La “Calle Capón”, si bien no es el "Jirón de la Unión", ni
el Palais Concert, ni esAbraham Valdelomar. Sin embargo, la “Calle Capón” es San Juan, es “Pukutay”
y es, principalmente, “La esquina del movimiento”. Ahí donde se guarecieranmuchedumbres velandosus sueños, sus amores precarios y fugaces;y recitando y cantando versos a la vida, al amor y fraternidaden puntuales y enésimas citas arropadas por
arrebolados crepúsculos y plenilunios.
La
“Calle Capón”, brevey comprimida en el tablero entrañable llamado
Huari que nos viera nacer, vivir y crecer, de solares pensativos, de balcones taciturnos yorgullosos, es el reservorio de
milhistorias que se escribieran a la
sombra del frondoso ramaje del tiempo.Callecita que marca la sucesión indetenible del torrente sanguíneo
sanjuanino que convertido en gigantesco árbolgenealógico, de donde penden apellidos de abolengo huarino,
no seresignaa capitular con los
nuevos tiempos de migraciones y diásporas sobrecogedoras, más bien,preserva su esencia y se erige como un inexpugnable guardián del huarinismo.
Si
por ahí, cosa improbable, se encontrara alguna cámara oculta instalada, en el alero de alguno de sus bellos solares, por un prosélito delosado“Milciades” personaje de
“Cien Años de Soledad, para registrar el
agitado tránsito de las multitudes, no dudo que ahí estaríamos todos, pasando gallardos con nuestros
uniformes de colegial rumbo a nuestro glorioso colegio “Manuel González Prada” . Así tambien, llenos de júbilo y jolgorio, en un ir y venir frenéticos en las tardes de lidia y de buen futbol.
Y
en la “Esquina del movimiento”, confluencia fraternal donde se abrazan alegres
los jirones Libertad y Eleazar Guzmáno
Calle Capón,vernos reunidosennuestramocedad florida, aunque ésta sea en nuestro nostálgico recuerdo que se
resiste a envejecer,con nuestros
devaneos de adolescente,con nuestras
tertulias jacarandosas einfinitamente fraternas,
y con los que se fueron y con los que
aún quedan.
Asimismo,
acudir presurosos tras los versos
floridos de Luis Alberto Rondón Marquez,
tras“Alucha” y sus balones de fútbol, tras una plática amena con donCoqui Salas y saludarreverentes a don Elías Pardavé nuestro señor
de la fotografía. Fundirnos en abrazos
interminables con aquel ramillete de lejanasprimaveras como la tía “Filu”
Sandoval, doña Elsa Guzmán, doña
Estelita Soto, tía Graciela Espinoza, doña Irene Trujillo y la tía “Maca”
Hidalgo.Y enalgún octubre lejano ver
paseardistendidos a don Cosme Sandoval y atía Victoria Trujillo. Con
todos ellos armar jarana en comparsa multicolor como en carnavales, sin
que falte nadie, convocando a rebato con
silbidos estentóreosa los “Shaquirita”,
los Shiwi Sotelo, los Humberto Lora.
Y
nosotros, losotrora mozuelos, colarnosaescondidas en la cita
imaginaria con nuestra historia barrial
en el lugar indicado y perfecto: ¡La
“Calle Capón¡Típicay amical arteria. Vivienteproscenio de nuestros más preciados
recuerdos.
Si hay un
momento cumbre de la “presencia” de Maradona en nuestro Huari, es el deaquel mediodía del ya lejano22 de junio de 1986, cuando la selección argentina se enfrentara a
Inglaterra en el estadio Aztecaen los
cuartos de final del Mundial México 1986. Aquel año, en nuestra ciudad alto andina, recién asomaba la aurora televisiva con sus
primeros destellos de luz,con una antena de Tvcolocada en la cima de un cerro, arriba del poblado de Yacya y
prácticamente en desuso, que daba fe de los olvidos y de la incipiente tecnología (Microondas) aún no estrenada.
Diego Armando
Maradona, “El Pelusa”, aquel mediodía veraniego se estrenaría eingresaríaa nuestro pueblo por la ventana mágica de un
televisor antiguo para regalarnos el que sería el gol más hermoso de la
historia de los mundiales. El rebelde y
mágico arquitecto de las más bellas jugadas y goles que registra la historia
del futbol mundial aparecía, en la
tierra de la heráldica flor de Waganku, en
toda su magnitud uniendo en uncoctel
deliciosotalento, belleza, magia, gallardía yvalentía para degustarlo con deleite en
aquella tarde señerade mi mocedad
florida.
Los
entretelones de aquel día histórico, lorecuerdo con la nostalgia y el dolor que me
suscita la partida del máximoídolo de
mi generación: La falta de fluido
eléctrico permanente en nuestra ciudad, nos
obligó a entregar una cuota voluntaria para comprar petróleo y poner enfuncionamientoel pequeño grupo electrógenoque puso a disposición don Job Mori. Subsanado el
impase, reunidos todos en la callecita inclinada
y polvorienta, enfrente decasa del tío Susano Hidalgo y de la sede
institucional del Barrio San Juan, nos alistamos para presenciar el que sería
uno de los duelos más esperados de la “Copa del Mundo” por las connotaciones
extradeportivas (históricas)que ella
encarnaba.
Recuerdo, que
ni la señal borrascosa ni el calor abrasador del medio día pudo contra la
emoción y la desbordante expectativa que despertaba en nosotros el llamado “Duelo del Siglo”. La ansiaday esperada revancha del pueblo argentino que, cuatro años antes, había sido humillado por la armada británica en la cruenta guerra de lasislas Malvinas, estaba a horas de librarse. Guerra
a la que fue empujada por la abyectajunta militar de gobierno presidida por Leopoldo Fortunato Galtieri.Aquel partido aparecía comolaperfecta “Batalla”para vengar
las más de mil muertes que dejó aquel diferendo. Y los peruanos, amigos
históricos de la patria de Gardel, San Martín,
Borges y Cortázar, nos sumábamos al
aliento de laescuadra albicelesteliderada porsu barco insignia “DIEGO ARMANDO MARADONA”
Prendidos de la
señal televisiva, y prendados de la mágica performance del ídolo eterno, aquella
memorable tarde, fuimos testigos dedos
de los más grandiosos goles del “Pelusa”que sirvieron para lavar la bandera albiceleste y encumbrar el orgullo
sudamericano más arriba de la cima del Aconcagua. Expresiones como ¡INCREIBLE!
¡FANTASTICO! ¡HERMOSO!Se dejaban
escuchar entre la muchedumbrereunidaen la polvorienta arteria
huarina. Los que nos gustaba la historia recordábamos a los pilotos peruanos
que sucumbieron en las aguas frías del Atlántico defendiendo la soberanía
argentina; recordamos tambiénla
feloníachilena que, al poner a disposición del invasor sus puertos y
aeropuertos, consumó la agresión infame del imperio
británico.
En esta hora
de llanto universal quiero expresarle,al Pelusa,las infinitas gracias por haber pintado de alegría y felicidad
el globo terráqueo con lamagia desbordante de aquella zurda
excepcional, fino pincel, con el que
dibujo filigranas, gambetas y golesfantásticos. Agradecerle por haber sido el entusiasta y oficioso embajador de los “sin voz” y abrazar la causa de los pueblos que luchan
por justicia, pan y libertad. Gracias,
por haber inspiradocon su magistral segundo gol , maravillosa epifanía y obra de
arte inigualable, en los niños y jóvenes de este planeta que hoy le llora, el amor al futboly a partir
de ese amor ensayar alguna jugada y festejar un gol en algún canchón polvoriento del universo.
Hoy, “el más humano de los dioses” como le
nombrara su amigo Eduardo Galeano,ya levita en el olimpo. Este Dios contestatario y mil veces “irreverente”
con los poderosos y arbitrarios, y al que millones de personas le edificamos altares entodos los confines de esta aldea
que bien puede llamarse “planeta futbol, se ha ausentado por y para siempre. Seguiremos
extrañándole, nombrándole y llorándole en tanto nuestros sentidos nos convenzan que aún seguimos vivosy por
ende sensibles antela obra de todo genio creador, como fue inmensamente el “Barrilete cósmico” que acaba de alzar vuelo.
Toda la gloria del Mundo cabe en un grano de maíz“ José Martí
Me encantan los septiembres porque vienen anunciando, con sus pregones milenarios, la inminente siembra; y el poblador andino, en paréntesis festivo, os recibe con suspiros de esperanza. Se asoman las lluvias y la tierra fecunda se regocija bañándose entre el canto sempiterno del viento y los ecos sonoros de los truenos y el centelleo de rayos en lontananza. Las sementeras sedientas de amor levantan aromas agradables que perfuman los senderos.
¡Qué fortuna estar aún vivo para contarlo y extrañarlo! Para reclamarle a esta reclusión indeseada y al destino que me arrojó lejos de aquellos amicales septiembres de mi patria chica, hasta este perpetuo destierro que me ha privado, desde hace casi veinte años, de los avistamientos repentinos que, cual secular epifanía, transformaban los parcos senderos en procesiones de algarabía indescriptible: El gañán y su yunta resignada al yugo opresor, presidiendo el cortejo; los sedientos forrajes, las bellas campesinas con sus ollas y cántaros; y las mejores semillas de maíz meciéndose, bailando y jugando dentro de pintorescas canastitas tejidas de carrizo en manos de afanosas y bellas jovencitas rumbo al tálamo de amor telúrico para, en breve, fundirse apasionados con la madre tierra y fructificar las mazorcas venideras .
¡Septiembre cuánto te extraño! Porque me vuelves a la memoria la luz encendida de los niños jugueteando en la pampa orgullosamente fértil por su humus milagroso. Y al morir el día, la cansina peregrinación de la boyada con sus yuntas aceradas y recuas resignadas que llegaban a pasar la noche para pastar y rumiar en el vasto y complaciente verdor y bebiendo en el tímido arroyo que cruza la pampa cantando melodías infantiles.
Sendos septiembres que me hicieran feliz. Que acariciaran mi corazón y mis sentidos: Mis ojos que complacientes disfrutaban al ver cómo cambiaban de atuendo los senderos y sementeras; exhalar aromas insondables como el de la madre tierra al llegar las primeras lluvias y, en ocasiones, saborear los convites a campo traviesa que los campesinos solían invitarme. Acompañando su caudaloso afecto con sendos y espumantes “potos” de chicha de jora y sellándolo con un efusivo ¡Salud Profe!.
¡Bienvenido septiembre de rostros mil! Traedme tu lluvia y empápame de esperanza; acércame a tus huertos de gladiolas y margaritas. Ven, recógeme de esta reclusión nostálgica y llévame en tus alas, desplegadas, como del cóndor mensajero de los dioses, hasta los dominios de la primavera. Llévame a sus amaneceres y crepúsculos de ensueño y déjame oír la bella plegaria del zorzal con su suplicante “Lluvi lluvi por dios”. Acércame a mis lares donde eclosiona la vida y se elevan, desde los techados o pajizos refugios, las ondulantes y tortuosas humaredas, preludios de la siembra fecunda.
¿Qué fue de aquel ovillo de
papel? Me sigo preguntando ¿A dónde fue a parar el símbolo de tu sueño más
preciado? Aquel que con tu madre hallamos, entre el desorden natural de tus
días de adolescente, al ingresar a tucuarto
en la noche lejana de invierto del 2006. Dormía plácidamente encima de tu alborotada alcoba, lo tomé entre mis manos, lo acaricié, estabamuy bien hecha: compacta, redonditay cubierta con cinta maskíng. Sentados ambos, con tu madre, en la vera de tu desordenado lecho, nos
miramos en silencio yluego vino el
dialogo el cualgiró en torno a tu
“desmedido” y porfiado apego al fútbol
¿Qué fue de aquel ovillo de
papel? Me sigo lamentando. Signo de mi intolerancia y egoísmo imperdonables. Pelota de papel que supliera
los sendos balones de diverso colorido y tamaño que guardabas y
atesorabas en tu “biblioteca” y que en un arranque demencial los
desaparecí para, según yo, distanciarte
del fútbol y acercarte más al estudio ¡Craso
error el mío! Que cegado por mis
deseos no comprendía que estaba alejándote de tus sueños y arrastrándote
a los míos y negándote el legítimo derecho de ser libre y ser feliz.
¿Qué fue de aquel ovillo de
papel? El mismo que recordé cuando César Cueto, “El poeta de la zurda” , fijara su mirada en tu talento para llevarte
a su Alianza Lima y ponerte en los umbrales de tu sueño más preciado. Ese momento cumbre de tu orgullo deportivo , que jamás ha de borrase de la memoria familiar, nos acompañará por siempre y más en nuestras tertulias de balón . Además, porque fue tu abuelo el que le alcanzara tu nombre al "Poeta de la zurda" en medio de la algarabía de todos. Y ese recuerdo, de aquel balón que fabricaras con
maestría para hacer “pataditas” en tu pequeño
e íntimo dormitorio, me permitió comprender la dimensión de mi desatino. Y gracias a esa brillante y feliz
oportunidad que te regalaba la vida, intenté resarcir y luchar contigo para hacer realidad tu sueño. Lo que vino después, ¿Recuerdas? Largos meses de prueba
con aquella “Sub 17”, viviendo entre el
colegio y los entrenamientos rigurosos hicieron posible que tu nombre salga en la lista privilegiada que te daba el pase para internarte en el club "Blanquiazul". Sin embargo, entre gallos y medianoche todo cambió y esa historia no es digna de escribirla (…)
Luego vinieron días de
frustración, de indecisión y oscuridad. Hasta que
luego de una charla reconfortante
en la “Universidad Agraria” justamente con César Cueto que se encontraba
acompañado del “Tanque” Guillermo La Rosa, volvimos a casa y en la intimidad de la charla familiar acordamos que postularías a la universidad y paralelamente seguir probando suerte en el
fútbol. En adelante como sucede siempre en la vida. en que los grandes amores y las pasiones jamás se borran ni se desprenden de uno porque son parte de tu esencia, el fútbol, tu amor y pasión, te acompañaría POR SIEMPRE.
Ya en la universidad, instalado en tu
facultad, desde el arranque hasta tu egreso te convertirías en el referente de ella; y la vida te regalaría a uno de tus
mejores amigos: Martín Duffo, el ex zaguero de “las selecciones nacionales” que por aquellos años dirigía al equipo de la facultad de Derecho. Sin duda, un ser humano, que además de ser tu maestro, fue y sigue siendo tu buen amigo, al que
vale la pena recordarlo con gratitud por
sus sabios consejos y su amistad.
Hoy, día feliz de tu cumpleaños, me he dado el tiempo para hacerte este breve homenaje enlazando, para el efecto, uno de los capítulos más bonitos de tu vida. Espero que al leerlo sepas que aquel "ovillo de papel" que elaboraste aún juguetea en la memoria de tus padres y es el símbolo de tus bemoles y también de tus días felices, pero también de nuestra incertidumbre. Gracias a Dios, aquel pequeño que naciera a la vida un 22 de agosto en el Hospital Santo Domingo de Huari a las 6 de la tarde, "atendido" por mis queridos amigos de aquellos años: "El Dr. Salvador, el Dr. Flores y esposa, y ante mi nerviosa presencia que, según tus abuelos paternos que se encontraban en los exteriores, me hiciera perder unos kilos de peso, es, hoy por hoy, un profesional del Derecho que va haciendo su camino ya sin "ovillo de papel" sino con "rumas" de expedientes defendiendo los intereses de la patria.
Finalmente decirte, que si bien hoy día no nos fundiremos los tres en un abrazo interminable ,por las circunstancias que vive la patria y la humanidad, de seguro lo haremos más temprano que tarde , y Dios ha de querer. Como bien me invocaste con acento conmovedor la última vez que visitaste la casa : " Solo quiero que cuando esto pase estemos los tres y ¡cuídense por favor!"
“La libertad es como una cometa. Vuela porque está
atada.”José Luis Sampedro
Amanece en agosto en las inmediaciones del inmenso "Parque Nacional Huascarán". Yarriba
de “Jacabamba” se posan los nacientes rayos del sol en amaneceres, del mes eólico, limpios y claros velados ligeramente por el vapor que sube de la tierra y el humo ondulante que se levanta encima de los techos rojizos de las casas de
la comarca y los pajizos de las chozas. A lo lejos las campanas de la catedral
llaman a misa. Es la vida que comienza.
Agosto, mes de matices especiales con días de espléndido calor yatardeceresfríospor la helada y los
profusos vientos.En este mes, preludio de la estaciónprimaveral, los alumnos de los centros
educativosvuelan cometas. El cielo se
puebla de colores, estrellas
diurnasque unen al firmamento las
ilusiones de los niñospor un fino hilo.
Es época, por tradición, en que
pelotonesde estudiantes celebranfestivalesde cometas en el
tradicional“Hatún Era”, señero cause
de torrentes de aire donde crecen hierbas silvestres a la sombra de
inmensos eucaliptos.
“Hatun Era”,está ubicada en las inmediaciones del gigantesco “Tucuhuaganga”, que en los agostos,
desde otrora, recibe muchedumbres y guarda
sigiloso en sus repletas maletas hálitos infantiles, ojos soñadores, caritas
chaposas ysudores a raudales que
maquillaron y maquillan la faz de la infanciaen las estribaciones de los andes.
Son las dos de la tarde y arde la tierra. Unos aplacan la sed con
refrescos preparados por sus padres, otros,los más curtidos, se dedicanaverificar los mínimos detalles
de sus cometas: calculan el peso y tamaño de la cola, verifican algún forado
que pudiera ocasionar unsiniestro o un “aterrizaje” prematuro y
forzado.
Las hay
de todas las formas y concepciones, unas hechas pobre y austeramente y otras
lujosas y suntuosas hechas con finospapeles de colores. Sin embargo, todas unidas por elmismo viento y el mismo cielo. Allí están los
niños,alistandolos ásperos ovillosde hilo que, algunos fueron sustraídos en secreto de loságiles “huzos” de lasabuelas o de algún armario donde yacencual embriones de ponchos y frazadas. ¡Había
que ver su fortaleza!Resistentescomoel granito , capaces de cortar la manoen dosal calor de la velocidad del
vuelo y de la fuerza eólicade agosto.
La competencia se inicia a la orden delDirector.Si el viento es favorable las elevan de inmediato,y si no es así, en coro bullangueroalzan sus voces suplicantes al Taitade los vientos: “Taita Lorenzoooo…,sueltatu vientooooooo… para mi
cometaaaaaa...” Aún no terminan de gritar las mágicas palabras, cuando el
querendón Lorenzo premia su fe,regalándoles frenéticos torrentes de aire que cubren, en el acto,el límpidocelaje serrano de variopintas y alegrescometas ante los ojos
soñadoresde los niños.
Los benjamines, pequeños ellos, de los
primeros grados, tratan de imitar infructuosamentea los mayores. Multitud decometas de diferentes formas y colores:
Aviones, estrellas y cohetes a la luna,
entre otras, se avistan en el límpido
firmamento. Unosbien ornados yataviados parecen ser los favoritos, algunos,defraudan desde el despegue y van cayendo enredadosen las frondas movedizasde los árboles entristeciendo a sus dueños y arruinando sus ilusiones. Los más expertos y
avezadosse ubican en el lugar más
apropiado y eligen el momento preciso,de manera, que a medida que pasan
los minutossedivisan en el firmamentoconstelaciones decometas flotando entre los manotazos de
viento y unidas a la tierra por un pensamiento invisible.Vuelan en frenética carrera con sus pilotos entierraque observan desesperadoscómo sus manos se enrojecen formando ampollas
por la friccióndel hilo y la velocidad
del viento.¡Las madejasse hacen humo! Los quelo han perdido todono les queda más queauxiliar y vitorear a sus compañeros de
sección.
La competencia en curso se prolonga porhoras y largos minutos. Las más lejanas, ya no se puedendistinguira simple vista,parecen ganar la
estratosfera. Son pocas las que se avistan,apenas seis,la mayoría de ellas
piloteadas por alumnos de grados superiores.
Despojos de decenasde cometas convertidos enañicos de papel,colgandode los árboles u oscilando en las
pendientes de los ásperos riscos dan fede lobulliciosa, y concurrida
competencia. Se puede perder, pero luchando, caeren el intento vale más que no intentarlo.
Los minutos pasan frenéticos como el viento ylos pocos competidoresluchan con denuedo para no quedar fuera de combate, tratandode sobrevivir con su cada vez másfamélico arsenal. Unos, obligados por la carencia
y abrumados de tristeza, las dejan partir al límpido eilimitado espacio. No tienen otra alternativa.
Ahora quedan sólo dos, uno delCuarto Grado y el otrodelSexto
Grado. Porfían con la raleada visibilidad dela moribunda tarde andina.Sueltan y sueltan y la fuerza voraz
consume las madejas de hilo que se elevancual avellanas en las noches
festivas de octubre. Entretanto,yaasoman las rutilantesluciérnagasplaneando las mustiascementeras.El únicoguía, capaz de ver aúnes“Tucu”,alumno del cuarto grado,
debe su apodoa su gran capacidad
visual. Cuentan sus compañeros que es capaz de oteara los zorros ypumas acechando a los ganados en el totémico “Llamoj”;
y en las nochesmás tenebrosas observarsin problema alguno cualquier
objeto y caminar cómodamente entre la
oscuridad.
“Tucu”,señalalaubicación de las cometas, los demás, aguzan
la mirada eintentantambien ubicarlas. Ya partieronmuchasmadejas ¡increíble! Ya acariciala jovennoche yenlas
faldasdel majestuoso “Llamoj Jirca” se
agitan llamaradas y arden las pasturas, práctica ancestral contaminante,
mal entendida como beneficiosa para los terrenos agrícolas ysiembras venideras, que ya fue superada por la civilización
Ya no queda más que dos alumnos en
competencia, el del Cuarto Grado, exhausto
pero orgulloso tambiéndeja partir su estrella viajera, Rendido por el vértigo del vientoy el dolor de sus manos maltratadas se acostó
entre algunos pajillos contemplando el infinito. Mateo, del Sexto Grado, el
épico sobreviviente “quema sus últimos cartuchos”, entre tanto elfirmamento se cubre de estrellas:
-¡Allí
esta!, gritanen coro.
-¿Dónde,
Dónde? Preguntan otros
-No son
cometas, son estrellas que ya comienzan a pasear por los cielos. Aclarael Tucu.
El Final se acerca, la cuenta regresiva empezó.
El diestropiloto, con sus manos estropeadasy encallecidas, no deja de mirar en dirección al objetivo.
“Tucu”, su fiel ayudante, ubicado a su diestra, le precisa de rato en ratola ubicación. No queda más que unossegundos para el desenlace. La última madeja
se consume raudamente.
Llega la noche con su cielo pleno de
estrellas,y conella,llega también el final del evento. El
alumno ganadorrodeado por sus
compañerosy maestros, quedose por unos
segundos cual estatuaconsus manos entumecidaspor lo dilatada jornada y por el frío de la
noche. “Tucu”,entre tanto, intenta seguir el trayecto de la cometa. Solo él puede
ver, y mejor en la noche. Sin embargo,ahoraparece flaquear, repliegael ceño,apunta el objetivocon su
privilegiada retina, su esfuerzo se hace evidente como también su
impotencia.
-Ya se ocultótras los cerros-Sentencia con resignación - Mañana
aterrizarátras la cordillera blanca –
concluye rendido el leal compañero.
- ¡Es increíble! ¿Será
posible eso? Murmuran los presentes.
- Así es. Confirmalacónicoel Maestro.
Mientras el ganador es felicitadopor suscompañeros y
maestros,la luna, con su cararisueña se levanta por el oriente. Mateo emocionado se abraza con
cada uno de ellos,la proeza y el
esfuerzo justifican los vítores y congratulaciones.La tensión y las largas horas de vuelo han
minado sus fuerzas, susojos hundidos y
su faz pálida así lo revelan.
Alguna vez tuve alma de comunero y además bendecido por los Apus y por los “Curacas” del pueblo a los que solía saludar con reverencia e inclinarme ante las venerables ancianas y enhiestos comuneros de ese pueblo hospitalario llamado fácilmente “Ampas”. Gracias a mi estancia prolongada reafirmé mis convicciones sobre que la dignidad y la decencia no son patrimonios citadinos. Y que es fácil toparse, como en las sendas serpenteantes del “Mundo es Ancho y Ajeno”, con un Rosendo Maqui y su dignidad sideral junto a los suyos y multiplicados a lo largo de la sierra amiga e infatigable; y de cuando en cuando deleitarte con el tullido Anselmo eximio arpista y armar jarana en el afectuoso y ubérrimo “Bombon” cantera misteriosa de “humus”
En ese pueblo hospitalario, cariñoso y mágico nació Maglorio Bazán Mendoza, futbolista que ya en vida se había aproximado a las estrechas moradas del mito y la leyenda. Le llamaba de cariño “Wicsusupi” y él sin asomo de remilgos festejaba y sonreía al escuchar su apelativo travieso e hilarante. Era un buen ser humano, no cabe duda.
Mi más lejano recuerdo de este pelotero macizo y talentoso se remonta a finales de los años 70 cuando los ampasinos lo “repatriaban” para defender su divisa en los campeonatos “intercomunidades”. En verdad era un crack. Pude verlo en una final y fue un espectáculo y un deleite. Hizo goles de toda factura y con una calidad inusitada. Yo era aún pequeño y como me gustaba el futbol asistía, junto con mis amigos, a los partidos de aquel “futbol macho” donde se daban cita las “oncenas” de los centros poblados del distrito cercado.
Fue además integrante de la selección del glorioso “González Prada” y alternó con jugadores de la talla de Carlos Huerta "Millqui", Juan Vidal, Otto Aguirre, Willy Toro, etc. Quienes lo vieron jugar en sus años de gloria recuerdan su afinada técnica y su versatilidad dentro del gramado de juego. Era un jugador orquesta que se acomodaba fácilmente en cualquier puesto, incluido el de arquero.
Cuando, por fortuna, llegué a trabajar en Ampas conocí de cerca a su familia y me hice amigo de sus hermanos, de uno en especial, “don Diuñi”(+) -el papá de “Pacucho”- un alumno con características especiales por su carisma y ocurrencias desbordantes. Además muchos de sus sobrinos fueron mis alumnos y hoy por hoy son buenos profesionales. En las pocas oportunidades que volvía a la fiesta de su pueblo lo abordaba y conversábamos de la amistad y del fútbol haciendo versos libres con los recuerdos mutuos de glorias idas.
El octubre pasado nos encontramos en el local de Bocanegra y conversamos algunos minutos. Me dio un gusto saludarle y abrazarle, pues su nobleza, humildad y sencillez siempre me inspiraron un aprecio y estima especial. Siendo dueño de un recorrido e historia futbolera importante, aquellas aureola le hacían todavía mucho más grande. Hoy, muy temprano, me llamó un ex alumno dándome la mala nueva de su partida y no podía creerlo. Infausta noticia que enluta al futbol huarino y a su comarca entrañable que le llora a raudales. Desde esta ventana extiendo mis condolencias a sus seres queridos y a todo el pueblo de Ampas al que recuerdo y quiero. Que la partida de este ex deportista innato no solo os una en el dolor y el lamento, sino además los una en el legitimo orgullo pueblerino.
Hasta la vista amigo Maglorio, que tu viaje, hacia la dimensión ignota, este presidido por ángeles y querubines porque seres humanos nobles como tú merecen ese premio. Y al llegar al Olimpo, destino deseado y merecido para las almas buenas, recuerdes que algún escribidor citadino te recordó con afecto, leyó tu nombre en los senderos del tiempo y contempló tu imagen de espartano indomable ganándole a la muerte en su postrera batalla como quien gana la inmortalidad.
“Los años enseñan muchas cosas que
los días jamás llegan a conocer.”
Ralph Waldo
Emerson
Muy temprano, despertóme mi querida esposa con un rico y
caliente"Ponchedechicha”,chichadejoraquemispadresacompañarona susiempregenerosaencomienda,repletadearomasysaboreshuarinos;y mihijoconuncariñosobeso,muytemprano,fueradelocomún,puesestáde vacaciones
y tiene licencia para prolongar sus
sueños y dormir plácidamente, me entregó su pequeño regalo, tres pares de
calcetines que losvoyanecesitarenesteinviernoagrisadoyfrío.
Elnúmero"45"queeslaedadquehoycumplo,hasidoimportantey
concurrenteenmivida,porlodelfútbolqueesunademispasionesyfueel medio
que me
permitió conocer ciudades y ganar amigos;
y hoy metafóricamente, me permite
reflexionar en voz alta y decir que el Primer Tiempohaconcluido.
Novoyhacerningúnbalance,perosiresaltaralgunasjugadasyno pocos“golesqueanoté”enlagranbatalladelavida:Mimejorgol,miquerido hijo;lamejorjugada,elganarelcorazóndemiesposaytenerlaparasiempre;
Elmejorpasegol,elquemellevóasermaestrodeescuelaqueesmipasión
eterna.Micuerpotécnico,sinlugaradudas,misadoradospadres,aquellos quesebatieronenlavidaynosdieron-asussietehijos-tododesíparaser personas de bien; mis compañeros de
equipo mis hermanos: Gino, Rucu, Miqui,Vlady,MichelymilindahermanitaPilar,etc.Elmejorescenariodonde alterné,mitierralinda,Huari,tambiénAmpaspueblitoandinoquese encuentraburiladoenmimenteycorazón;eIndependencia,distritolimeñoal queaprendíaconocerloy quererloqueeselactualescenariodonde trascurrenmisdíasynochesdelabordocente.
Enestedía,haytambiénespacioparaelagradecimiento:Primeroa Dios y a "Mama Huarina" que me permitieron vivir bajo su
amparo y me regalaronpequeñosdonesconelquefuiysoy inmensamente
feliz:Ladocencia,lapoesía,la música, el deporte me permiten decir
sin asomo de soberbia ¡Gracias a la vidaquemehadadotanto!Siendoesetantolasatisfacción,masnolafortuna
material que, como ustedes entenderán, para un esforzado maestro, suele serunautopía.Amispadresquemeregalaronlavidayamishermanoscuya compañíaenellargoviaje,repletosdentrodelampliovagónfamiliar,
con buenymaltiempo,mehicieronllegarabuenPuerto y finalmenteamiesposae hijo, razón de mis días e
imprescindibles en mi existencia, por su amor sin límites.
Apelo a la voluntad de Dios y aguardo con esperanza que el
Segundo Tiemposeamásauspiciosoyque,enestaavanzada,me acompañenlosseresaquienesmásamoyquieroenmivida, ysiporahí- queeslomásprobable-yanollegoaconcluirelMatch,ésteseacumpliendo mimisión,dejaramiequipoconelscoreasegurado.
En los barrios bajos, tejidos con fibras aceradas. en los senderos que todo buen
huarino recuerda y evoca. Ahí mismo,donde la leyenda y el mito se abrazan con la
historia de sus moradores le hepreguntado al vientoque levanta polvaredas en las horas jóvenes
de la tarde ¿A dónde fueron a morar los ecos de las tertulias que en mi
felizniñez solía escuchar? Le he
preguntado al cielodespejado y
bellamente azulejosi vio pasar mis
plegarias de niñoalborozadoy mozuelo atribulado. El cielo me
ha respondido que si, y que ademásavistó desde el etéreo cenit mis ojos henchidos de felicidady esperanza.Y el viento queacostumbraba
recibirmecon sus hondas persistentes, cual niño travieso invitándome a jugar con él , me ha
dicho quelas tertulias de los viejos
tiempos se han ido a posar en el
infinitoy que los despojos de sus
protagonistas están abajo, en el campo santo, y que preguntaraal sepulturerosobre su destino final.
He
caminado en mis sueños por esos lares de mi niñez, y ese trance onírico me
permitió reencontrarme con los recuerdos de mis amigos de infancia y ancestros. También encada
piedra,en cadapolvareday en los suspiros aromáticos de los árboles y maizales que custodian las
cementeras y huertosaledaños de los
entonces dispersos solares, reconocer losefluviosde un tiempo lejano y feliz.
Recordé el perfumado aroma de la tierra al
llegar la lluvia, aquello que suelo
extrañar en esta Lima plúmbea y áridamente hostil. Ha sido un reencuentro sin parangón, un
abrazocon mi propia biografía, con mi
esencia de huarino militante yorgullosoque tuvola fortuna de ver la
luzdel día porfeliz alumbramiento de una bella carmelitana,
mujer que me enseñaraa rezar al Dios
único y venerar a la “Virgen del Carmen”, patrona de su
Barrio querido.
Caminé como en los viejos
tiempos, como cuando bajaba a casa de
mis abuelos maternos.Y mis ojos,
surcando raudos el espacio entrañable, buscaron
sin fortunaa Richard, Unchu, Gino, Gloria,
“Ñahuish Bola” y "Catamona".También a mis tíasFilly, Manuelita, Sixta y Zoraida. He caminado sin prisa y
distendido.Al llegara
la vera del tortuoso y breve caminito que se descuelga de la casa demis abuelos maternos me hedetenido paraobservar con reverencia al “Tío Bizcochito” que sentado en su estoico poyo,
erosionado por el viento , el tiempo y
la lluvia, descansa pensativo y sus ojos
parecen perderse enel cielo, escudriñando las nubes espectrales como
queriéndolesustraeralguna “filigrana” para sus trabajos
venideros. La suave brisa arrecia de cuando en cuando. Las casas dispersas, que
trasciendenpazy quietud,me ven pasar con indiferencia. Sólo “Perlita”, la pequeña mascota de mi
infancia, me da la bienvenida jugueteandoy moviéndose cual bailarina de ballet ofréceme su compañía ¡Vamos “Perlita”¡ la he arengado
con emocionado y cariñoso acento.
En su pétrea morada,
dondeel rumor de los caminantes, en perfecto dueto con el arrullo eterno de los
ríos, es melodía tierna y eterna, me espera “Mama Carmelita”. Entiendo y
vislumbro que será un recuentro filial
inolvidable y largamente esperado por
mí.Mientras avanzo se me avecina el
recuerdo de algunosrostros que
acompañaron mi niñez en ese afectuoso tramo: “Chumpi”, la ilustre “Madana” de
Navidad,“Wiru Chupa”, elpolifacético mayordomo de las fiestas del
pueblo, “Tubish” el matarife,dueño y señor de las “cuchicancas” y
“chicharrones” y la indómita pueblerina a la que le gritábamos “Pancusiqui” ante su fastidio visceral y
que solía subir de Ulia en hora puntual acompañada de su séquito familiar.
La emoción me atrapa al voltear el recodo de
donde parte el breve caminito hacia el
bucólico “Patashgaga”, confidente de promesas de amores eternos y también perecederos.
El graznido ronco del viejo zaguán de la
casa de la tía “Quishti” convoca mi
miraday en instantes, con la ternura de
siempre, asoma ellay su sola mirada y
sonrisa asienteny celebrancon beneplácito mi retorno por esos lares. Estoy
muy cerca de la gruta entre emocionadoyconfundido comoun hijo prodigo que vuelve aunque sea entre
sus sueños al santuario más importante
de su infancia ¡Cosa más bella!
A breves pasos de su
inconfundible morada me he detenido pensativo. La contemplación se ha tornado difusa por la riada de recuerdos que se me avecinan
envueltos en un cortometraje de un tiempo
lejano y feliz:
-¡Acá estoy “Mama Carmelita”!
La he saludado extasiado y el
eco de mi voz ha remecido los flancos
pétreos que custodian su santuariobendecido, al tiempo que sus ojos bellos me han abrumado
de cariño ¡Luego,todo fue silencio penitente! Excepto los
arpegios vespertinosderuiseñores, zorzales y gorriones que alborozados
cantaban al declinar el día. El postrarme frente a ella y sentir su presenciame havuelto como aquel niño inquieto que solía visitarla. Se ha silenciado
mi voz, pero seha agitado mi memoria. Si bien ya no soy aquel pequeño que jugueteaba feliz en la trocha polvorienta,
contiguaa su capilla. El que se trepaba
con porfía y dificultad para ganar la
breve explanada desde donde se erigía la puerta enmohecida de la capillita de
entonces y contemplarlajunto a mis amiguitos y repetir y repetir la
palabra “Mama Carmelita”. Si bien ya no soy aquel, sin embargo, lo he sido por unos minutos gracias a este sueño bendito.
Mi confesión, en medio del silencio repleto de pesares y aflicciones, se
ha prolongado por varios minutos ¡Mama Carmelita perdóname! he repetido como el tañido decampanas en la hora del ángelus. Y he sentido sus perdones, también su amor infinito
al ver que sus ojos misericordiosos me abrumaban de indulgencias. Siento que mi visita satisfizo la larga espera.
En adelante, deberá ser más allá de los linderos del SUEÑO, aunque esta fugaz quimera, fracturada por el frio amanecer limeño, me haya permitido
retornar, aunque sea en mis sueños, al
primer santuario de mi vida. Iré en busca de la polvorienta trocha tras los despojos de mis rastros del ayer lejano. Ahí donde dejé regadas en el tiempo mis vivencias y afectos. Me gustaría darme un abrazo con mi "Tío Alberto", el sobreviviente longevo de aquel apacible arrabal de casas dispersas y hombres de bien.
El gentío alborozado tras los pasos de "Mama Carmelita"