¡Salud
por los cuarenta! (Rucu)
“Y al final, no son los años en tu vida los
que cuentan. Es la vida en tus años”.
Abraham Lincoln
Nuestros padres deben
estar felices, hoy
13 de
diciembre, recordándote con el inmenso
cariño de siempre.
En especial hoy, en tu
onomástico, a pesar de la soledad que nuestras ausencias asestaron a sus corazones, ellos deben estar
felices.
En la víspera, habrán
hurgado en el polvoriento anaquel
familiar las una y mil
anécdotas en las que tú fuiste el protagonista. Me imagino, que mamá te habrá peinado
en sus sueños de mujer candorosa la melena rubia, abundante y alborotada de niño,
semejante a la melena del "Rucu de las pallas", al que debe tu nombre
de cariño: "Rucu", que con el tiempo ha cedido
al asomo de una incipiente calvicie. Habrán evocado
también el escurridizo y resistente sarampión que te puso a las orillas de la muerte
y que, gracias -por ventura- al
"llancudo" médico ruso,
te pudiste recuperar cuando
prácticamente había poco por hacer.
¡Salud
hermano por las cuatro décadas¡
¡Salud por la feliz memoria familiar! desde la lejanía,
imaginémonos estar sentados, los siete hermanos, en torno de la mesa
grande y negra de aliso, que papá adquirió de la Tía Gaudencia Hidalgo –hermana del abuelo Salomón– la misma que
nos acompañó largos años, mesa que ganaba prácticamente la provisional cocina-comedor, testigo de nuestra enorme voracidad,
cómplice de nuestros regocijos, escucha
de las
alegres conversas y escaramuzas de adolescencia. Vivencias que aún hoy huelen y saben
a bizcocho y calabaza, a lluvia
y estío, a llantos y risas.
Difícil de describir en esta mal hilvanada epístola
de homenaje.
¡Salud hermano por los años transcurridos!, por las anécdotas que el tiempo nos legó. Algunas
tan hilarantes que no han cedido al paso cansino de los años, como "Las del Tío Roque" ¿Recuerdas? experto en edificar hornos con sapiencia y paciencia,
al que arruinaste su bien amasada "torta de horno" al escapar de la tanda de latigazos que
acariciaban tu espalda, gritando desesperado: "¡Tío Roshember sálvame,
sálvame!".
¡Salud
hermano!
Por nuestros padres,
por nuestros
hermanos y hermana, en especial por los
tuyos. Por la unidad familiar, forjada
en el crisol de nuestro bendito hogar; por nuestra santa tierra, como bien, en un perfecto símil reflexionaba Basadre
refiriéndose a su entrañable Tacna: “muy a pesar de
la distancia, pues el sentirnos enraizados en ella es, acaso,
el mejor regalo que pudimos tener, pues nuestro
bello pueblo, esculpió, sin que nos demos
cuenta, ese sentido de compenetración con el mundo físico circundante que, es el más humilde y el más feliz de los dones
que la vida nos otorgó.
Y aquella le cción que ella
nos dejó, ha sido, es y será el tónico cuando alguna vez asoma la crisis de identidad. Por eso ahondar
en los recuerdos de nuestros tiempos de niño, ubicados en el
rincón al que el destino nos arrojó, es ir mucho más lejos y hondamente que cualquier palabra”.
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