miércoles, 17 de junio de 2015

¡¡Felices 70 "Mama Alchi"



     Hoy, 18 de junio,  alejado de mi  Huari, espacio vital,  hermoso y entrañable, a cientos de kilómetros de ese  íntimo proscenio familiar como fue nuestra casa solariega, mudo testigo de nuestra vivencias infantiles y juveniles, saludo con reverencia a mi MADRE,  a mi adorada "Mama Alchi" en sus 70 felices años.  Madre virtuosa,  abuela sin parangón,  cuya existencia es la luz que alumbra nuestro camino y alienta  nuestra existencia. A manera de homenaje dedico estos breves párrafos donde se revela su calidad de abuela tierna y amorosa:
     "Mi hijo, el mayor de sus nietos varones, cuya infancia discurrió al calor y  abrigo, en gran medida, de sus abuelos paternos, guarda en sus abultadas maletas  recuerdos  indelebles, con  sello de longevidad, que cada vez que se evocan se abren lozanos  y  sabrosos para escanciarlos con fruición y también con nostalgia. Su abuela fue,  además de ser su más desconfiada celadora, la apoderada acuciosa y atenta , tanto en su educación inicial y  cuanto en  primaria,  que acudía al  llamado de su profesora a  lidiar  con sus travesuras, que no fueron pocas, y  litigar con singular ternura y  a veces "fiereza"  frente a sus pueriles litigios en el aula.
        Su maestra de primaria, de grato recuerdo para nosotros sus padres y en especial para mi hijo, nos refería, a manera de anécdota,  sus memorables performances de “apañadora”, digo apoderada ,  como en aquella oportunidad cuando  rompió de un balonazo  la luna de una de las ventanas de la Dirección de su colegio,  que ameritó, como es natural, la presencia de la apoderada. Fue ella a responder y a defender. Sus innegables condiciones abogadiles, como buena hija de escribano,  liberaron a su querido nieto  de toda responsabilidad, es decir,  lo absolvieron. Recuerdo que aquel mediodía mientras almorzábamos en casa de mis padres discurseaba con orgullo  los entretelones de aquel "litigio". Nunca  logró enterarse, eso si, que a escondidas logramos “arreglar”  con la dirección y con  su profesora el costo de su travesura. Frente a su inmensa ternura para con su nieto, que en algún momento la cegó y le hizo perder objetividad, solíamos   sin que ella se entere, asumir algunas de las travesuras y hazañas de mi aún pequeño hijo. Fue siempre así mi Madre, querendona con sus nietos.  El haber tenido tantos hijos e ir quedándose sola por la diáspora dolorosa de la mayoría de ellos,  influyó  sobremanera,  buscó  volcar toda su ternura en su único nieto en aquel entonces,  se desvivió  por él y  nos suplió, mucho tiempo, con generosidad y desinterés admirables.
       Otra de las anécdotas donde se puso de manifiesto la "fiereza" maternal de mi madre, fue cuando en los "Juegos Florales de Primavera", estando mi hijo en  el último grado de primaria, ganó el concurso provincial de declamación organizado por la UGEL- Huari, el director de su colegio, un tristemente recordado ex “curita",  se negó entregarle el premio, aludiendo  que  aquel le correspondía a la  institución mas no a él.  Como colegirán ustedes, la reacción de la abuela fue severa e  inmediata, sin medias tintas y  frontal, la emprendió contra aquel  mal director poniendo en duda sus cualidades sacerdotales. Usted no es justo y  está maltratando a mi nieto, su actitud no es digna de un sacerdote, dijóle. Años más tarde, este personaje,  se alejó de sus votos sacerdotales y hoy por hoy camina por otros senderos.
     Todas las  abuelas  tienen  el mismo sello: Son las  que inventan cuentos de duendes, las que relatan inverosímiles historias y  encumbren, a espaldas del abuelo gruñón, las  hazañas y travesuras de sus nietos y  que todavía se descubren luego de muchos años, como en el presente caso:  ¿Quién destrozó los maceteros o arruinó los "vigilados" huertos? ¿Quién   maltrató a los indefensos polluelos de la granja y  los situó al borde de la muerte?  ¿Quién hizo del patio de la casa su fortín deportivo donde libérrimo, en ausencia del abuelo, empalmó sus más furibundos balonazos embadurnando las relucientes y blanqueadas paredes  y convidó a su pequeña tropa de amigos los  todavía inmaduros manzanos, tomatillos e higos? ¿Quién  fracturó de un golpe certero de balón  uno de los aromáticos cedrones que,  para mi padre, constituían sus mas  preciados arbustos, por lo difícil que resultó  hacerlos   "tacllar" o prender?  o lo más importante: ¿ Quién encubrió tamañas hazañas? ..."

     ¡¡Te amo viejita linda!!