Gualberto Espinoza Muñoz, es un Maestro huarino de trayectoria. En la década del 70, cuando cursaba la primaria en la inolvidable “Prevuchi”, lo veía avanzando con ese caminar lento y cansino por la Av. Magisterial rumbo a nuestro claustro del saber. Su aula ubicada arriba del palto y el majestuoso cóndor, absurdamente arrasados e inexistentes ahora, junto a sus alumnos lo esperaban.
Viejo Maestro y honorable huarino, dueño de un gran sentido del humor. Para quienes lo conocemos y estimamos es motivo de alegría verlo aún vigoroso, acompañando las actividades culturales, religiosas y sociales de la gran colonia huarina, junto a su inseparable esposa.
El siguiente poema, de su autoría, nos remonta a hermosos tiempos. ¡Disfrutémoslo!
“Añoranzas"
Es de madrugada, las aves despiertan
y sus dulces melodías entonando
al Supremo Hacedor saludan
bajo el límpido cielo huarino.
En bulliciosa caravana
al campo se desplazan
niños, jóvenes y adultos
en busca de aire y sol.
¿A dónde va tanta gente?
¿Cuál es la razón de tanto bullicio?
Es tradición ancestral al campo salir
cada primero de mayo en busca de fortuna.
Se dirigen algunos a la laguna cercana
desplázanse los demás a la más lejana.
Las lagunas de Purhuay y Reparin,
son imanes que al visitante atraen.
Tras el refrescante baño y la “pachamanca”
las damas salen en busca del “Waganku”
cuyos dorados pétalos, secretos guardan
para un próximo y feliz matrimonio.
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