lunes, 29 de junio de 2009

LOS INOLVIDABLES AÑOS 80 "Un recuerdo a Michael Jackson"

El recuerdo de los ochenta asoma aún diáfano. Nuestras lecturas favoritas tenían el sello indeleble del romanticismo revolucionario: Javier Heraud y su poema “El Río” “Cien Años de Soledad” del gran Gabo, Los “Cachorros” y su célebre “Pichula Cuellar” de Vargas Llosa, “Los Siete Ensayos” del Amauta Mariátegui, “Yo visité Ganimides” de Yosip Ibrahim un libro fascinante que me recomendó el Dr. Zenón Avendaño en una de esas tardes fabulosas de aprendizaje y “La Casa Tomada” de Julio Cortazar, entre otros. Me olvidaba citar a los poemarios ineludibles de la época como: “Poemas Humanos” de vallejo, “Veinte Poemas de amor...” de Neruda y la antología más hermosa “Hablemos de Amor” de José Godard. De este último seleccionábamos los poemas para los certámenes de declamación, junto a mi caro amigo Javier Solís Barrón, ahijado del dueño del libro en mención -: El maestro Glicerio Trujillo Agüero- y el encargado de la dificil tarea de prestarse.

"Hablemos de amor" es una suntuosa antología, cuyo exquisito repertorio encandiló y atrapó a nuestros atribulados y sufridos corazones. Allí están esos poemas que tienen el sello de la eterna longebidad: “Poema del renunciamiento”, “Poema de la despedida” del cubano José Ángel Buesa; “En el Nido”, “A mi amada” de Federico Barreto y “El Brindis del Bohemio” de Guillermo Aguirre Fierro. "Desde el alma" "Las primeras miradas" de Mario Benedetti y Junto a ellos el relampagueante poema “Huari” de nuestro poeta Fredy Mory. Fueron también -esos poemas- los más declamados que adornaron el nutrido varieté de las vigilias literario-musicales. Allí, y en esa época se asentaron nuestros gustos por la literatura, la poesía y la declamación. En verdad sería largo mencionar a la Pléyade de virtuosos recitadores que nos sirvieron de modelo. Demetrio Salas Reynoso, Víctor Flores Asentíos, Fermín Hidalgo Jara, Getulio Malqui Osorio, Ariobisto Ferro Márquez a quienes les recibimos la posta con Javier Solís Barrón Víctor Raúl Brindan, José Valencia, Delia García. Con Javier seguimos porfiando en este arte que parece en extinción y en algunas tardes de bohemia embriagados de poesía y huarinismo al tiempo de rememorar soñamos y aspiramos editar un álbum de la “Antología de la Poesía Huarina” declamadas en escenarios de nuestra adorada querencia.

Sin embargo, los jóvenes de los ochenta en Huari no estuvimos exentos y al margen de todo cuanto sucedía en el mundo en términos de música y de moda, etc. A pesar de que aún no gozábamos de las bondades de la tecnología de la información, la Radio se erguía como el medio más cercano, más dúctil para la gente. Medio que nos acercaba a lo mejor de música moderna: Menudo, The Police, Hombres G, Los Enanitos Verdes, Leonel Richie, Los Prisioneros, ABBA, Cindy Lauper, Maddona Bruce springsteen y por supuesto el gran Michael Jackson. Por eso nos afecta sobremanera su repentina muerte. Fue el icono de los ochenta. Su voz, sus canciones, su música y la manera tan espectacular de bailar marcaron época y generaron una suerte de aluvión generacional cuya refrescante cresta se empinó para regar los más recónditos destinos del orbe. Canciones como “Márchate”, “thriller” y “We Are The World”, este último grabado junto a los más grandes interpretes de habla inglesa en pro de los Niños de África, acompañaron nuestros soleados días de adolescencia y juventud.

Uno de los émulos andinos de Michael Jackson en Huari fue Josué Benjamín Muñoz “Pachín” y su par Percy Hidalgo Aguilar "Jeto" que hacían de las suyas con el Break Dance y la caminata lunar en las pistas en los llamados "Bailes Sociales" en el Salón Teatral de la Vieja Prevocacional; y en verdad no lo hacían mal, fueron los pequeños émulos del ilustre fallecido.

Una mención especial merece Jorge Valencial Rincón dueño del sistema de altavoces llamado Radio JVR. Cuando asomaba el ocaso empezaba la serenata diaria con música del momento. Poseía la mejor galería discográfica y sus programaciones marcaban la muerte de los días y las jóvenes noches con alegría, vigor y preñada de romanticismo. A esas horas comenzaba el consabido paseo por el perímetro del Parque Vigil y la Plaza Mayor, costumbre peculiar de nuestro pueblo..

Ha muerto un gigante de la música, un virtuoso del baile, que en nuestra época de adolescencia y juventud lo asumimos como algo cercano, tan próximo, como algo nuestro.

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