jueves, 22 de febrero de 2018

“APUNTES DE BALÓN”



"Dios bendiga a quien haya  inventado el fútbol"
Paolo Rossi
          He trepado a mi  torreón imaginario, para  juguetear con mi memoria  y escribir lo que aconteciera  aquella tarde ya lejana del 06 de octubre de 1995 y compartirlo con ustedes mis amables lectores, espero que el vuelo sea lo suficientemente  empinado y me ayude a registrar  con claridad  lo ocurrido en  aquel octubre huarino de amaneceres limpios e inquietantes y de primaveras en flor:  Por aquellos años, las tensiones políticas habían afectado  y minado considerablemente  la paz ciudadana y el Perú, en su conjunto,  se desangraba  en  un rio  turbulento y  fratricida cuyas riadas  también tiñeron de sangre los predios de nuestra provincia. En una tarde de agosto huarino, polvorienta,  de vientos frenéticos y  sementeras baldías; y  cuando la ciudad con su calmo caminar y  su plaza mayor, más hermosa que la actual  que más parece un descampado y desolado espacio, carente de los atributos esenciales que  estas ágoras poseen y trascienden en  las ciudades, como la nuestra, llenas de historias y leyendas y glorias mil.  Encontrándome ahí,   en la  primera esquina,  luego de asistir a una sesión de consejo, comentando asuntos de interés  con algunos amigos,  nos juntamos nuevamente con  algunos regidores de la comuna y minutos después con el   alcalde Héctor Flores Leiva que dirigiase a su domicilio luego de   abandonar el recinto municipal.  Ahí, en  la tienda de la esquina, nos tomamos una gaseosa en fraternal y amical conversa, lejos de las tensiones que acarrean los debates, sean estos políticos o vecinales. La proximidad de las fiestas de octubre  concita afanes y preocupaciones  de  funcionarios y también de las autoridades y en especial edilicias, de manera que el tema de la conversa giró en torno de aquello. El alcalde, según nos comentó, ya  tenía en mente algunas actividades que los propondría en la próxima sesión de consejo. Una de ellas, era  invitar a personalidades distinguidas de la provincia y de la Región y condecorarlos por sus valiosos servicios prestados a la cultura local, regional y nacional, la “Pastorita huaracina” y Teófilo Maguiña, encabezaban la lista. La idea  la acogimos con simpatía y respeto por tratarse de dos símbolos culturales de Huari y de Ancash.  Sin embargo,  falta algo, pensé en mi fuero interno,  y propuse   como una idea nacida en el  momento,  para redondear  el pensado homenaje, invitar al “Granítico” Héctor Chumpitaz, fue una idea del momento, como soñando,  impulsado por mi gusto  y pasión por el fútbol y además como integrante  de la  “Comisión de  Cultura y Deporte”.  La iniciativa o sugerencia  fue acogida con simpatía por el burgomaestre, creo que le entusiasmó y  ofreció  conversar  con la Corporación Backus  y solicitarle el auspicio de tan ilustre presencia, las  gestiones no tardaron en dar sus frutos, no sólo se  consiguió la presencia del “Capitán de América”, sino  también , de los ex mundialistas de “México 70” y “Argentina 78”, todos ellos agrupados en la “Peña de los Jueves”
     Aquella noticia, me la comentó el alcalde a manera de primicia,  la misma  que recibí con alegría,  agradeciéndole sus buenos oficios y su interés.  No obstante, al correr el reguero de aquel anuncio, ésta  generó  entusiasmo  pero también  incredulidad en algunos que luego se disiparía  al salir el programa general y anunciarse, para el día 06 de octubre de 1995, el gran encuentro de fútbol entre “Los ex mundialistas” y “Las viejas glorias del fútbol huarino”.  Así  se gestó  y así comenzaba  la historia de uno de los acontecimientos más importantes del fútbol huarino. Las retinas de nuestro pueblo olvidado se abrirían para recibir la luz de aquella constelación de estrellas futboleras de la época dorada  de nuestro balompié, cuyo palmarés insuperable registra, nada menos,  que tres citas mundialistas y la “Copa América” de 1975. 
                El 06 de octubre, muy temprano, Huari recibía,  entre fulgurantes rayos solares de primavera,  a los ilustres invitados liderados, como en los viejos tiempos,  por Don Héctor Chumpitaz, “El Granítico” o “Capitán de América”, como gusten nombrarlo o recordarlo.  La comuna huarina se vestía de gala y el pueblo paralizado en emociones  se desvivía en hospitalidad, cariño y gratitud. Allí estaban  recorriendo las calles de Huari, derrochando sencillez  y humildad: Hugo “El Cholo” Sotil,   “El Doctor” Eloy Campos, “Calidad” Risco, “El muerto” Gonzales, Andrés Zegarra, “La Bruja” Bonelli, Juan José  Oré, el “Chevo” Acasuzo, César Adriazola, entre los más destacados. Parte de la leyenda del fútbol peruano honraba a nuestra vieja ciudad  y a su gente. Nunca antes ocurrió aquello, el brillo sagrado de los gladiadores de mil “batallas",  gloriosas  e irrepetibles, levantaba  fulgores de emoción, y sus calidades  de buenas personas se equilibraban y complementaban  con la inmensidad de su calidades deportivas. Jugadores irreprochables dentro y fuera de la cancha.
                El honorable ayuntamiento huarino  me había  conferido el privilegio de reseñar la trayectoria deportiva y homenajear al gran “Capitán de América” en el solemne evento de condecoración, de manera  que consideré necesaria  hacer un aparte  y  conversar con él.  Emocionado  me dirigí al Restaurante de Amaranto donde desayunaban los ex seleccionados, ahí estaba el mítico futbolista  arropado por su esposa degustando el desayuno huarino, le  saludé  con sumo respeto y cariño, hice lo mismo con su amabilísima esposa,  le explique el motivo de mi  presencia -pedirle algunos datos relevantes de su frondosa biografía deportiva-  el que aceptó con la sencillez que distingue a los grandes. La confianza que me infundiera, propició una conversación similar a la de viejos conocidos. En verdad, no me era tan necesaria tal conversación, lo confieso ahora, si lo hice, fue  por una cuestión de orgullo y privilegio, para contarlo y ufanarme de aquello algún día. No era necesaria,  en el entendido  que la biografía de un deportista de la talla de él,  suele  navegar por todos los senderos de la patria y el Mundo y,  además,   sin falsas vanaglorias pertenezco a  esa legión de hinchas que durante  su niñez y adolescencia, paraba  prendido de  los  programas deportivos de la radio, y almacenó vasta información sobre el maravilloso universo del fútbol.
               La ceremonia de condecoración, presidida por el  burgomaestre huarino,  tuvo  diversos fulgores, los de la gratitud y  los  de la  memoria. El salón consistorial de nuestra municipalidad provincial se vestía, como pocas veces, de gala, de orgullo, y además dentro de un marco de emociones y afectos  unánimes. El alcalde provincial de entonces   entregaba   la medalla “Huari, Capital Ecológica del Perú”   a luminarias de las letras, del canto y del deporte: Héctor Chumpitaz, La “Pastorita Huaracina”, Teófilo Maguiña y Don Gustavo Carrión Zavala Fue una sesión memorable que  los anales de nuestra historia registraron para  evocarlo con orgullo y respeto. La concurrencia masiva dentro y fuera del recinto histórico, con la avidez incontenible de saludar a los homenajeados, pagaba con creces la formidable iniciativa y tan notable actividad. 
                El partido estaba programado para las tres de la tarde. Pocas veces vi al estadio de nuestro colegio, tan atiborrado de publicó, y como nunca las “populares” también, bautizados como tales a  las faldas aledañas al riachuelo de Virá. No era para menos ya que el gran encuentro se anunció también en los cercanos distritos de Chavín, San marcos, Masin y Rahuapampa cuyas muchedumbres se volcaron  al  viejo canchón de nuestro glorioso “González Prada”. La tarde agrisada y la lluvia amenazante no fueron óbices para coronar una tarde de glorias, de vítores y de anécdotas. La “oncena”  huarina, un combinado de viejas y jóvenes glorias de nuestro balompié local de entonces, sucumbió ante la calidad inconmensurable de los aún cuarentones y cincuentones mundialistas, indemnes  aún en sus  facultades, en su energía, en su arte y temperamento. Fue un magno espectáculo, una cátedra de fútbol, lo que  impartieron Chumpitaz y compañía; en un canchón  hostil, inadecuado para la práctica del futbol, se dieron maña para tocar la pelota con calidad y precisión, rotarla, acariciarla y regalar al respetable tremenda faena. No escatimaron nada, ni se quejaron de nada, ni siquiera de la lluvia, ni del lodo enojoso,  llegaron a alegrar a un pueblo que nunca imagino tenerlos en su casa.
                Recuerdo algunos pasajes  del partido, que valen para la reminiscencia eterna: Un balón despejado  a lo alto para disputarlo con el “Granítico”, al que  dudé si encararlo o no, finalmente desistí al intento  disuadido por su legendario y clásico  salto  a “doble ritmo”. Me detuve   complacido a escasos centímetros de él,  lo vi    elevarse como impulsado por un resorte para despejar el balón con pulcritud y precisión,  ante  mi íntimo regocijo y la   aclamación del respetable.  La pelota cerca al área nuestra,  el “Cholo” Sotil, que  recibe el balón,  la baja de pecho, levanta la cabeza entre la maraña de defensores, casi sin posibilidad de entregarla  al compañero,  inventa una genialidad,   toca la pelota, prácticamente la acaricia, la mima,  la roza y el balón tan obsecuente a la orden de los genios como él  parte  raudo  describiendo una trayectoria curvilínea cercana a los  noventa  grados, que descoloca  completamente a los marcadores y habilita al formidable Juan José Ore que  de un certero “cañonazo”  vence a nuestro buen arquero “Puruksa”, la ovación del respetable no se hizo esperar, el  gran “Cholo Sotil”  dejaba constancia de su extraordinaria calidad y  así, entre el júbilo del respetable y el cansancio a cuestas  pidió  su cambio y  se retiró como en sus viejos tiempos, como aquella  tarde del 5 a 0  en el “Santiago Bernabéu” cuando el Barcelona le infringió al Real Madrid   tamaña goleada  a domicilio, corrían los últimos minutos   del primer tiempo.  No obstante a toda esa gama de toques, gambetas, paredes y genialidades, si  hay una jugada que  se recuerda  con admiración  y suele  evocarse con hilaridad, es el  carrerón  de  Andrés Zegarra, exactamente  por el flanco izquierdo pegada a la tribuna,  dejando regado  a Oriol Asencios, nuestro  marcador izquierdo,   a quien  el ex ariete blanquiazul superaba en edad  por cerca de dos décadas. El intento infructuoso  de alcanzarlo y el estilo zigzagueante  de la saeta  de ébano, aunque, siendo recuerdo, me  permiten “saborearlo” con agrado y fruición.
                Otros hechos, que no necesariamente tienen que ver, ni con el arte, ni con el pundonor deportivo,  se registraron aquella tarde memorable. La primera,  tiene que ver con el arbitraje: Carlos Huerta  “Millqui”  y  Rafael Pantoja “Cuchi Limeño”,  el primero, Juez de línea  y el segundo, Juez principal, jamás olvidarán el “recital de versos” que les propinara  Juan José Oré, quién al entender la supuesta  decisión equivocada de los dos jueces reaccionó de no muy buena forma, mereciendo el llamado de atención y el amago de una tarjeta amarilla. Sin embargo, al acercarse  a reclamarle,  sus finos olfatos de goleador impenitente, percibieron también el aroma inconfundible del tufo del réferi, coligiendo entonces  que aquél carecía de sobriedad  y no estaba capacitado para ni siquiera amonestarlo, enviándole  en el acto  al quinto infierno en una sucesión de recriminaciones, nada literarias, ni bíblicas. La  reacción airada y altisonante  del goleador  obligó a los jueces a  recurrir al “Granítico” solicitándole  que invite a su jugador a la mesura y el respeto, no obstante  y  casi simultáneamente el jugador de marras  la emprendió nuevamente  y  le sugirió  a su capitán oler  el “tufillo”  del árbitro para entender mejor las causas de su enojo (…)









3 comentarios:

  1. Solo un deportista como Abelardo, puede describir con gran pasión y atildado encanto, los episodios significativos de la presencia de Héctor Chumpitaz y la selección de fútbol México 70 - 78 - 82, en nuestra querida ciudad de Huari. El escribe desde fuera y dentro de la cancha, lo que realza y ubica en una situación privilegiada lo que en realidad ocurrió; en mi caso, me ubico desde fuera y alguien q también vivió con similares sentimientos.
    Es difícil añadir en un comentario otros hechos, como por ejemplo, que nadie creía que ellos estuvieran en Huari para la fecha indicada, creo que ni Abelardo como lo refleja en su artículo. El fue parte de la idea y la gestión, hizo varios viajes para contactarse, y en la segunda la vencida. Ya estaba contactada y financiada el viaje ( sin recursos de la municipalidad); entonces, con Abelardo y un pequeño grupo nos constituimos a Lima, y en esta gran ciudad, un punto de encuentro, luego, en instantes estábamos en la casa de Héctor Chumpitaz. Lo anecdótico de este encuentro es que nadie había llevado cámaras fotográficas, no existe registro en la casa del gran capitán; en aquel entonces aún no habían celulares como ahora. No saben ustedes la emoción de estar al lado del mítico "chumpi" yo crecí con ese apelativo, solo por mi nombre, nos enseñaba su casa, su sala galardonada lleno de trofeos de las mejores calidades q nunca jamás uno podía haber visto, veía a nuestro amigo Doto, lamentándose de no haber llevado cámaras para registrar ese momento. Hay muchas otras.
    Quiero recordar a alguien q fue el artífice de esa proeza, ahora, lamentablemente, desaparecido, nuestro amigo MARCO AURELIO CUBAS LONGA, el periodista, que trabajo con nosotros para organizar el I HOMEA.
    Finalmente, felicitar al profesor Abelardo Mallqui Hidalgo, por esta inspiración. Muy pocas veces pueden retratarse fidedignamente cuando los hechos han pasado tantos años. Un abrazo mi querido Doto.

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  3. Solo un deportista como Abelardo, puede describir con gran pasión y atildado encanto, los episodios significativos de la presencia de Héctor Chumpitaz y la selección de fútbol México 70 - 78 - 82, en nuestra querida ciudad de Huari. El escribe desde fuera y dentro de la cancha, lo que realza y ubica en una situación privilegiada lo que en realidad ocurrió; en mi caso, me ubico desde fuera y alguien q también vivió con similares sentimientos.
    Es difícil añadir en un comentario otros hechos, como por ejemplo, que nadie creía que ellos estuvieran en Huari para la fecha indicada, creo que ni Abelardo como lo refleja en su artículo. El fue parte de la idea y la gestión, hizo varios viajes para contactarse, y en la segunda la vencida. Ya estaba contactada y financiada el viaje ( sin recursos de la municipalidad); entonces, con Abelardo y un pequeño grupo nos constituimos a Lima, y en esta gran ciudad, un punto de encuentro, luego, en instantes estábamos en la casa de Héctor Chumpitaz. Lo anecdótico de este encuentro es que nadie había llevado cámaras fotográficas, no existe registro en la casa del gran capitán; en aquel entonces aún no habían celulares como ahora. No saben ustedes la emoción de estar al lado del mítico "chumpi" yo crecí con ese apelativo, solo por mi nombre, nos enseñaba su casa, su sala galardonada lleno de trofeos de las mejores calidades q nunca jamás uno podía haber visto, veía a nuestro amigo Doto, lamentándose de no haber llevado cámaras para registrar ese momento. Hay muchas otras.
    Quiero recordar a alguien q fue el artífice de esa proeza, ahora, lamentablemente, desaparecido, nuestro amigo MARCO AURELIO CUBAS LONGA, el periodista, que trabajo con nosotros para organizar el I HOMEA.
    Finalmente, felicitar al profesor Abelardo Mallqui Hidalgo, por esta inspiración. Muy pocas veces pueden retratarse fidedignamente cuando los hechos han pasado tantos años. Un abrazo mi querido Doto.

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