viernes, 18 de enero de 2019

HUELLAS DEL BALÓN: “Wico” Un pelotero de antología.


HUELLAS DEL  BALÓN: “Wico”  Un pelotero de antología.
(Edwin  Avendaño Hidalgo)
             El personaje que  hoy evoca el torreón memorioso es algo parecido a don Quijote  que defiende sus ideales ante todo y que se esfuerza por cumplir objetivos de improbable consecución y su  prédica profesional y amical están  siempre preñados de sueños  que los comunica con alegría y afecto, en mi particular caso, como  primo, alumno,  colega, además de compañero en el deporte y la bohemia  y en las sendas avanzadas culturales que bajo su iniciativa se plasmaron allá por los años ochenta y noventa.
            Hoy,  me toca escribir  sobre el “Wico” deportista,  de aquel que sin ambages declaraba orondo: “Zico en Brasil y Wico en Huari” en un símil no distante de la realidad por todo lo que significó para el fútbol huarino en términos de espectáculo, de preseas deportivas y de un estilo de juego inconfundible que se distinguió por su calidad,  sutileza   y picardía, características que  destacan y recuerdan  sus coetáneos  y en especial  los huarinos amantes del deporte. En el registro de los peloteros con quienes jugué  y  vi jugar, es sin duda uno de los referentes.
            Su nombre, en la historia del  futbol huarino, está asociado  a las selecciones provinciales, a las del glorioso colegio “Manuel González Prada”  y al de  su  “Alianza Carmen Milagro”, este último, baluarte del fútbol  de los "Barrios Bajos" de nuestra ciudad y  de un historial  que registra resonantes triunfos,   tardes gloriosas  en el viejo estadio del “González Prada” y  de  seguidores  que se cuentan por millares de  cuyo apoyo  y aliento  incondicional son testigos las graderías de nuestro viejo estadio,  el  éter que desplegaba los gritos apasionados mientras en el cuadrilátero polvoriento  se trajinaba en pos de glorias y victorias, nadando en el polvo,   maquillándose   de sudor, bruñendo la piel  bajo el sol implacable.
             El fútbol por aquellos años, los ochenta,  tenía mucho de épico por el esfuerzo  algo de heroísmo  de sus protagonistas. Los duelos , los clásicos y superclásicos acaparaban el interés de la población  y los domingos de futbol  emergían  multitudinarios, coloridos  y el gran cuadrilátero cual vitrina acristalada exhibía a los más grandes  peloteros de la época. La presencia de “Wico” dentro de esta amalgama generosa  que sólo el   futbol puede regalarnos, fue fundamental  tanto por su calidad deportiva  y cuanto por su liderazgo. Inyectó  mística a su equipo y lo llevó,  junto a los bravos muchachos de su oncena , a la cima del futbol huarino en varias oportunidades, adueñándose de campeonatos distritales de la “Copa Perú”.
            Por otra parte, aunque no hay estudios científicos que prueben que los zurdos  son más talentosos,  creativos y geniales que los diestros, sin embargo, dentro de la literatura y periodismo  deportivos,  aquellos son casi sinónimos  de fantasía y genialidad en la práctica del futbol, ahí tenemos por citar  a algunos de ellos:   Maradona, Cueto y  Messi, trilogía llena de poesía y fantasía que deleitó y sigue deleitando  la retina de millones de aficionados. En nuestro Huari, sea por arrastre, contagio o esa  natural y espontánea forma de vivir  y apreciar el futbol  también  se vislumbran  a éstos con más consideraciones que a los diestros. Dos de los zurdos más importantes del futbol  huarino con los que jugué  son Wico y “LLucu” Salas, creo  que lo son tambien  para los entendidos  y aficionados de aquellos tiempos.  Wico es holísticamente zurdo, para usar las manos, los pies, para escuchar y hasta para pensar. Además de la destreza de su pie izquierdo, destacaba  también por su manera de cabecear y parar el balón con el pecho, en ambos casos  con elegancia y maestría. 
              Su  nutrido palmarés deportivo, el mismo que suele  proclamarlo y contarlo   con orgullo  y nostalgia, registra   triunfos resonantes a nivel provincial  y regional con los equipos a los que defendiera  y principalmente  con  el seleccionado  huarino. Dentro de ellos,   una en especial,  el que evoca de cuando en cuando con emoción,  es la “Copa Conchucos” disputada  en la ciudad de los “Cedros centenarios” Pomabamba a inicios de la década del ochenta,  donde  justamente un gol  suyo ,  en la final frente al seleccionado de la provincia de Sihuas,  determinó  la conquista de aquel  campeonato. Tán importante fue aquel tanto  que, en algunas tardes de bohemia al recordarlo, lo describe segundo a segundo, detalle a detalle, sudor a sudor, latido a latido y sus ojos llenos de contento y notoriamente  huidizos  y  por el  estrabismo innato,  se encienden de dicha  descubriendo su alma de pelotero linajudo y de  un cabal romántico del futbol  como pocos. Alguna vez me contó un amigo suyo  y me lo corroboró  un familiar que,  cuando estudiante universitario,  en una pichanga con el equipo del “Spotting Cristal”, entrenado por entonces por el gran Waldir Pereira “Didí”,  le hizo un túnel nada menos que al gran y temible “Chito” la Torre ante la mirada complacida del legendario entrenador brasileño y seleccionador nacional durante la Copa del Mundo  de “México 70”. También me refirió alguna vez  que integró  como invitado la oncena  de la "Amenaza verde" , el “Sport Ancash”  cuando aún cursaba la educación secundaria a finales de los años sesenta
                  La naciente  Liga Distrital de Futbol de Huari, presidida por don Pompeyo Ganalón Hidalgo Bazán, el gran “Detalloso”,  nuestro tío común,  durante los ochenta del siglo pasado,  impulsó  el futbol amateur y convirtió  aquella década en  una  de las más futboleras de la historia huarina,  Grandes oncenas animaban aquellos certámenes: "San Juan", "San Bartolomé", "Alianza Carmen Milagro", "Santo Domingo" y "Caritas" dentro del distrito cercado y "Los  amigos del Puchca"  "Cóndores de Chavín" y "Atlético Minero" de los distritos de Huaytuna (Rahuapampa),   Chavín y San Marcos respectivamente. A los adolescente y jóvenes de entonces nos tocó alternar con consagradas luminarias del futbol provincial y dentro de  estas últimas destacaban Juan Vidal, Raúl Meléndez “Wancho”, Carlos Huerta “Millqui” , “Wico”, "Ñapancha" y jugadores que sin ser huarinos reforzaban a los equipos más importantes del distrito cercado y de las demás  ligas distritales  Memorables tardes, ardorosos encuentros, tribunas repletas, ovaciones inacabables. Aquélla década fue, sin duda gravitante para el fútbol huarino   porque  permitió a mi generación  tomar la posta en la defensa del fútbol huarino.  
                Líneas aparte, por el aprecio, cariño y consideración mutua, no puedo  dejar de expresarle mi gratitud a quien fuera también mi maestro en las aulas del González Prada y en el Instituto  Superior Pedagógico Público de Huari, en este último tutor de la primera promoción  a la que pertenecí a mucha honra; años más tarde, bajo su invitación, asumí  la docente de esta casa superior de estudios. Recuerdo su talante renovador, inquieto y  dialogante, promotor del deporte, del teatro y de la música. Tantas anécdotas contentan  mi memoria de aquellos años vividos y que espero compartirlas algún día si la vida me da la oportunidad y el espacio para hacerlas. Anécdotas como la de aquella tarde de  fines de octubre de 1987  en los afanes de empedrar uno de los cuadriláteros de la loza deportiva del  hoy Coliseo del ISP,  loza construida  justamente por la primera promoción, dimos "no cristiana"  sepultura a la lampa recién estrenada de mi caro amigo “Puruksa” ante un descuido suyo, aquellas carcajadas estentóreas llenos de  regocijo que ni  el tiempo  logró acallar sirven para refrescar nuestras emociones y reinventar  aquellas  horas   y disfrutarlas con la misma  lozanía.  Centenares de anécdotas y vivencias  de las avanzadas culturales y deportivas  a destinos fabulosos de nuestra provincia y departamento, todavía quedan por contar y donde Edwin, mi entrañable primo “Wico”,  fuera el impulsor y también  uno   protagonista.
            Para concluir esta crónica de reminiscencias dirigidas a resaltar las virtudes futboleras  de un  maestro huarino  polifacético y  con alma soñadora como el Quijote, que fue capaz por ejemplo, de construir un reducto ecológico en un lugar  increíble como es Patashgaga y bautizarlo  con algo de ironía  y traviesa insinuación y doble sentido como “SIPUDIERAS AMARME y descubrir en el trayecto de su edificación las piedras,  silenciosos confidentes,   bajo cuya lecho , abrigo y   las  adolescentes huarinas entregaban la prueba de amor a sus alborotados amantes, expresarle  a él  y a mi tierra bendita,  desde la lejanía  y la nostalgia,  mi gratitud por haber sido bendecido por la  amistad y la camaradería en el primer caso y por permitirme vivir  una etapa sin parangón en el segundo caso,  y darme las licencias  para  descubrir  desplegando al viento  mis recuerdos que tuve por fortuna el privilegio de ser, sin proponérmelo,  uno de los testigos de mi tiempo,  y asumir como un deber de escribidor  algo memorioso y   también errático lo que en él sucediera.
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