(Con John Rick, Walter Alva y Luis Guillermo Lumbreras. Huari-2000) |
“En nuestros días, la historia tiende a la arqueología,
a la descripción intrínseca del monumento”
MICHEL FOUCAULT
Antes de iniciar el presente artículo, quiero responder la pregunta planteada: ¿Acaso es Chavín la Roma de los Andes? Creo que no, así como tampoco Roma es "El Chavín de los Alpes" Ese añadido le resta identidad y además puede auspiciar inferencias erróneas como que Chavín está abajo de Roma. Ni siquiera, creo yo, esa comparación es pertinente. Bueno, más allá de esa disquisiciones enojosas, el propósito de los gestores del documental es, sin duda, totalmente valedero y digno del mayor encomio. Ahora, con el permiso de ustedes, quiero comenzar está nota de evocación y reconocimiento a un hombre imprescindible en los anales de la historia de Chavín:
:Pocas veces existió tanta adhesión y cohesión
entre el hombre y su habitad, entre el
celador y su templo, que fundiéronse con
tanto vigor y prolijidad. El primero, relativamente efímero, el segundo eterno;
el primero ya leyenda, el segundo historia. Así podemos presentarlos a Don
Marino Gonzáles Trejo y al “Santuario de
Chavín”, si todavía, con osadía y temor, podemos separarlos corriendo el grave riesgo
de equivocarnos y tropezar en las graníticas páginas de estas dos vidas, en
alguna medida, paralelas
Don Marino fue discípulo, amigo y aplicado depositario
de la sabiduría del gran paladín del autoctonismo Don julio César Tello que, en
1919, descubrió para la humanidad la magnificencia de nuestro santuario como la
obra de una raza (la indígena) que vaga proscrita entre las soberbias moles de
los andes y es digna de parangonarse con las más avanzadas culturas y
civilizaciones del mundo.
Cuando lo conocí, yo era muy pequeño, en instancias de
esas visitas de estudio que nuestros maestros de la Ex – prevocacional solían
programar, al santuario, para reforzar
las asignaturas de Ciencia Sociales. Aquellas vivencias se avivan en el rescoldo de mis recuerdos cuando se pronuncia la palabra CHAVIN, como anoche, en el
estreno mundial del documental, “CHAVIN,
LA ROMA DE LOS ANDES”, y las asocia al lerdo, viejo y pesado camión de don Julio Valle que acostumbraba trasladar a los nóveles
excursionistas, y partía, para el efecto, a las tres de la madrugada, para
llegar a Chavín a las 9:00 am , convertido en un hospital lleno de rostros pálidos y famélicos; también a los
exquisitos fiambres que degustábamos en
aquellas inolvidables travesías y, principalmente avivan la imagen de don Marino Gonzáles Trejo, nuestro guía favorito: Lleno de erudición, desde el mismo escenario, libro abierto de nuestra historia, nos
transmitía, con paciencia y cariño, los secretos más arcanos que guarda el
santuario. Había que escucharlo para realmente comprender
y luego concluir que, detrás de este
hombre de rostro adusto y melancólico, yacía un remanso donde reposaban las
respuestas de tantos dilemas y el por qué de cada punto cardinal, de cada
piedra, de cada vértice, de cada sombra, de cada nada y de cada todo. No sólo era un Guía, además era un Amauta...
Pocos, como él, sintieron con tanto amor a Chavín.
Pocos inculcaron tanta sabiduría e
influyeron marcadamente en la mente y el espíritu de las generaciones que
visitaron el santuario y escucharon su prédica y, en ella, su adhesión a tan glorioso
pasado y portentoso legado, colocando, al santuario, en un punto descollante de
la historia de la humanidad.
Hace ya casi 26
años, estando en Lima, llegó a mis manos una edición de la Revista “Caretas” que
anunciaba, en su carátula, un homenaje a
don Marino Gonzáles, leí y releí
la significativa crónica de
homenaje y lo guardé para, cuando visite
Chavín, entregárselo como un signo de agradecimiento por las sendas horas ofrendadas a los niños de mi
generación. Fue así que, en julio de 1993, con ocasión de una vista a la ciudad de Chavín, le entregué la revista
de marras. Me recibió emocionado, según dijo, no tenía conocimiento de aquella nota.
Fue la última vez que lo vi. Ya con los
años encima, su rostro con grietas que dibujaban caminos laberintosos, su joroba aún más
pronunciada y un saco raído, Conversamos breves minutos y me despedí con la mayor
reverencia.
Ayer, 05 de Julio, vía la “Nathional
Geographic” se ha estrenado, a nivel mundial, el documental “CHAVIN, LA ROMA DE LOS ANDES” y
que se transmitirá todos los domingos de Julio. Un viaje a lo más antiguo de la historia de Perú, legado histórico de
este sitio arqueológico declarado, por la UNESCO, Patrimonio Cultural de la Humanidad . El documental reseña
que hace unos 3.200 años los diferentes pueblos que habitaban el actual Perú
comenzaron a pasar de una vida nómada a formar los primeros asentamientos y aparecen
los centros ceremoniales donde se erigen como gobernantes los herederos de los
chamanes: los sacerdotes. También responde ¿Cómo y por qué fue construido el templo de Chavín
de Huántar? ¿De dónde provenían esos conocimientos? ¿Qué significado tiene el
laberinto subterráneo de pasadizos que jamás se iluminaron?
De la mano de John Rick, profesor de arqueología de la
Universidad de Stanford, y de Luis Lumbreras, uno de los arqueólogos más
brillantes de Latinoamérica, el canal tratará de dar respuesta a esas preguntas
y desvelar misterios que todavía atesoran los muros pétreos de este misterioso
centro ceremonial Recuerdo, hace casi 15 años, John Rick y Luis Guillermo Lumbreras,
durante un evento de carácter histórico organizado por la comuna huarina , presidida,
entonces, por Edwards Vizcarra Zorrilla, nos comentó, en un aparte del
evento, que se estaba trabajando un proyecto de documental que plasmaría un Chavín virtual. Ayer, al observar ya su estreno, me sentí particularmente afortunado de conocer
y charlar con estos dos colosos de la arqueología americana y que son, además, amigos entrañables de nuestra
historia: Jhon Rick ha adoptado como su
nuevo pueblo a Chavín y con obstinación y cariño sigue hojeando, aquel libro
abierto, descubriendo sus secretos más arcanos; y Luis Guillermo lumbreras es, desde muchas décadas
atrás, conspicuo estudioso de Chavín. Fue, además, el gestor de su “Museo de Sitio” cuando presidía
el Instituto Nacional de Cultura. Lamentablemente el gobierno de Alan García lo
retiró. Ambos son, junto a Julio César
Tello, su discípulo Marino Gonzales
Trejo, y Antonio Raymondi los que sintieron, a Chavín, con amor, dedicación y reverencia.
Abelardo Malqui Hidalgo
Lima, 06 de julio de 2015
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