jueves, 14 de mayo de 2009

AYER LO MATARON (Llorando por un árbol)

He aquí una crónica en homenaje al añoso aguacate que adornó la escuela "Virgen de Fátima" por muchas décadas, que lamentablemente fue talado sin criterio alguno..

"A veces quisiera como dice julio Cortazar, hacerle el amor a las palabras, y decir puras cosas bonitas, pero aquí las palabras hieren. En mayo pasado fui a mi ex escuelita a darme una vuelta; quería visitar la nueva construcción. Llegué al lugar con mi nostalgia a cuestas. La encontré muy diferente por obvias razones. Miré hacia la parte baja, hacia el atrio de la vieja prevocacional. Apuré el paso. De pronto recordé el frondoso palto, el añoso árbol, el prolífico aguacate con su sombra hermosa, habitad de innumerables pajaritos.

Al no verlo lo imaginé macheteado, casi muerto, talado brutalmente. Lo habrían arrancaron casi todos los brazos, nidos tirados. Plumas de pájaros esparcidas por doquier. Animalitos deambulando, sin encontrar refugio. Aves que están en los tejados aledaños. Estoy llorando de tristeza; Ya no recibirá su sombra; a los pajaritos que solían pasar la mayor parte del día al cobijo y abrigo de sus ramas. Ya no veré moverse sus hojas al compás de las canciones que los niños suelen interpretar en el patio de honor. Creció hermoso, verde, frondoso, y lo mataron. Fueron largos años de existencia que bien podrían haberse preservado con un poco de criterio.

Hay árboles que son auténticos iconos de pueblos y ciudades: Robles y eucaliptos centenarios adornan el devenir de algunas provincias hermanas. Y este lindo aguacate era eso un icono. ¡A cuántas generaciones nos acompañó en la vieja prevuchi! Mataron la alegría y el jugueteo de las aves, sus trinos, por las mañanas, al levantarse el sol. Se me estrujó el corazón, creo que mataron una parte de esperanza, de libertad, de existencia vital. Caminaré recordando el comentario de mi ocasional acompañante.

- Ay compadre, no exageres. Además, ésta no es tu casa.
- No, me apuré a responderle. No es mi casa, es cierto- le dije; Pero llevé más de diez años viviendo aquí. Dentro de mi dolor, me doy cuenta que una preciosa ironía asoma en mi febril elucubración: Murió el añoso aguacate, sin embargo, los niños disfrutarán de una cómoda infraestructura y una mejor educación. Eso esperamos"

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