miércoles, 12 de diciembre de 2018

SALUD POR LOS 50 QUERIDO HERMANO


 
 
¡Salud por los cuarenta! (Rucu)
 
“Y al  final, no son los años en tu vida los que cuentan.  Es la vida en tus años”.
Abraham Lincoln
 
Nuestros padres deben estar felices, hoy 13 de diciembre, recordándote con el inmenso cariño de siempre. En especial hoy, en tu onomástico, a pesar de la soledad que nuestras ausencias asestaron a sus corazones, ellos deben estar felices.
 
En la víspera, habrán hurgado en el polvoriento anaquel familiar las una y mil anécdotas en las que tú fuiste el protagonista. Me imagino, que mamá te habrá peinado en sus sueños de mujer candorosa la melena rubia, abundante y alborotada de niño, semejante a la melena del "Rucu de las pallas", al que debe tu nombre de cariño: "Rucu", que con el tiempo ha cedido al asomo de una incipiente calvicie. Habrán evocado también el escurridizo y resistente sarampión que te puso a las orillas de la muerte y que, gracias -por ventura- al "llancudo" médico ruso, te pudiste recuperar cuando prácticamente había poco por hacer.
 
¡Salud hermano por las cuatro décadas¡
 
¡Salud por la feliz memoria familiar! desde la lejanía, imaginémonos estar sentados, los siete hermanos, en torno de la mesa grande y negra de aliso, que papá adquirió de la Tía Gaudencia Hidalgo –hermana del abuelo Salomón– la misma que nos acompañó largos años, mesa que ganaba prácticamente la provisional cocina-comedor, testigo de nuestra enorme voracidad, cómplice de nuestros regocijos, escucha de las alegres conversas y escaramuzas de adolescencia. Vivencias que aún hoy huelen y saben a bizcocho y calabaza, a lluvia y estío, a llantos y risas. Difícil de describir en esta mal hilvanada epístola de homenaje.
 
¡Salud hermano por los años transcurridos!, por las anécdotas que el tiempo nos legó. Algunas tan hilarantes que no han cedido al paso cansino de los años, como "Las del Tío Roque" ¿Recuerdas? experto en edificar hornos con sapiencia y paciencia, al que arruinaste su bien amasada "torta de horno" al escapar de la tanda de latigazos que acariciaban tu espalda, gritando desesperado: "¡Tío Roshember  sálvame, sálvame!".
 
¡Salud hermano!
 
Por nuestros padres, por nuestros hermanos y hermana, en especial por los tuyos. Por la unidad familiar, forjada en el crisol de nuestro bendito hogar; por nuestra santa tierra, como bien, en un perfecto símil reflexionaba Basadre refiriéndose a su entrañable Tacna: “muy a pesar de la distancia, pues el sentirnos enraizados en ella es, acaso, el mejor regalo que pudimos tener, pues nuestro bello pueblo, esculpió, sin que nos demos cuenta, ese sentido de compenetración con el mundo físico circundante que, es el más humilde y el más feliz de los dones que la vida nos otorgó. Y aquella le cción que ella nos dejó, ha sido, es y será el tónico cuando alguna vez asoma la crisis de identidad. Por eso ahondar en los recuerdos de nuestros tiempos de niño, ubicados en el rincón al que el destino nos arrojó, es ir mucho más lejos y hondamente que cualquier palabra”.
 
¡Un abrazo fuerte, hermanito!
 
13 de diciembre de 2008
 
 
 
 
 


jueves, 6 de diciembre de 2018

¡REENCUENTRO DORADO!


            Emociona escribir una crónica  de una efeméride  singular, tanto por su contenido histórico y  cuanto por sus especiales protagonistas, ellos maestros que hace 50 años cruzaron los umbrales de la “Escuela Normal Mixta de Huari” para internarse  en los espacios  más trascendentes y fecundos de la patria, ahí donde se construye el presente y el futuro del Perú. Me emociona escribir porque parte de este grupo es mi padre Getulio Malqui Osorio, integrante de la Promoción 1968  de la primera institución formadora de maestros  en la historia de la extensa provincia de Huari.
                Las líneas que transitan  desde este torreón que hoy se siente inmensamente orgulloso  y cual artesano de la palabra  intenta  construir  con  cada  vocablo,  frase y  párrafo su  admiración y reconocimiento a esta pléyade de dignísimos maestros que  se formaron  como tales en nuestro amado Huari y rendirles  un justo tributo en  este acontecimiento  de sus  “Bodas de oro promocionales”.  Hoy, cuando  ellos   ya “disfrutan” de  su  “jubilación”,  aunque el disfrute y el júbilo a los que aluden las palabras entrecomilladas no respondan  necesariamente  a la realidad de un país en donde los maestros no  tienen, ni  han tenido secularmente el trato justo y decoroso  que hartamente merecen,   pero que, sin embargo,  tienen las glorias de  su legado inconmensurable y del reconocimiento social que no tiene precio. Hoy me inclino reverente ante ellos con la convicción  que las multitudes  de  los pueblos en  donde les tocó desempeñarse también los recuerdan con gratitud y cariño.
                El reunirse después de medio siglo de haber zarpado al mar   ora calmo, ora  proceloso del quehacer educativo y cumplir  con pasión   y compromiso su apostolado   a pesar de las condiciones  adversas, sorteando  las encrespadas olas y arrancando los  abrojos  para construir junto a sus estudiantes el camino que conduce al puerto de la esperanza.  El reunirse  con  viejos camaradas en la forja de una profesión  indisolublemente ligada al bienestar de los pueblos , ha significado seguramente  un reencuentro con los  recuerdos, aquellos que atesora la memoria , la cuida y la guarda y emergen en estos reencuentros únicos que auspicia la vida.
                Mi padre me contaba que con algunos de ellos  se ha vuelto a ver luego de cincuenta años y me lo contaba con emoción desbordante y añadía que en adelante los reencuentros se darán  en diferentes ciudades  del Perú según un cronograma ya acordado. Le noté feliz a mi padre y eso significa mucho, me contó detalles del recuentro dorado y  celebré junto a él  y le congratulé y le alenté en ese cometido. Como  todo hijo conozco de cerca sus experiencias más importantes de mi padre y en las ya lejanas tardes huarinas, cuando aún yo cursaba la educación básica, nos reunía a sus  siete  hijos y nos mostraba su voluminoso álbum fotográfico   donde cobran vida sus  principalmente recuerdos de su formación docente allá en nuestro amado Huari durante  la segunda mitad de los años 60 del siglo pasado.  Me queda claro también que por aquellos nuestra   ciudad natal  vivió una autentica primavera donde florecieron el arte, la música, el teatro y el deporte,  al calor y abrigo de su Alma mater y de egregios maestro y en especial el inolvidable  Samuel Vidal Olivas, maestro tutor de la promoción dorada.
                Mención especial merece el maestro Silviano Hidalgo Sandoval,  entusiasta y esforzado coordinador y organizador  del reencuentro dorado  SILVIANO Hidalgo (Presd.) Paulina Pantoja (Sec.Actas) Lortha Trujillo (Sec. Econom.) Mauro Inchicaque (Sec. Organiz.) Luis Salas (Vocal) Thelma Alvarado (Vocal