jueves, 12 de enero de 2012

Recordando a "Paychi"


                                                                                                                                                             Ayer miércoles 11 de Enero en horas de la noche, en la Iglesia  “San Francisco de Asís” se ofició una misa de honras conmemorando el primer año de la desaparición física del maestro Máximo Rivero Retuerto, el querido “Paichi”. El acto litúrgico contó con una masiva asistencia: Familiares, amigos, paisanos y hermanos en el cultivo del arte vernacular andino se dieron cita para recordar a quien fue en vida un   referente de la música ancashina.

Muchos huarinos se hicieron presente, principalmente aquellos que aman la música andina y añoran las notas alegres de su  violín, de sus “chuscadas” y  “chimaychis”. No  en vano fue bautizado como el “Rey del Chimaychi” ubicando a este pegajoso y contagiante ritmo andino en un sitial preferencial.
Para los integrantes de “Cielo Andino de Huari”, don Máximo Rivero Retuerto significó  mucho. La música nos abrió las puertas de su amistad y mediante ella descubrimos no solo al músico exquisito y versátil, sino también al ser humano dueño de una generosidad desbordante y de un sentido del humor inagotable. Recuerdo que cuando le propusimos hacer nuestra primera grabación, se entusiasmó grandemente y, en adelante, nos asesoró  sin condiciones pecuniarias. A él le debemos el éxito de “Jarana Conchucana” y “Dulce Cantar de mi Tierra”.  Los arreglos, sus sugerencias y recomendaciones fueron gravitantes. Recuerdo esta frase suya: "Hay que reivindicar lo nuestro, volver a la esencia de la música vernácula, apartarnos un tanto de lo estilizado y alambicado". Por eso festejó nuestra propuesta de “Guetzitzi”  al estilo gallardo y festivo, que le impuso el Prof. Hernán Pardavé Trujillo, como también de   “Piña Toru” que tanto gusta y entretiene. ¡Él  puso la sazón¡  para hasta ahora seguir escuchando y bailando con gusto.

Las mañanas, tardes y noches que pasamos en las salas de grabación resultaban gratas y de mucho aprendizaje. Gratas como aquella ocasión, cuando la modorra y el letargo nos abrumaba por el cansancio y la natural saturación, soltó esta hilarante ocurrencia: “Cuentan que cuando todo mortal se cruza con un gato es sinónimo de mala suerte o señal de mal augurio, sin embargo, cuando  un huarino se cruza con el gato, la mala suerte es para el gato…”

Tuve la suerte de ser su amigo y aprender mucho de su sapiencia. Guardo en mi equipaje de bohemia y serenata una quena que él me obsequió, -y otra  a mi padre- me dijo que lo había confeccionado el mismo artesano de los “Gaytan Castro”. Cuando la ocasión ameritaba nos acompañaba, era un integrante ilustre de nuestro conjunto, aquél que,  además,   nos abrió las puertas a otros grandes músicos y vocalistas como su bella esposa, nuestra paisana,  Marita Meza Villavicencio.

Al final de la Misa se ejecutaron hermosos Chimaychis


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