domingo, 18 de mayo de 2014

EDITORIAL: La necesidad de un “Estadio Municipal”


  
"Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, 
sólo es posible avanzar cuando se mira lejos"
José Ortega y Gasset


    Han pasado los años dejando a su paso indelebles recuerdos en la memoria colectiva de nuestro pueblo y descubriendo cómo las obras materiales van quedando obsoletas, ruinosas y decrépitas de tanto habernos servido, algo así como que “la vida que les falta, sea la vida que nos dieron”. Huari ha crecido con algo de vértigo, aunque desordenadamente, su población se ha incrementado considerablemente por el fenómeno de la migración y otros factores socio- económicos y políticos, cuenta con más centros educativos e instituciones privadas y públicas, muchas de ellas dando fe de una descentralización, en realidad, inexistente. 

    En el análisis de la situación de la capital de nuestra provincia, se constata una necesidad prioritaria: “El Estadio Municipal”, cuya concreción no puede esperar más de lo esperado, máxime si tomamos en cuenta que el que tenemos, además de no ser propiedad del pueblo, no cuenta ni con las condiciones, ni los requisitos que la modernidad exige e impone para la práctica del fútbol, el deporte más popular del planeta: Medidas reglamentarias, pista atlética, gramado, tribunas confortables, mallas de seguridad, camerinos, entre otras. Además, el que tenemos, ya no se da abasto para satisfacer a nuestra niñez y a nuestras entusiastas muchedumbres. Sin embargo, las últimas gestiones ediles no parecen haber advertido tan evidente carencia, salvo en épocas electorales, donde suelen enamorar al electorado con repletas y, en su mayoría, demagógicas ofertas, que una vez concluidas o se volatilizan o se almacenan en gigantes ostras para dormir el sueño de los justos. Aunque sea doloroso admitir, los que llegan al sillón municipal, lo hacen con los portafolios vacíos y anémicos de planes y programas, no hay, en su mayoría, la vocación de servir, sino de servirse. A umbrales de su Bicentenario, Huari aún divaga en las penumbras borrascosas de la carencia, el caos y la ineptitud. 

    El deporte en general y el fútbol en particular suelen ser en los pueblos del Perú profundo, los “barco insignia”, razón y motivo de orgullo, y sus Estadios, una de sus cartas de presentación. Así lo entendieron algunas provincias hermanas de menor población y tradición deportiva que la nuestra, y demás esta decir, sin los recursos y oportunidades con los que contamos nosotros. Por citar algunas: Pomabamba, inauguró hace 20 años su amplio y moderno estadio con cómodas instalaciones; Recuay, cuenta con uno de los más modernos de la zona sierra de nuestra Región, ni hablar de Casma con su hermoso “Valeriano López” y otras como Yungay y Caraz no se quedan atrás. Es que el fútbol es algo así como el más delicioso sazonador de la vida de los pueblos, que desde su feliz invención, por los “Anglosajones”, en el alborotado siglo decimonónico, ha encandilado a la humanidad, ubicándola en las antípodas del egoísmo, de la segregación, de la guerra, uniendo pueblos, construyendo amistades. 

    Finalmente,  decir que si no invertimos en infraestructura deportiva, no podemos aspirar que nuestra niñez y juventud crezcan en la práctica del deporte, bastión substancial de su desarrollo. Hacer realidad el sueño, todavía irredento, de un “Estadio del pueblo” asoma como el justo tributo a nuestro mayor capital humano y que abrirá las puertas para ulteriores éxitos deportivos. Si antaño tuvimos glorias y preseas deportivas de trascendencia y que marcaron época, hoy, lamentablemente ya no las tenemos, porque justamente, la precaria, obsoleta y descuidada infraestructura dificulta y limita porque nuestros valores se proyecten más allá de nuestras fronteras. Amén.