miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA LECCIÓN DE DROGBA


El siguiente es un interesante artículo escrito por José Álvarez Alonso, un lúcido comentarista loretano a quien lo encuentro en la Revista Pedagógica del Maestro Peruano, "SAN GERÓNIMO" a la que estoy suscrita; revista que acoge a la nueva hornada de intelectuales del magisterio peruano.

"Didier Drogba es uno de los astros futbolísticos del momento: ha sido declarado Futbolista del Año en África, y Campeón Goleador en la Liga Inglesa el 2009 y el 2010, desde su posición en el Chelsea. Aunque su país, Costa de Marfil, acaba de ser lamentablemente eliminado en el Mundial, Didier ya pasó a la Historia por la puerta grande, y no sólo por sus indudables talentos deportivos; acaba de ser nombrado como una de las 100 personas más influyentes del mundo en el 2010 por la revista Time.

Drogba, que de niño emigró de Costa de Marfil a Francia, es idolatrado en su país natal, por sus éxitos en el fútbol y, cómo no, por su éxito económico. Sin embargo, no ha usado su fama para alardear y exhibirse como nuevo rico entre la gente con la que creció: ha usado la pasión nacional por el fútbol como un instrumento para traer la paz a su desangrado país. Cuando Costa de Marfil logró calificar para el Mundial de Fútbol del 2006, Drogba usó el inmenso prestigio del que goza entre sus paisanos para lograr un alto el fuego en su país, sumido en una sangrienta guerra civil de cinco años. Posteriormente, Drogba usó su influencia para que el partido de clasificación para la Copa Africana de Naciones de 2008 entre Costa de Marfil y Madagascar se jugara en Bouaké, santuario del grupo rebelde, lo que reafirmó el recién estrenado proceso de paz.

La forma cómo logró que los bandos en guerra aceptasen la paz fue increíble: momentos después del partido en que logró que Costa de Marfil se clasificase para el Mundial de Fútbol del 2006 en Alemania, en el vestuario y rodeado de sus compañeros, Drogba cogió el micrófono, se puso de rodillas frente a las cámaras de televisión transmitiendo en vivo para su país, y rogó a los dos bandos que depusiesen las armas. En una semana se había logrado el cese del fuego.

Pero el trabajo de Drogba por su patria no se limita a la paz, pues está usando su honestamente ganada fortuna para ayudar a mitigar los efectos de la guerra. Con frecuencia visita las zonas pobres de Costa de Marfil y gestiona ayuda humanitaria, a través de la Fundación Didier Drogba. Y pone también su dinero: por ejemplo, a fines del 2009 donó tres millones de libras (casi cuatro millones de dólares) para construir un hospital – orfanato para los niños víctimas de la guerra.

No es, sin embargo, Drogba de esas ‘gallinas’ que cacarean a los cuatro vientos cuando ponen un huevo: a pesar de ser muy famoso en Inglaterra, nunca mencionó a la prensa su hazaña por la paz en Costa de Marfil. Cuando más tarde un periodista -que visitó su país natal y descubrió lo que estaba haciendo por él- le preguntó por qué no había mencionado este extraordinario hecho a la prensa, contestó: “No siento necesidad de decir nada a nadie de lo que soy en África. Sé por lo que estoy luchando, y eso es todo lo que importa”.

A Drogba no se le ha subido la fama y el dinero a la cabeza, como ha ocurrido con tantas y tantas celebridades, famosas no sólo por su éxito en los deportes o la farándula, sino por sus escándalos y excentricidades. El marfileño sigue muy vinculado a su patria e interviene con su respetada voz para ayudar a fortalecer la paz y reconstruir su país, una vez famoso por su café y cacao (llegó a ser primer productor mundial de cacao, y segundo de café).

En décadas recientes se ha puesto de moda entre algunos famosos el impulsar obras benéficas y fundaciones a favor de los niños y otros sectores marginados. Para algunos de ellos, frívolos hasta la médula, es claro que estas acciones no son más que una “lavada de cara”, otro gesto recomendado por sus asesores de imagen para ganarse las simpatías del público. Pero otros no sólo ponen su nombre a un proyecto caritativo y asisten a una que otra gala benéfica, sino que donan su tiempo y mucho dinero. Destacan, por ejemplo, las acciones de Shakira, y su Fundación “Pies Descalzos”, orientada a dar oportunidades a los niños pobres de Colombia, y de Angelina Jolie, Embajadora de Buena Voluntad de la ONU y en constante campaña para ayudar a los más pobres del Planeta (recientemente visitó un campo de refugiados en la Amazonía de Ecuador).

Pero ninguno se ha involucrado en ayudar a otros como Drogba, o ha usado antes su influencia para lograr la paz en un país. Más bien, abundan los ejemplos en sentido contrario: las celebridades frívolas que sólo se dedican a acumular más y más millones, y a disfrutar de sus enormes fortunas llevando una vida de lujo y despilfarro, y a ostentarlas con caprichos al cual más caro y excéntrico: aviones privados, automóviles de medio millón de dólares, mansiones en la Costa Azul, en la Costa del Sol o en el Caribe, yates de lujo… Se habla de las inmensas fortunas de tal o cual celebridad, y la gente humilde se pregunta: ¿para qué tanto, si ni siquiera una pequeña parte pueden gastar y no se pueden llevar nada más allá? Con una parte del dinero QUE NO PUEDEN GASTAR podrían hacer cosas increíbles para ayudar a otras personas, o para paliar el sufrimiento de tantos niños inocentes.

Yo hasta ahora no he escuchado de ningún famoso o millonario peruano que haya impulsado una gran obra de beneficencia o haya donado una parte significativa de su fortuna para ayudar a los otros. Bueno, corrijo, Riva Agüero legó su fortuna a la Universidad Católica, pero eso fue hace muchos años. Recientemente, por ejemplo, murió -sin hijos- un famoso millonario limeño (un conocido periodista, sobrino suyo, se encargó de airear su caso y su proverbial desprecio por la gente humilde con cuyo trabajo amasó su fortuna). ¿Creen que de sus calculados 1,500 millones de dólares exprimidos a pobres mineros en su mina, o a los empleados de sus otros negocios, dejó siquiera una parte para una fundación, para promover la educación de los niños pobres, o para otra causa noble? Su máximo gesto de ‘desprendimiento’ (qué ironía de expresión, porque a la otra vida no se pudo llevar nada) fue donar su colección de antigüedades al Museo de la Nación. Murió en su ley “…el hombre más solo del mundo, porque no sé si amó y fue amado”, escribió de él su sobrino periodista.

En otros países es casi una costumbre entre los millonarios donar parte de su fortuna para alguna obra benéfica o cultural. En Estados Unidos, por ejemplo, es frecuente ver edificios y proyectos realizados con donaciones privadas: bibliotecas, museos, universidades, hospitales, etc. Hace unos años fue noticia de primera plana en todo el mundo la generosidad (al menos en la última etapa de su vida) del segundo hombre más rico del mundo, Warren Buffett, quien amasó una fortuna de unos 44,000 millones de dólares. Pues bien, sin entrar en juicios sobre si eran o no dineros bien habidos, el tal Warren anunció la donación del 80% de su fortuna para obras de caridad.

Otro ejemplo es el del norteamericano Carnegie, uno de los hombres más ricos y famosos del mundo en su tiempo -murió en 1919. Fue proverbial su tacañería en vida, pero, oh sorpresa, se dice que el 90% de sus riquezas fueron repartidas en la última etapa de su vida: financió obras de caridad, universidades, museos, bibliotecas y otras muchas obras en beneficio de la sociedad. Fue él el que dijo aquello de que la primera mitad de la vida de un hombre debe ser dedicada a ganar dinero, y la segunda a repartirlo en obras de caridad.

De todos estos filántropos, me quedo con Drogba. Veamos a ver si algún millonario en el Perú se anima a imitarlo siquiera con alguito"

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