Hoy, 18 de junio, alejado de mi Huari, espacio vital, hermoso y entrañable, a cientos de kilómetros de ese íntimo proscenio familiar como fue nuestra casa solariega, mudo testigo de nuestra vivencias infantiles y juveniles, saludo con reverencia a mi MADRE, a mi adorada "Mama Alchi" en sus 70 felices años. Madre virtuosa, abuela sin parangón, cuya existencia es la luz que alumbra nuestro camino y alienta nuestra existencia. A manera de homenaje dedico estos breves párrafos donde se revela su calidad de abuela tierna y amorosa:
"Mi hijo, el mayor de sus nietos
varones, cuya infancia discurrió al calor y abrigo, en gran medida, de sus
abuelos paternos, guarda en sus abultadas maletas recuerdos
indelebles, con sello de longevidad, que cada vez que se evocan se abren
lozanos y sabrosos para escanciarlos con fruición y también con
nostalgia. Su abuela fue, además de ser su más desconfiada celadora, la
apoderada acuciosa y atenta , tanto en su educación inicial y cuanto
en primaria, que acudía al llamado de su profesora a
lidiar con sus travesuras, que no fueron pocas, y litigar con
singular ternura y a veces "fiereza" frente a sus
pueriles litigios en el aula.
Su maestra de primaria, de grato
recuerdo para nosotros sus padres y en especial para mi hijo, nos refería, a manera de anécdota, sus memorables performances de
“apañadora”, digo apoderada , como en aquella oportunidad cuando rompió de un balonazo la luna de una de las ventanas de la Dirección de su colegio, que
ameritó, como es natural, la presencia de la apoderada. Fue ella a responder y
a defender. Sus innegables condiciones abogadiles, como buena hija de
escribano, liberaron a su querido nieto de toda responsabilidad, es
decir, lo absolvieron. Recuerdo que aquel mediodía mientras almorzábamos
en casa de mis padres discurseaba con orgullo los entretelones de aquel "litigio". Nunca logró enterarse, eso si, que a escondidas logramos
“arreglar” con la dirección y con su profesora el costo de su
travesura. Frente a su inmensa ternura para con su nieto, que en algún momento
la cegó y le hizo perder objetividad, solíamos sin que ella se entere, asumir algunas
de las travesuras y hazañas de mi aún pequeño hijo. Fue siempre así mi Madre, querendona
con sus nietos. El haber tenido tantos hijos e ir quedándose sola por la
diáspora dolorosa de la mayoría de ellos, influyó sobremanera,
buscó volcar toda su ternura en su único nieto en aquel entonces,
se desvivió por él y nos suplió, mucho tiempo, con generosidad y
desinterés admirables.
Otra de las anécdotas donde se puso de manifiesto la "fiereza" maternal de mi madre, fue cuando en los "Juegos Florales de Primavera", estando mi hijo en el último grado de primaria, ganó el concurso provincial de declamación organizado por la UGEL- Huari, el director de su colegio, un tristemente recordado ex “curita", se negó entregarle el premio, aludiendo que aquel le correspondía a la institución mas no a él. Como colegirán ustedes, la reacción de la abuela fue severa e inmediata, sin medias tintas y frontal, la emprendió contra aquel mal director poniendo en duda sus cualidades sacerdotales. Usted no es justo y está maltratando a mi nieto, su actitud no es digna de un sacerdote, dijóle. Años más tarde, este personaje, se alejó de sus votos sacerdotales y hoy por hoy camina por otros senderos.
Todas las abuelas tienen el mismo sello: Son las que inventan cuentos de duendes, las que relatan inverosímiles historias y encumbren, a espaldas del abuelo gruñón, las hazañas y travesuras de sus nietos y que todavía se descubren luego de muchos años, como en el presente caso: ¿Quién destrozó los maceteros o arruinó los "vigilados" huertos? ¿Quién maltrató a los indefensos polluelos de la granja y los situó al borde de la muerte? ¿Quién hizo del patio de la casa su fortín deportivo donde libérrimo, en ausencia del abuelo, empalmó sus más furibundos balonazos embadurnando las relucientes y blanqueadas paredes y convidó a su pequeña tropa de amigos los todavía inmaduros manzanos, tomatillos e higos? ¿Quién fracturó de un golpe certero de balón uno de los aromáticos cedrones que, para mi padre, constituían sus mas preciados arbustos, por lo difícil que resultó hacerlos "tacllar" o prender? o lo más importante: ¿ Quién encubrió tamañas hazañas? ..."
Otra de las anécdotas donde se puso de manifiesto la "fiereza" maternal de mi madre, fue cuando en los "Juegos Florales de Primavera", estando mi hijo en el último grado de primaria, ganó el concurso provincial de declamación organizado por la UGEL- Huari, el director de su colegio, un tristemente recordado ex “curita", se negó entregarle el premio, aludiendo que aquel le correspondía a la institución mas no a él. Como colegirán ustedes, la reacción de la abuela fue severa e inmediata, sin medias tintas y frontal, la emprendió contra aquel mal director poniendo en duda sus cualidades sacerdotales. Usted no es justo y está maltratando a mi nieto, su actitud no es digna de un sacerdote, dijóle. Años más tarde, este personaje, se alejó de sus votos sacerdotales y hoy por hoy camina por otros senderos.
Todas las abuelas tienen el mismo sello: Son las que inventan cuentos de duendes, las que relatan inverosímiles historias y encumbren, a espaldas del abuelo gruñón, las hazañas y travesuras de sus nietos y que todavía se descubren luego de muchos años, como en el presente caso: ¿Quién destrozó los maceteros o arruinó los "vigilados" huertos? ¿Quién maltrató a los indefensos polluelos de la granja y los situó al borde de la muerte? ¿Quién hizo del patio de la casa su fortín deportivo donde libérrimo, en ausencia del abuelo, empalmó sus más furibundos balonazos embadurnando las relucientes y blanqueadas paredes y convidó a su pequeña tropa de amigos los todavía inmaduros manzanos, tomatillos e higos? ¿Quién fracturó de un golpe certero de balón uno de los aromáticos cedrones que, para mi padre, constituían sus mas preciados arbustos, por lo difícil que resultó hacerlos "tacllar" o prender? o lo más importante: ¿ Quién encubrió tamañas hazañas? ..."
¡¡Te amo viejita linda!!
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