¿Quién no ha tenido una mascota en casa? ¿Un perro, un gato, en especial el primero? En la biografía familiar, constan su pelambre, su aullido, sus saltos cariñosos y el consabido bailar de su cola. La memoria familiar, no está exenta ni de su nombre, ni de sus hazañas:
“Hitler”, el guardián de la vieja casa de mis abuelos maternos, es el que más lejanamente se ubica en mi memoria. Hermoso animal pintado de rubio y blanco lustrosos. Cuando niños, nos hacia jugar, nos cuidaba y ladraba con ternura; era el cómplice habitual y el infaltable compañero de nuestras travesías por los senderos inolvidables de nuestra infancia, allá en el viejo y polvoriento “Jegcha”. Sus hazañas han quedado registradas en la memoria familiar, como aquellas cuando aniquilaba robustos "Achacus" (mucas), que osaban internarse en el terrado, ahí donde se ubicaban los frescos lechos, llamadas “trojas” repletos de apetecibles tubérculos: papa, oca y olluco, y en las robustas asuanas dormían plácidas frijoles, habas, trigo, cebada y el “jarallustu”. Además, en una más pequeña, el lino. Recuerdo también que en los aleros más altos colgaban y columpiaban las doradas “huayuncas”, mazorcas de .maíz, bien ordenaditas por su tamaño y color. De todas ellas, túberculos y granos, las más saludables en lugar aparte, reservadas para el sombrío venidero. Estás últimas, eran las más apetecibles para los bribones "Achacus". Allí osaban llegar, a hurtadillas, en las silentes madrugadas Después de fieras luchas sucumbían ante la bravura de nuestro noble guardián.
“Gitana”, es la que vive ceñida al recuerdo de mis padres y sus siete hijos, Una compañía absolutamente importante, porque su existencia regó de alegría nuestra casa por más de tres lustros. Tenía el don de la nobleza, sus ojos hermosos trascendían paz, su imagen parecía omnipresente, la veíamos ora acompañando a mamá en la cocina, ora retozando en el patio bajo los frutales y Bugambilias, ora correteando a las intrusas palomas o gatos techeros en el entablado del segundo piso, sin embargo, era el viejo portón, su sitio favorito, sabia que su misión principal era el de custodiar la casa. Fue testigo de las dolorosas diásporas, de los adioses prolongados. Vio partir con inocultable dolor a mis hermanos, en especial a los menores, con quienes se involucró más, en el juego, en la caricia y en la complicidad. Sólo le faltaba hablar, transmitía su adhesión de formas tan increíbles: Cuando don Heráclides Miranda, dueño de la cabina telefónica comunitaria del Huari de entonces, nos anunciaba con el consabido “llamada de Italia”, la primera en salir, alegre y presta, era ella. Dábase vueltas y vueltas en la cabina, sus sonoros ladridos eran, que duda cabe, su saludo cariñoso a los ausentes. Escena entrañable realmente. Mi Gitanita , también debo escribirlo, fue la única que me "pillaba" , en algún punto de las ciudad o de su periferie, en ocultas citas idílicas. Creo que este último suele suceder en pueblos chicos como el nuestro.
“Tarzán”, así se llamaba la mascota de mi hijo, aún pequeño entonces, Fue su amigo, su compañero, su aliado. Nuestro inolvidable Tarzán, el que nos deleitó con sus felinos saltos, el de los elocuentes saludos, el de la oreja juguetona y encantadora, es el de mayor recordación para mi hijo, para su madre y para mí. Desgraciadamente, nos lo arrebato el “distemper“ con sus sepas virulentas, con su crueldad e iniquidad. Impotentes, ante el cuadro doloroso luchamos, en vano, para recuperarlo. Una inyección letal puso fin a su breve, pero para nosotros, importante existencia. Tan importante que, cuando murió, no pudimos contener el llanto por su partida. La triste experiencia nos marcó y prometimos nunca más criar un perro. Desde aquel entonces han pasado mas de quince años. Sin embargo, una llamada telefónica de mi querido hermano Vladimir y mi cuñada Noryta, anunciando, que me tenían reservado un regalo, quebró la promesa. El regalo de marras, era una linda cachorra que la hemos “bautizado” con el nombre de Núha
Núha, (nombre de origen islámico que significa sabiduría y prudencia) es una cachorrita encantadora, que se adueñó en breves días de nuestro cariño y atención. Su historia la irá escribiendo de a pocas junto a nosotros. Es el nuevo integrante de la familia, la que ha añadido alegría a nuestra casa. De a pocas, ya va adaptándose a su nuevo hogar, conociéndonos más, y por nuestra parte prodigándole todo el cariño y cuidado necesarios.
No puedo dejar de mencionar, en esta inaudita crónica canina , los nombres de algunos perros célebres de nuestro Huari setentero y ochentero: Brick, el pastor alemán, de Monseñor Dante Frassnelly Tarter. Robusto animal que solía acompañar a nuestro obispo en sus caminatas pastorales. Desafortunadamente fue "ajusticiado" por un excéntrico sacerdote llamado Gigi por desconocidas razones, Otro de los canes conocidos por aquellos años fue otro Pastor Alemán de propiedad de don Jorge Chavez, nuestro recordado vecino homónimo de nuestro ínclito aviador. No recuerdo su nombre exactamente, pero sí su esmirriada figura de magros huesos y de carne enjuta. Solía acompañar a don Jorge a sus labores campestres. Aún niños, temprano en las mañanas y cuando caía la tarde, lo veíamos pasar por la calle Libertad, parecía levitar con el viento como la hojarasca...
Hace algunas décadas atrás, el Ministerio de Salud, condenaba a algunos de sus trabajadores al escarnio y la repulsión. Tenían que cumplir la innoble y cruel misión de eliminar a los perros de la calle, cosa tan absurda porque la mayoría de ellos, por no decir todos los perros del vecindario, se distinguían por ser callejeros, de manera que, frente a tamaña amenaza, los desesperados amos ponían a sus "leales amigos" a buen recaudo. No obstante, muchos eran sacrificados. Hoy por hoy, estos nobles y leales animalitos, son protegidos por la ley y se han ganado el derecho de vivir sin afrentosas amenazas. Bien lo decía el gran Mahatma Ghandi "La grandeza de un pueblo se mide por la forma en que trata a sus animales"
Finalemente, amables lectores, permítanme saludar a todas las mascotas, en especial a: "Osito" la mascota de mis queridos padres; "Charlie", el viejo sabueso de mi hermano Anderson, "Bronco" de mi hermano Michel, "Ori" de mi cuñado Homero y la pequeña "Chiza" de mi hermano Vladimir y, por su puesto a nuestra querida Núha.
No puedo dejar de mencionar, en esta inaudita crónica canina , los nombres de algunos perros célebres de nuestro Huari setentero y ochentero: Brick, el pastor alemán, de Monseñor Dante Frassnelly Tarter. Robusto animal que solía acompañar a nuestro obispo en sus caminatas pastorales. Desafortunadamente fue "ajusticiado" por un excéntrico sacerdote llamado Gigi por desconocidas razones, Otro de los canes conocidos por aquellos años fue otro Pastor Alemán de propiedad de don Jorge Chavez, nuestro recordado vecino homónimo de nuestro ínclito aviador. No recuerdo su nombre exactamente, pero sí su esmirriada figura de magros huesos y de carne enjuta. Solía acompañar a don Jorge a sus labores campestres. Aún niños, temprano en las mañanas y cuando caía la tarde, lo veíamos pasar por la calle Libertad, parecía levitar con el viento como la hojarasca...
Hace algunas décadas atrás, el Ministerio de Salud, condenaba a algunos de sus trabajadores al escarnio y la repulsión. Tenían que cumplir la innoble y cruel misión de eliminar a los perros de la calle, cosa tan absurda porque la mayoría de ellos, por no decir todos los perros del vecindario, se distinguían por ser callejeros, de manera que, frente a tamaña amenaza, los desesperados amos ponían a sus "leales amigos" a buen recaudo. No obstante, muchos eran sacrificados. Hoy por hoy, estos nobles y leales animalitos, son protegidos por la ley y se han ganado el derecho de vivir sin afrentosas amenazas. Bien lo decía el gran Mahatma Ghandi "La grandeza de un pueblo se mide por la forma en que trata a sus animales"
Finalemente, amables lectores, permítanme saludar a todas las mascotas, en especial a: "Osito" la mascota de mis queridos padres; "Charlie", el viejo sabueso de mi hermano Anderson, "Bronco" de mi hermano Michel, "Ori" de mi cuñado Homero y la pequeña "Chiza" de mi hermano Vladimir y, por su puesto a nuestra querida Núha.
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