Son casi las tres de la tarde,
luego de un frugal pero agradable almuerzo, digno de "Viernes Santo" instalado en el balcón de mi
casa solariega, casa familiar de inolvidables
recuerdos, comienzo esta crónica
apurada y agitada, sin embargo, cargada de amor
y emoción por tratarse de una visita en
días de recogimiento y reflexión. A
estas horas de la tarde, el cerro
Tukuhuaganga se avista hermosa con sus faldas llenas de lozanía y verdor, el ambiente trasciende solemnidad y el cielo
cambiante, veleidoso e impredecible parece anunciar y advertir un
muy pronto chapuzón:
Llegamos ayer, con las
primeras luces del "Jueves Santo" en alegre caravana, desafiando los rumores y los temores
de interrupciones y huaycos en la
carretera. Como siempre sucede nos
esperaban mis padres emocionados y alegres , disipando en el acto sus preocupaciones al
vernos llegar sin mayores novedades.
La casa, como tu pueblo mismo, por muchos años que hayas vivido en ella, luego de cada
retorno, no deja de deslumbrarte, máxime
en esta estación lluviosa cuando las plantas que la adornan se tornan
saludables : El patio principal ornado con sus cascadas de
coloridas buganvilias , manzanos,
cedrones, se muestra más hospitalario y atractivo y sus barandas quedas y mudas
atraen mi mirada. Arriba, en el segundo piso, tras esas curtidas barandas y amicales pasillos entablados me espera mi cuarto,
aquel que compartimos muchos años con el mayor de mis hermanos en esas horas
albas de nuestra niñez y alegres de nuestras mocedades. Atrás de la casa, en el huerto, por la estación lluviosa, rebosante y plétorico nos da la
bienvenida el añejo palto que sabe
todavía de triunfos. Muestra orgulloso sus apetecibles frutos que se
mueven alegres entre la fronda al ritmo
del canto mañanero del zorzal y del ruiseñor, sus habituales anfitriones. Allí crecen también la alfalfa, el chinchu y el
huacatay con sus aromas insondables,
maduras poroksas y granadillas, saludables y atractivas ellas, nos
convidan con generosidad sus dulcificados frutos. En la antesala del huerto arde alegre, como
hace varias décadas, nuestra vieja “cocina” hecha de fierro fundido que ha sobrevivido a nuestra niñez, adolescencia
y juventud y, que sin duda, sobrevivirá a nuestra existencia, junto a ella,
el horno, seguramente el último de los tantos provisionales construidos por
mi "querido viejo" con los máximos cuidados y detalles , donde mi "vieja linda"
amasó y doró los mejores biscochos,
biscochuelos, empanadas, roscas, molletes, etc. Las imágenes solas de estas dos compañeras de
toda la vida: la cocina y el horno-
aparecen planeando mi memoria y
avivando el rescoldo de tiempos idos que nunca han de volver.
Luego del desayuno familiar, a cumplir la agenda pre-establecida: Acompañado,
esta vez, por mi esposa, hermano
Vladimir, su novia Nora, mi tio Fausto Bar, mi tia Aubertina y mis queridos primos Tito e Iris, nos
dirigimos a Acopalca contando, como siempre, con mis padres, mi hermano Michel , su
esposa Lola y el pequeño Alessandro, como nuestros
cálidos y amorosos anfitriones . El clima agradable de este pintorescos paraje y el arrullo de sus ríos
“Shashal” y “Purhuay” nos dan la
bienvenida. Las casitas típicas y el talante emprendedor de
algunos de los habitantes, contrasta con
el desorden y la falta de aseo en sus
calles. Si bien es cierto que se ha mejorado en algo,
pero es insuficiente teniendo
en cuenta las oportunidades
con que cuentan. Tienen lo elemental para convertirse en un punto turístico
importante, no solo a nivel local, sino regional y nacional. Son dignos para el
aplauso los empresarios nativos que con
mucho esfuerzo, seguramente, han
construido interesantes recreos y
restaurantes, la mayoría de ellos ubicados en el perímetro de la piscigranja, irán creciendo y mejorando con el tiempo, no
me cabe ninguna duda. Elegimos “Los
Cantaritos” cómodo y apacible recinto donde degustamos ricos
potajes elaborados en base a trucha. El esmero y hospitalidad
de los dueños es también digno de
resaltar.
En horas de la tarde visitamos la
piscigranja , cuya silueta conocemos de memoria, nos recibió, como siempre suele
hacerlo, con su alegre e inconfundible
rumor acuoso. Este fortín biológico esperanzador de los acopalquinos merece
cuidarlo y potenciarlo. Pocos pueblos han sido bendecidos, como éste, por el Hacedor, cuentan con tanta agua , tanta vida, suficientes para edificar un futuro prometedor para ellos y
para los que vendrán. Ya en
el retorno hicimos un alto en su plaza de armas, donde destacan las efigies de
los “Huancas”
y los “Cajeros”, interesante detalle, decidor y elocuente, del orgullo del obrajino, alimentado, claro
está, por el legado del gran “Mañu Tello” y de tantos célebres “Cajeros”
que nos hicieron danzar, a los huarinos,
en las noches de la “Santa Cruz” y
Octubre.
Llegada la noche, el repique de
las campanas de la catedral invitaban a misa de "Jueves Santo" , ya no es como antes ,
los tiempos han cambiado, la merma del fervor es evidente, sin embargo, estuvimos
puntuales para presenciar la conmemoración de la “Última cena” y el
típico "lavado de los pies" , que el obispo prelado recreo con suma humildad.
Extrañé aquellos tiempos de mi niñez cuando el riguroso luto y observancia de
las leyes consuetudinarias de "Semana
Santa" se enseñoreaban: Misas
solemnes, letanías conmovedoras,
multitudes contritas. Poco queda de aquello lamentablemente. Luego de la misa, la “Vigilia” acondicionada en un
lugar inadecuado e incómodo que no suscita ni trasciende solemnidad. Allí estuvimos , sentados, escuchando
las letanías y cantando y meditando. Me dio una inmensa alegría ver a jóvenes líderes laicos de
nuestra iglesia encaminando la vigilia, y dentro de ellas destacar a mi prima Liz
Salas, levantando la bandera del Barrio “El Milagro”. La iglesia también necesita
refrescarse con nuevos rostros que le impregnen lozanía y vigor. Felicitaciones.
El "Viernes Santo" amaneció despejado, que aprovechamos para enrumbarnos
a “Reparin”, que hoy por hoy luce más cuidada y por ende más hermosa. Su flora
nativa se ha recuperado y los voraces eucaliptos han desaparecido para
beneplácito de los quenuales, Huishllaj, Pachajsas, retamas, shiracas, zarzas y coyales. Me sorprendió el orden y cuidado: las señalizaciones, el acceso
fácil, las típicas ramaditas para guarecerse de la lluvia y el sol, por último las ariscas
alpacas triscando distendidas en
sus orillas. Llegar a ella después de
más de una década y encontrarla mejor presentada me resultó
gratificante.
En horas de la noche se escenificó la "Pasión de Cristo". Se aplaude el esfuerzo y el esmero de los jóvenes, pero nada justifica el desorden e incomodidad. Si queremos atraer la mirada de propios y extraños es vital trabajar en ese aspecto puntual del orden. Acompañamos la procesión como en los viejos tiempos caminando al compás de la marcha regular de una competente Banda de Músicos tras el “Santo Sepulcro” y la “Mama Dolores”, orando y cantando viejas y lúgubres melodías que antaño coreábamos siguiendo a la “Mama Delina” y a don Daniel Sifuentes. Me olvidaba citar a los llamados “Santo Varones”, viéndolos alzados en la Santa Cruz recordaba a don Abdón Valle,” Victorcito” Guzmán, Matilde Trujillo, Nolasco Bello y Julián Valle, este último, se encuentra postrado en su lecho de dolor.
En horas de la noche se escenificó la "Pasión de Cristo". Se aplaude el esfuerzo y el esmero de los jóvenes, pero nada justifica el desorden e incomodidad. Si queremos atraer la mirada de propios y extraños es vital trabajar en ese aspecto puntual del orden. Acompañamos la procesión como en los viejos tiempos caminando al compás de la marcha regular de una competente Banda de Músicos tras el “Santo Sepulcro” y la “Mama Dolores”, orando y cantando viejas y lúgubres melodías que antaño coreábamos siguiendo a la “Mama Delina” y a don Daniel Sifuentes. Me olvidaba citar a los llamados “Santo Varones”, viéndolos alzados en la Santa Cruz recordaba a don Abdón Valle,” Victorcito” Guzmán, Matilde Trujillo, Nolasco Bello y Julián Valle, este último, se encuentra postrado en su lecho de dolor.
Hoy, sábado en horas de la
mañana visitamos la inigualable “Purhuay” , nuestro barco insignia en términos de belleza natural.
Regocijados por la exuberancia de
sus contornos y la hermosura de la
laguna misma, abordamos uno de los botes y circundamos emocionados parte de su galana silueta. La destreza de nuestro boga
Albino Chavez, nos llevó hasta la
zona llamada “El Remolino” situada en la parte oriental. Navegamos emocionados por debajo de los fraternales brazos de los arbustos que
orillan aquella parte de la laguna. Una experiencia única realmente: garúa,
viento, oleaje, cielo veleidoso, yerbas silvestres y tibios
rayos del sol…
Siendo las seis de la tarde, de este sábado otoñal, casi veraniego, me
alisto para el retorno, sin antes agradecer
a mis padres Getulio y Alcira, a mi hermano Michel, su esposa Lola y mi
pequeño sobrino Alessandro por su cariño
y hospitalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario