domingo, 5 de noviembre de 2017

EL ABRAZO DE DOS COLOSOS




                El pasado  sábado  04 de noviembre, se celebraron  los cincuenta años de ordenación episcopal de Mons. Dante Frasnelly Tarter, actual obispo emérito  de  la Prelatura Nullius de Huari, acontecimiento  importante para la feligresía católica conchucana en general, y huarina en particular.  En este acto de carácter religioso y social,  se dieron cita personalidades importantes  de Huari,   y dos de ellos  de los más  importantes de mediados del S.XX: Dante Frasnelly Tarter y Wenceslao Avendaño Morales,  nuestro segundo  Obispo Prelado y nuestro  Primer Burgomaestre democráticamente elegido, respectivamente.
            Seguí las incidencias del evento  por las  ventanas de “Huarilindo” y me sentí complacido al ver el abrazo cariñoso  de estos dos nonagenarios con tanta historia  e impronta. Con ambos me unen lazos de mutua  simpatía y respeto desde los albores de mi existencia y conozco  la  trascendencia de sus obras y legados   en el Huari  de la segunda mitad del S.XX.  El primero,  liderando la misión pastoral de nuestra iglesia y el segundo, como parte importante de la  cultura y política huarinas.  Ambos,  seres humanos  de una cultura admirable  y de talante visionario. En la suma de los acontecimientos  más relevantes  de la historia de nuestro pueblo,  durante el periodo indicado,  aparecen  sus “rúbricas” como artífices y   testigos  de lo que se proyectó y de lo que se hizo en lo material y espiritual.

            Dos caminos y dos formas diferentes de ver la vida, sin embargo,  unidos por un ideal irrenunciable: “SERVIR A HUARI”. El cristianismo, por una parte, y el socialismo, por otra.  Ambos credos  que  enarbolan banderas del  humanismo y que justamente concilian en la médula de la civilización, como es la búsqueda de justicia social y  persiguen la redención de la humanidad, la cual gozará de la salvación si se acoge a los principios básicos de sus doctrinas, como única forma de comprender la naturaleza humana en su esencia. No todos seguramente, como es natural, coincidan con este símil que tiene una carga ideológica y doctrinaria, no obstante, lo que queda meridianamente claro, para la posteridad,  es que ambos personajes de nuestro pueblo, con  más luces que sombras  y con su  natural condición  de seres humanos falibles  e imperfectos, son dos de los más preclaros huarinos, por adopción  y convicción, que  adornan nuestra reciente historia.  
El abrazo entre Monseñor Dante y Don Wenceslao  bien puede aparecer como un monumento a la Tolerancia  y que me remonta a una vieja lectura  sobre el particular:  En Sevilla, se alzó un Monumento a la Tolerancia que lleva   la firma de  Eduardo Chillida y que fuera inaugurado en 1992 y constituye un homenaje a la convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes, que tan rico legado dejaran  en tantas ciudades  de la Madre Patria. En un pequeño muro de piedra, de aquel monumento, se encuentran buriladas  las palabras que el Premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, víctima del Holocausto, pronunció en la inauguración del monumento:
“Deteneos, hombres y mujeres que pasáis. Deteneos y escuchad. Escuchad la voz de Sevilla, voz herida y melodiosa, la de su memoria, que es también la vuestra, es judía y cristiana, musulmana y laica, joven y antigua. La humanidad entera en sus sobresaltos de luz y sombras, se recoge en esa voz para extraer del pasado fundamentos de esperanza. Aquí como en otros sitios, se amaba y se odiaba por razones oscuras y sin razón alguna.. Aquí como en otros sitios, la tolerancia se impone, y lo sabéis bien vosotros, hombres y mujeres que escucháis esta voz de Sevilla. Sabéis bien que, cara al destino que os es común, nada os separa (...)
            Me rindo reverente ante este abrazo, me inclino con respeto ante estos dos colosos, me siento henchido de orgullo por haber compartido con ellos preciadas horas de mi infancia y juventud, con el obispo Dante, como su  monaguillo  y activo participante en los grupos parroquiales y juveniles, y con Don Wenceslao,   horas y horas de charlas de café preñadas de cultura,  política  y  deporte. En ambos admiré y admiro  su inteligencia y su conocimiento de nuestra realidad político social. Recuerdo, como anécdota,  cuando laboraba en  la escuela  de Ampas, luego del shock brutal de Fujimori, bajamos todos los maestros a solicitarle al Obispo su  apoyo urgente a la comunidad campesina. Su respuesta amplia y aleccionadora concluyó con una sentencia que fue el epitafio de aquel cordial encuentro: “Vuelvan cuando las trojas de los comuneros estén vacías, acaba de concluir la época de cosecha y aún tienen con qué sobrevivir” y fue así,  los meses siguientes cuando sucedió aquello que monseñor Dante nos indicará, llegaron tiempos difíciles, donde  las fauces de la crisis económica  mostraron sus afilados colmillos.
            Para concluir esta nota improvisada, pero sentida y emocionada, inspirada en el abrazo emocionado y  aleccionador, cuya fotografía   preside esta nota, expresarles a ambos las gracias por sus posturas ante su Grey y ante su pueblo. Ambos, desde el púlpito y desde el sillón municipal respectivamente,   irradiaron luces de fe y esperanza  para nuestro amado pueblo. En adelante,  seguramente,   les espera frondosos  y mejores párrafos y libros  que ornen las bibliotecas de los huarinos y ancashinos  y peruanos, sin embargo he cumplido con  uno de los  valores   mayores: LA GRATITUD.


He dicho

Mis padres entregando el libro de mi autoría "Apuntes de Bitacora"







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