“Andaré por tus cerros y tus
llanos toda la vida, arrimándole
renglones a tu esperanza, tierra querida”
Atahualpa Yupanqui
Hace unas semanas el Dr. Alberto Córdova Cadillo, me
pidió comentar sobre una nueva obra de
su autoría, intitulada: “Después de una octava” Vivencias,
sentimientos y realidades. He tenido que esforzarme para tener una idea de
cómo escribir un comentario de esa especie, pues siendo un escritor aficionado, y no siendo analista
literario, la tarea asomaba difícil. Pero me pidió que lo hiciera como un lector
aficionado cualquiera. Así lo hice y lo comparto con ustedes amables lectores:
“Después de una octava” Vivencias,
sentimientos y realidades, es una suculenta narración de vivencias de un grupo entrañable de
amigos en su feliz retorno a la ciudad que los viera nacer. Un apacible y entretenido periplo con desfile de personajes por los senderos
magníficos de una niñez y mocedad lejanas, sin embargo cercanas en el afecto y en el compromiso con el destino de su pueblo natal,
evidenciado cuando proclama con
acendrado cariño: “Espero que en mi Huari, aparezca una mañana multiplicada de esperanzas
de cambio en lo humano , que el maravilloso vegetal del “sauce verde” del
Parque Vigil de mi infancia renazca, marcando un nuevo amanecer para el
siglo, crezca elevando sombras y oscuridades hasta desvanecerse. Otro día,
iluminado de frutos de luz en formas visibles, en sus ramas, broten cantos
prematuros de desarrollo integral, antes que llegue el silencio. El sauce del
tiempo alargando sus ramas armonice la vida de los habitantes jóvenes donde el
astral distante suelte hojas cadenciosas al viento,”Después de una Octava” Emotivas líneas , donde
destacan su talante literario y actitud militante frente al presente y futuro
de su pueblo natal.
Leyendo el título “Después
de una octava” Vivencias, sentimientos y realidades, es posible inferir fácilmente el propósito del autor: Entretener a los lectores tomando como parte medular el acontecimiento de la “Octava de la Virgen del Rosario” y el
otro paraje festivo como es la “Fiesta brava de octubre” y lo que ellas
entrañan en términos de religiosidad, fraternidad, jolgorio, en general, tradición.
La octava que es, para los huarinos, sinónimo de final de
fiesta, lindero donde termina el júbilo
y comienza la nostalgia, ha inspirado al autor escribir este breve compendio de
vivencias donde, también, colisionan sentimientos
de admiración, reverencia y
compromiso por su lar querido,
por una parte, con la decepción,
tristeza y preocupación por su destino incierto. Cumple pues, con claridad de medio día, las cuatro funciones
de la literatura:
La expresiva, porque impregna
auspiciosamente sus sentimientos arraigados al paso cancino de los años, al
calor de sus vivencias y de su memoria generosa, sentimientos de amor hacia sus
seres queridos, padres hermanos, amigos, vecinos y paisanos, buscando siempre la paz y armonía
interior, no en vano adorna uno de sus
títulos: “Víspera de la octava”,
la substanciosa epígrafe: “A la
sombra del aliso agotan lejanías, mis manos que escriben por la paz”.
También la función lúdica, es decir,
la literatura entendida como un juego bonito, tan omnipresente en nuestra lírica huarina, buscando siempre, como bien
lo enfatiza la Dra. Johanna
Natalia Córdova Aguilar, hija del autor, en el prólogo de la obra: “el goce positivo del placer de vivir
haciendo historia, escapando de todo protocolo y solemnidad,
con esa chispa que distingue al huarino”
Cumple también la finalidad didáctico - moral y la político-social, porque no
sólo entretiene, sino que ha de ser útil en el urgente ejercicio de la
reflexión ciudadana de nuestro lejano pueblo, que le permita construir un futuro con esperanza. No
sólo es panegírico, encomio y apología, es también reflexión sobre lo grande y
bello de su querencia, que contrasta con sus carencias y seculares
sueños aún no redimidos. Así como exalta el sabor dulcísimo del retorno,
la grandeza de la amistad, lo imperecedero del amor filial, también nutren sus renglones deseos de
bienestar en lo educativo, en la salud, con
vías de comunicación rápidas
entre los pueblos cercanos, construyendo
carreteras como circuitos de desarrollo
integral en lo económico cultural y
social, es decir, asume la literatura
como instrumento de defensa de valores sociales o como instrumento de lucha
para transformar la sociedad.
La descripción de cada uno de los puntos del magnífico proscenio andino por donde transita este “caminante” y su entrañable tropa: cada lugar, cada recodo, cada paraje, cada
callecita, es realmente interesante por estar impregnada de
alegría y nostalgia, otorgándole el don
de la existencia trascendente, todos ellos compañeros en su tránsito alegre e inquieto en las albas
horas de su niñez y en las soleadas de su mocedad, como sólo puede hacerlo la
literatura. Cantera inagotable, que dicho sea de paso, no sólo explota en este
puntual relato, sino tambien, en
sus anteriores producciones.
En este breve compendio
de narraciones, estrechamente eslabonadas, encontraremos los lectores, en
especial huarinos, algunos de nuestros
pasos perdidos, de nuestros rastros, de nuestras proclamas íntimas, de nuestros
deseos de destinos mejores, y quizás, en
algún párrafo o en un párrafo escondido, aún escuchemos lastimeros resuellos de algún viejo amor; y en un fácil ejercicio retrospectivo nos
disfrazaremos de ASHEQUE, para
RETORNAR a nuestro “Huari querido”
y reencontrarnos con ese universo repleto de historia e historias , aunque ya no es el pueblo que
un día dejamos, cuando titilaban antorchas a lo lejos, descontaminada y desintoxicada su existencia,
aún sigue siendo la morada eterna de
nuestros más grandes recuerdos, capaz de avivar las llamas de las vidas preciadas: de papá, de mamá, del abuelo, del compañero, de los que ya partieron , de los que sólo permanece
un pequeño rescoldo. De todos aquellos que mueven, como bien dice
el autor, nuestros afectos infantiles y juveniles.
“Asheque”, como la
gran mayoría de los presentes, es un huarino, además un caminante, por cuyos senderos transitamos tambien nosotros. Entonces, acompañemos a nuestro autor
en su feliz retorno, para en solemnes minutos, elevar preces a nuestra “Mama Huarina”, además armar jarana en una de las cuatro esquinas de la
plaza mayor, deleitándonos con el candor de los Sarao, con el gracejo y belleza
de las pallas y la irrupción gallarda de los “Huaridanzas”; y en
las monumentales fiestas bravas
bailarnos un huaynito en uno de los tendidos, para finalmente sellar nuestro
retorno, con broche de oro, en la” “Octava de la Virgen del Rosario al calor
de la amistad y fraternidad y encomendarle a nuestro poeta Edwin Zorrilla que
en nombre de todos los que retornamos nos declame estos hermosos versos de su
autoría.
“Estamos en Huari, animados por nuestra incólume fe,
convencidos de que te encontramos junto a nuestro pueblo, para reiterarte
nuestras plegarias, glorificar tu nombre y sentir junto a ti, tu ternura
maternal de siempre. Llegaste a nuestros
lares de Juan Huarín y María Jiray junto
con la cruz, en cuyos maderos se inmoló tu hijo, y los apus de esta comarca
abrieron las puertas para que te
quedaras como madre nuestra, hasta la eternidad… Retornaremos felices
repitiendo los cánticos de tus pallas, y el verso: “en cielo y tierra gloria a
mama huarina” de sarao. Mientras nuestros pies repiquen el zapateo de los
huaridanza y en nuestros corazones quede impregnado del júbilo del reencuentro
Mama huarina de todos los tiempos”
Abelardo Malqui Hidalgo
Lima,
21 de febrero de 2014