miércoles, 19 de enero de 2011

Cien años de ARGUEDAS


José María Arguedas:
¡Cien años para quererlo!

El 476 aniversario de Lima, ha estado marcado por las celebraciones de los cien años del nacimiento de José María Arguedas. La Municipalidad de Lima y la "Casa de la Literatura Peruana" homenajearon al preclaro escritor con sendas exposiciones de carácter literario, pictórico. La ciudad capital -como el Perú profundo- ciudad de todas las sangres, se vistió de gala y me permitió disfrutar de una travesía fascinante, junto a mi hermano Vladimir y mi caro amigo Javier Solís.

Arguedas, uno de los más grandes exponentes de la literatura peruana, dotado de una conciencia creadora extraordinaria y de una originalidad expresiva nació hace cien años para convertirse en uno de los mitos peruanos más grandes de los últimos años. Fue un hombre polifacético, múltiple y aunque el GOBIERNO APRISTA le haya negado denominar el presente año con su nombre y haya preferido etiquetar al mismo con el descubrimiento de la ciudadela de Machu Picchu, una omisión voluntaria que se suma a las tantas cometidas en la vida de Arguedas. Sin embargo, nada opaca el brillo y la luz que su recuerdo emite.José María Arguedas fue escritor, etnomusicólogo, “indigenista”, educador, quechuahablante y quechuaescribiente, novelista, “conservador general de folklore”, ensayista, poeta, se le reconoce como uno de los autores latinoamericanos que mejor ha logrado expresar en su literatura la riqueza de la heterogeneidad social y cultural latinoamericana.

Nacido en Andahuaylas, en el corazón de la zona andina más pobre y olvidada del país, estuvo en contacto desde la cuna con los ambientes y personajes que incorporaría a su obra. La muerte de su madre y las frecuentes ausencias de su padre abogado, le obligaron a buscar refugio entre los siervos campesinos de la zona, cuya lengua, creencias y valores adquirió como suyos.

Como estudiante universitario en San Marcos, empezó su difícil tarea de adaptarse a la vida en Lima sin renunciar a su tradición indígena, viviendo en carne propia la experiencia de todo trasplantado andino que debe aculturarse y asimilarse a otro ritmo de vida. En los tres cuentos de la primera edición de Agua (1935), en su primera novela Yawar fiesta (1941) y en la recopilación de Diamantes y pedernales (1954), se aprecia el esfuerzo del autor por ofrecer una versión lo más auténtica posible de la vida andina desde un ángulo interiorizado y sin los convencionalismos de la anterior literatura indigenista de denuncia. En esas obras Arguedas reivindica la validez del modo de ser del indio, sin caer en un racismo al revés.

La obra madura de Arguedas comprende al menos tres novelas: Los ríos profundos (1956), Todas las sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971); la última es la novela-diario truncada por su muerte. De todas ellas, la obra que expresa con mayor lirismo y hondura el mundo mítico de los indígenas, su cósmica unidad con la naturaleza y la persistencia de sus tradiciones mágicas, es Los ríos profundos. Su mérito es presentar todos los matices de un Perú andino en intenso proceso de mestizaje. En Todas las sangres, ese gran mural que presenta las principales fuerzas que luchan entre sí, pugnando por sobrevivir o imponerse, recoge el relato de la destrucción de un universo, y los primeros balbuceos de la construcción de otro nuevo. Otros relatos como El sexto (1961), La agonía de Rasu Ñiti (1962) y Amor mundo (1967) complementan esa visión. El proceso de adaptación a la vida en Lima nunca fue del todo completado por Arguedas, cuyos traumas acarreados desde la infancia lo debilitaron psíquicamente para culminar la lucha que se había propuesto, no sólo en el plano cultural sino también en el político. Esto y la aguda crisis nacional que el país empezó a sufrir a partir de 1968, lo empujaron al suicidio, que no hizo sino convertirlo en una figura mítica para muchos intelectuales y movimientos empeñados en la misma tarea política.

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