domingo, 3 de agosto de 2014

¡Adiós a un caballero!


                                                                                                  


“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño,
 así una vida bien usada causa una dulce muerte
 Leonardo Da Vinci

          El sábado pasado, 02 de agosto, en una tarde gris para la gran familia huarina, despedimos los restos mortales de Fausto Bar Osorio. Sin embargo, a pesar de la triste circunstancia de su muerte física, acudimos a ofrendarle nuestro cariño y respetuoso recuerdo y homenaje revestido con las luces que alumbraron su larga existencia. Resultó difícil discursear ante la tumba de un hombre que vivió muchos años y cultivó parcelas lozanas en donde fructificaron amistades. No resultó fácil describir a un PERSONAJE, que es como lo definía nuestro querido paisano Alberto Córdova “Asheque”, en una de las noches de su concurrido velorio,  citas postreras henchidas de nostalgias y evocaciones. Me parece que aquella palabra PERSONAJE es la que con más presición define al inopinado viajero que se fue sin previo aviso dejándonos sumidos en el dolor y la incredulidad. ¿Cómo fue este personaje de mi pueblo que culmina su tránsito alegre en la tierra e inicia su viaje hacia las estrellas? 

           Aficionado a la gallística como pocos, tradición que lo cultivó con esmero y sabiduría, formando parte de aquella pléyade de galleros consagrados por la historia nuestra, en una época dorada de la gallística huarina y conchucana, con Víctor Arana de Chavín, los Zusunaga y Alfaro de San Marcos, los hermanos Jo de Pomabamba y junto a los nuestros: Teofilo Cachay, Julio Vizcarra, Ili Pancho, etc. 

           También, en sus años mozos, con el mismo esmero y sabiduría, con esfuerzo y amor que implican preservar las tradiciones de nuestro pueblo, cultivó el arte de la crianza de caballos, en ese fortín apacible, hermoso y bucólico de Quichuas bañado por, el ora manso y ora torrentoso, Mosna. 

           Y si algún rasgo de su personalidad refulgió y no se apagó en su vida a pesar del paso cancino de los años, fue su elegancia, su calidad de caballero de estampa fina y modales envidiablest.  Tampoco se apagó, ni siquiera cuando ya asomaba el crepúsculo de tu existencia, su arte y destreza en la ejecución del vals, del paso doble y el tango, para delicia de amigos, en tantas reuniones sociales, familiares y amicales. 

          Aún recuerdo, con nostalgia, en casa de mi abuela Pilar, algunos rastros de su afición por la caza de venados, que iba a la par con su afición al tiro, no en vano fue uno de los fundadores del “Club de tiro de Huari” a inicios de los sesenta del siglo pasado. Organizados en auténticos clubes de entrañable camaradería junto a Mons. Dante Frasnelly, Elías Pardavé, Víctor Pretel, Eduardo Agüero, Javier Morales, entre otros, emprendían safaris por las ríspidas cumbres del hermoso proscenio andino, testigo de innumerables rituales de caza, donde se tejieron miles de anécdotas, como aquella cuando encontraron a un pequeño e indefenso venadito en “Chicupata”, frente a Pomachaca, al que criaron con cariño y le “bautizaron” con el lindo nombre de “Choloque” , hermoso, noble y divertido animal que forma parte de la biografía familiar y  la memoria del vecindario. 

            Esos fueran algunos de los espacios geográficos y afectivos del largo sendero de este hombre que supo vivir la vida con alegría y amarla como pocos. Un hombre que privilegió su existencia llenando su maleta viajera, en este mundo, con múltiples facetas que hoy con grande cariño y hondo pesar, me atrevo a compartir.

             Finalmente destacar también sus credenciales de ciudadano comprometido con el destino de su pueblo. Asumió responsabilidades de regidor provincial y alcalde accidental de la honorable comuna huarina, cuando esta función tenía el sello del servicio desinteresado y no con el afán infame de medrar a costa las arcas sagradas de su pueblo. Como empleado público, trabajo en los años aurorales de la Planta Eléctrica de Huari, luego en la "Casa de Consignaciones"  y finalmente en el Banco de la Nación, sirviendo así a su pueblo y a su patria grande.

          Buen viaje querido tío, que el gran Dios y la Virgen María te reciban en su santa mansión. Adiós “Buen Gringo”, que es como te llamaba la abuela Pilar que a estas horas de la tarde, junto a tía Soledad, ya estará preparando la “Chicha en caldo”, esa delicia endina, para recibirte; y el gran “Lolo” Fernández ya te llamará más tardecita para poder charlar en el cielo sobre tu querido “Universitario de deportes” y de seguro que se colarán el tio Pancho Trujillo y el tío Wicacha para recibirte con un par de heladitas. 

¡¡Adiosito, chausito querido tío!! 

(Discurso fúnebre en honor a mi querido tío Fausto Bär Osorio 
en el cementerio "Jardines de la Paz"  de la Molina - Lima) 


   

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