jueves, 8 de diciembre de 2011

Tradición y evocación...

“Parpa Mikuy" 8 de diciembre


Parpa
Uno de los preceptos consuetudinarios que regía y rige,  sabroso y dulcificado, los 8 de diciembre “Día de la Inmaculada Concepción”, en el mundo andino conchucano, es la preparación de la “PARPA”. En los hogares de antaño, en este día, este sabroso platillo se erigió, más que en ningún otro, en el perfecto cofrade de un café cargado, un autentico “maridaje andino" que se degustaba con agrado en los desayunos y en los lonches lejanos de nuestra querencia, casi siempre junto a la “Tullpa”, febril espacio de la casa coronada de humaredas, colmada de sabiduría -digo por las abuelas- y henchida de entrañable familiaridad.

Hablar de la PARPA, en mi particular caso es hablar de mi abuela materna,  Maximiliana Espinoza Asencios a quien llamábamosla cariñosamente “Mama Chaquita” experta “parpera” que la preparaba con diferentes matices, siendo la mas requerida la de lino y trigo. Me imagino que lo sabroso de este agradable platillo serrano estaba asociado tambien al recipiente en que se preparaba: La tuesta previa de la "machca" se hacía en una cazuela de barro chacasina, en donde bailaba acompasada por las “Wishllas”, tan bien ornadas y “llajlladas” por los artesanos, que al oscilar y rozar sutilmente el recipiente emitían un sonido monótono cuyo eco lejano aun resuena y acaricia  mi memoria, aunque hoy,  más alegre que nunca. Mientras esto sucedía en la cazuela, en una olla pequeña hervía el agua de canela bien azucarada para añadirlo a la “machca” que debía estar en su punto, es decir exhalar su aroma característico, indescriptible ahora. Ya listos la machca y el agua de canela, venía la mezcla cuidadosa con manteca de chancho y una pizca de sal. Era el preludio del sabroso y tradicional desayuno.

Mi “Mama Chaquita” querendona y amorosa proyectó su estela de generosidad más allá de sus hijos y nietos, hasta sus bisnietos, y en mi particular caso fui afortunado ya que mi hijo, el segundo de sus bisnietos debe haber sido el más querido. En muchas tardes domingueras, cuando bajaba a visitarla llevando de la mano a mi todavía pequeño hijo, la colmaba de atenciones. Siempre esas visitas tenían el sabor de la Parpa, porque justamente un 8 de diciembre como hoy “Dia de la Inmaculada Concepción” lo degustó por vez primera y con tanta fruición que en adelante, en cada visita, la reclamaría, y ella, con dulce afán  y ese tierno amor con que las abuelas aman a sus nietos, no dudaba en complacerlo.

A estas horas de la mañana gracias a “Mama Alchi” que por este tiempo, a sabiendas de la predilección de su nieto, nos manda la consabida “machca”, mi esposa se apresta a preparar el desayuno acompañado del apetecible platillo. Lo degustaremos evocando a la abuela y bisabuela querida, que nos dejó tanto recuerdo y cariño, legado de inestimable valor afectivo que perdurará por siempre. 

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