viernes, 18 de noviembre de 2011

Remembranza

Prof. Glicerio Trujillo Aguero en la Procesión de Mama Huarina

Escribe: Demetrio Juan de Mata Salas Reynoso 
"Maestro: Tu que compartiste tantas vivencias con nosotros, hoy comparto contigo estas líneas en señal de reconocimiento a un laureado educador e imploro al Señor ampararte en la vida y el más allá"
La 0659 fue el número del documento que me permitió traspasar los umbrales de la escuela integrada, ex escuela prevocacional, el legendario "PREVUCHI"  hoy es el moderno centro educativo "VIRGEN DE FÁTIMA". La nomenclatura de las instituciones cambia según el parecer de las personas y el criterio de los escalones administrativos, algunas veces con acierto y otras con criterios figurativos o convencionales, pero en cualquier caso concluyentemente  es un poco desvirtuar su originalidad, su tradicional p lo conspicuo de la historia de los pueblos.
Bueno, dejemos vanas disquisiciones nominales. Lo que quiero comentarles son algunos recuerdos que aún quedan en mi memoria de aquellas épocas de mi fugaz paso por las aulas de la que fue mi escuela, y de la que más tarde fui director, mi querida "PREVUCHI".
En los últimos años de la década del 50 era yo un alumno mas de la flamante escuela prevocacional; con su imponente infraestructura y espaciosos ambientes de lujoso acabado que nos abrió sus puertas, en aquel entonces aún niños contemplábamos extasiados aquel claustro del saber orgullosos de ser los estrenadores de tan bondadosa obra del Sector Educación.
Por sus aulas pasaron muchos personajes, a algunos les tocó ser los arquitectos de nuestra formación personal. Hurgando en mis recuerdos vino a mi mente la imagen de mi Maestro, que también fue el forjador  de muchas generaciones. Ocupa un inconfundible sitial el profesor Glicerio Trujillo Agüero, conocido por todos con mucho cariño como el "Maestro Llishico, preclaro educador: Quienes hemos sido sus discípulos no nos olvidaremos de aquellos rasgos que nos supo transmitir, su arrogancia, sus exhortativas palabras, su rectitud, su trato amical, su mirada inquisidora; afable y joven orientador que nos transmitió mucho de positivo para ser lo que ahora somos. Cómo olvidar aquellas tardes de "Jatun era"donde volábamos nuestras cometas que se perdían en los escasos nimbos estratos del estío, en aquellos lejanos agostos, a la par que nuestra imaginación infantil se adentraba en el insondable azul del infinito. Cómo desterrar de la memoria las visitas anuales a "Panteón Puncu" donde en improvisado Ring, teníamos que dar paz a las riñas suscitadas en el aula o los pasillos de la escuela, y después de varios rounds de pugilato, exhaustos los contrincantes intercambiábamos una mirada de soslayo, unas lágrimas, un abrazo y éramos amigos otra vez. Cómo no mencionar los súper clásicos  del 58: "Alianza Lima Vs. Universitario", donde los protagonistas teníamos  que impostar el color  el color de la piel de nuestros ídolos , de manera que los que defendíamos la blanquiazul estábamos embadurnados con un preparado de carbón molido, y los defensores de la camiseta crema  se pintaban  con argamasa de harina o yeso; comenzaba el partido con nuestra pelota hecha de la vejiga del chancho forrada con las medias de nylon robadas de los baúles de mamá, entonces éramos libres, ¡oye! she tócala, era el grito de guerra . Tocaba el pitazo final  y aun exhaustos gritábamos ¡ganamoooo! . Entonces nos entraba una alegría  inmensa que violentamente se convertía en angustia y miedo al saber que mamá nos esperaba tras la puerta: -Hijo dónde has estado...pasa a la casa...-correa en mano para sacarnos la mugre por las medias hurtadas.
Recuerdo también los inefables paseos del mes de mayo cuando en el embeleso de nuestra infancia éramos los madrugadores furtivos entre otros : Juanico, Rodrigo, Román y Llomo; para despertar a Shoshi, Papio, Vito Pretel y por último al popular "Cashacuru" y al parco Huillca, luego pasábamos al domicilio del maestro Llishico para emprender en bullanguera marcha (fiambre en la "picsha") la senda que nos conduciría  a la serena y enigmática laguna  de Purhuay; haciendo un ligero alto en Gantu Ucru se divisaban algunas viviendas de cuyo techo de paja se elevan tenues humaredas  blancas anunciando el frugal y único sustento de nuestros campesinos, un tramo más cuesta arriba ya estábamos bordeando "Indiojirca" y el silbido penetrante de un Zagal mañanero nos saca de nuestra abstracción, para avistar al fondo, donde erguido y desafiante  está  "La chimenea", símbolo de la explotación extranjera  y testigo mudo de un pueblo avasallado; un lapso de agotadora pero feliz caminata alcanzamos parajes de ensueño y sentíamos el aroma inconfundible de la misteriosa flor que llora. "El Huagancu" nos anuncia que hemos alcanzado nuestro objetivo, absortos y jadeantes nos encontramos frente a una maravilla de la naturaleza "La laguna de Purhuay" en cuya superficie  de sus impenetrables aguas aceradas vuela nuestra imaginación infantil colmada de tanta dicha.
              
Publicada en la Revista Cultural  “VERDAD”  dirigida por el Prof. Abelardo Malqui Hidalgo. Huari - 2001

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