nuestras oncenas,  duelos  memorables que la afición de entonces recuerda con agrado.   Comenzaré por el mayor de todos:

        Víctor Raúl Meléndez, el gran “Huancho”, futbolista excepcional, un delantero de temer, goleador nato, el de la "maña" y "pendejada" con el balón. Verlo jugar era un deleite por lo impredecible y osado. Defendió las divisas de su querido “San Juan”, del “Dum Dum” de Rahuapampa y de las selecciones huarinas, tambien  de los “Amigos del Puchca” en sus época de gloria y protagonismo tanto provincial y  regional. Cuando  joven, tuve la suerte de jugar  junto a él, sin embargo, me quedo con el recuerdo de aquel partido frente al temible “Atlético Minero” de San Marcos con ocasión de nuestra fiesta "sanjuanina" en junio del 82. Con su veteranía a cuestas dictó cátedra de cómo se asiste el balón. Tres asistencias suyas y tres testazos de este aún bisoño pelotero sentenciaron una goleada histórica de nuestro entrañable "Pukutay" al equipo más importante del "Paraiso de las Magnolias" en su época dorada.  Aquel encuentro me resulta  imposible de soslayar. “Huancho” es un deportista que, por su calidad, trayectoria y  jerarquía, se convierte en una leyenda viva del balompié huarino y ejemplo de las nuevas generaciones.

         Edwin Avendaño Hidalgo, “Wico”, mi querido primo, de las huestes indomables del “Alianza Carmen Milagro” es otro de los valores que marcaron época en nuestro balompié. Su técnica depurada, su estilo único al “cabecear” y su capacidad de jugador múltiple y ubicuo en el campo de juego, le confirieron protagonismo.  Jugaba  con la misma solvencia y calidad tanto  de defensor como de atacante. Creo que no le faltaba  razón cuando afirmaba orondo:  “Zico en Brasil, Cueto en el Perú y Wico en Huari”. Su fina  zurda  así lo confirmaba. Fue mi maestro, asesor y colega en el Pedagógico de Huari. Guardo lindos recuerdos  de las avanzadas deportivas y   culturales rumbo a Huacaybamba, Llamellín, Chingas, Huaraz, San Luís, Pomabamba, donde las horas se deslizaban  repletas de fraternidad y alegría, vivencias  que en esta hora  me resultan indescriptibles. Es también uno de los  más grandes que dio el fútbol huarino.

        Carlos Huerta Asencios,  el gran “Millqui”, de las huestes “Yanacanchinas”, el menor de los tres. Centrocampista: Creativo, bullidor y “picón” en el mejor sentido de la palabra. Debe ser uno de los mejores mediocampistas con quien me tocó alternar. A pesar de su veteranía nos  acompañó en algunos partidos importantes  de finales de los “ochenta y principios de los “noventa", cuando  con el equipo de “Caritas Huari”, que era prácticamente la selección de Huari, logramos doblegar a los mejores equipos de Ancash. Esa  dosis de calidad,  fuerza y liderazgo se hacen extrañar. Fue también entrenador de las selecciones huarinas. Con “Caritas Huari” llegamos a la final regional de la zona sierra de Ancash 

         Hoy,  cuando el fútbol huarino se alimenta de futbolistas foráneos  y no hay una política  deportiva orientada a la práctica del fútbol y,  peor aún, no tenemos ni siquiera un “Estadio decoroso”a la altura de un pueblo que tiene recursos económicos necesarios, por la ineptitud, desinterés y mediocridad de nuestras autoridades,  es un imperativo para  los niños y jóvenes  “bañarse  en la historia y fundirse en  el oro  de antiguos reflejos” como bien lo decía José Gálvez Barrenechea. Sólo así volveremos a ser  la potencia futbolística de antaño, como bien lo comentan  y evocan siempre en las tardes de bohemia, estos “Tres mosqueteros del fútbol huarino”,  recordando con sentida nostalgía  los campeonatos interprovinciales ganados en canchas ajenas y con protagonismos suyos: El año 80 en Pomabamba y el 81 en Piscobamba, con resonantes triunfos ante oncenas de la calidad de Sihuas y Pomabamba.  

        Finalmente, me despido con la satisfacción de haber recordado  a estos “Tres mosqueteros del fútbol huarino” que bajo el título de “Vaporinos” engrandecieron el deporte y,  mediante ella, la  amistad y el compañerismo. Protagonistas de mil anécdotas, de tardes y noches de fútbol y bohemia, vivencias de costo exorbitante que sólo son  reservadas para los elegidos y predestinados, como aquella trilogía del gran  Alejandro Dumas de la “Unión hace la fuerza”, hicieron de la amistad,  estos tres grandes peloteros huarinos,  la norma que marca sus vidas. Un abrazo.

23 de junio de 1982