viernes, 26 de julio de 2013

Apuntes de Bitacora


Nelly Munguía: "El alma del Sara Sara"

"Después del silencio, lo que más se acerca a 
expresar lo inexpresable es la música"

        El jueves último,  José María Salcedo en su programa “Chema a las Once” entrevistó a Julio Humala, extraordinario guitarrista ayacuchano. Siendo él, uno de los músicos  a quien admiro y valoro, escuché con atención la amena e interesante  entrevista. “Chema”, es un entrevistador de polendas, conocedor del Perú profundo, en ese ámbito se maneja extraordinariamente. Todos recordarán  su programa “Nuestra Tierra” de RPP  con el que recorría las diferentes regiones del país. De manera que el dialogo, con su ocasional invitado, fluyó apacible y con remansos de ternura para con  la música andina, aquella que canta llorando, riendo y  amando.

        Julio Humala, "coracorino" de corazón,  al tiempo de explicar las bondades de su música y de las cualidades especiales  de la guitarra  andina-peruana, se enorgullecía de su procedencia. Pocos,  dijo, como los ayacuchanos podemos preciarnos y presumir de nuestro terruño, especialmente  de su talante rebelde e indomable: Cuna de la Independencia americana y reducto de la resistencia  contra  opresores e invasores. No le falta razón, cuántos han negado a su  terruño apelando a subterfugios al afirmar, por ejemplo, soy huarasino siendo llamellinos. Carentes del sentido de identidad, de orgullo  y pertenencia.
 En otro momento de la entrevista, Chema,  le preguntó  por Nelly Munguía:
  - No la veo desde hace algún tiempo, Le preguntó extrañado.
 a lo que Julio respondió con evidente dolor y  tristeza:
 - Nelly, ya no está con nosotros, falleció el pasado abril en los EE.UU  víctima  de   una penosa enfermedad. La triste noticia, respuesta inesperada y dolorosa, enmudeció por un instante al entrevistador.

       Para mi,  resultaba increible enterarme tardíamente de su  prematura desaparición. En tiempos donde la información y la noticia navegan raudas desde y hacia cualquier punto del planeta, máxime  siendo ella una artista reconocida cuya  jerarquía  ha trascendido los ámbitos de su provincia y departamento, la inespèrada notcia me cayó como un baldazo de agua helada.  Tuve la suerte de conocerla y departir  con ella  algunos días cuando visitó, por primera y única vez, nuestro Huari:

       En octubre de 1994, la Municipalidad de Huari organizó “El I Congreso del Hombre Peruano y del Medio Ambiente” dentro de la nutrida  programación se anunciaba la visita de Nelly Murguía, Manuelcha Prado y Julio Humala. Aquellos años el que escribe esta nota presidía la Comisión de Cultura y Deportes del Honorable Consejo Provincial de Huari presidido por el entonces alcalde provincial  Héctor Flores Leiva. Huari, vivía años de crispación política, de polarización e intolerancia. El Perú se desangraba por la subversión,  y el fujimorismo,  legitimado por el CCD y su  espúrea criatura la  constitución  del 93, emprendía un  proyecto autocrático que devino en el latrocinio, la corrupción  y el pisoteo de los derechos humanos.

         Nelly, Manuelcha y Julio, la fantástica trilogía ayacuchana llegaba a Huari. Corrían los primeros días de aquel octubre. La noche del 04, en el Salón Parroquial, ante un auditorio atiborrado  de, en su mayoría visitantes e  invitados especiales, ofrecieron un recital inolvidable, un suculento convite de canciones y melodías andinas.  Se  lucieron los tres, en especial Nelly Murguía, considerada como “ El alma del Sara Sara”.  Escucharla fue como  oír el canto del viento, de la lluvia y del agua  que baja solitaria por las quebradas y cascadas andinas de nuestro Perú hermoso, de nuestra patria serrana. Aún resuenan en mis oídos aquellas melodías ataviadas de ropaje poético  que me suscitaron sentimientos de orgullo de haber nacido en este Perú milenario, hermoso y multitudinario: Vicuñita de altas punas, que bonita lana tienes…”  “Paloma desmemoriada” “Flor de retama” “Vivir sin ti”, etc. etc

      En la mañana del miércoles 05 de octubre, día esplendoroso con mañaneras  claridades de  primavera  alegre y amical,  la encontré caminando  por nuestra  Plaza Mayor rumbo a la catedral, la saludé con atención  y cariño. Caminaba distendida acompañada  de otra gentil dama, la presenté  a mi esposa y mi aún pequeño hijo y entablamos una larga y, para mi, inolvidable conversa. Respondí  algunas de sus  preguntas elementales sobre el origen de Huari, su historia y sus fundadores. Llegamos así, en fraternal conversa,  a las inmediaciones de “Pachanpunku”. Desde ese empinado lugar se avista el manso “Llamoj”, atalaya burilado en la memoria de los huarinos que sentimos que no hay otra tierra más hermosa que la nuestra. Se le notaba fascinada por la belleza de nuestro cielo, apreciaba con gusto el manso Llamoj y soltaba preguntas y preguntas. Su menuda presencia contrastaba con  la inmensidad de su sonrisa y sencillez, aquello que distingue a los predestinados, a los grandes,  a los que no tienen fronteras que delimiten sus afectos,  sean estos,  ricos o pobres, jóvenes o ancianos, creyentes o no creyentes.

       Sin embargo, un detalle fortaleció mi recuerdo y aprecio por tan destacada artista. Con cierto temor, como dicen “porsiacaso” la invité para la “Velada Literario Musical” que organizaba la “Promoción 1994” de la escuela “Virgen de Fátima”  de mi tutoría. Gracias, me dijo, añadiendo que si deseaba podemos hacer música es cuestión de conversar con Julio Humala, de mi parte no hay problema. Conversé con Julio y  me aceptó en el acto. Tenerlos  era garantizar un lleno total y recaudar los fondos  que nos faltaban para hacer realidad nuestra excursión a la ciudad de Trujillo. Comuniqué la buena noticia a Carmen Jara Salas y Juan Vidal Ayala, mis colegas co-tutores de la Promoción. No obstante la buena noticia,  asomaba un  pequeño problema: No teníamos el equipo de sonido acorde a las circunstancias, sólo contábamos con un  equipo elemental que ni permite el lucimiento, ni auspicia una buena  performance. Llegó la noche, el auditórium, esta vez, repleto de huarinos residentes y visitantes y pese al vetusto equipo de sonido, vibró con las canciones de la inolvidable artista, a quien rindo mi más sincero homenaje apelando al título de una de sus  más  celebradas  canciones: “Nunca Jamás” te olvidaremos.

Lima , 26 de julio de 2013

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