"A pesar del tiempo, tu amor incondicional siempre
ha sido fiel . Dios bendiga tu vida y guarde tus pasos"
Con la venia de los lectores rindo este homenaje a mi “Querido viejo”. Al deportista, al hombre batallador, sacrificado y amoroso, al ser humano sencillo, pero altivo, que ganó muchos partidos en la vida, algunos por goleada y otros por estrecho margen, muchos de ellos con la adversidad a cuestas. Un deportista que jamás se doblegó, un futbolista y basquetbolista siempre con la cerviz en alto.
Los recuerdos más lejanos que tengo de mi padre tienen mucho que ver con el deporte. A sus hijos, en especial los mayores, nos tocó convivir desde muy pequeños con balones de fútbol y básquet, con triunfos y derrotas, con “chimpunes” y casaquillas de diferentes colores donde destacaba, claro está, la gloriosa rosada de nuestro querido “San Juan”, por ello me parece justo y oportuno hacerle este pequeño homenaje y demostrarle públicamente lo orgulloso que estoy de él.
Me contaban sus coetáneos, amigos de su época estudiantil, la forma como él encaraba los partidos de fútbol, para el efecto citaban y puntualizaban su responsabilidad y disciplina espartana, agregando este detalle descollante y sabroso: “En la víspera de cada encuentro solía demarcar geográficamente su territorio, limpiaba los incómodos “abrojos” (piedras o desniveles resaltantes) del campo de fútbol donde debía guerrear el siguiente día” El término guerrear se acerca semánticamente al estilo de juego de mi "querido viejo". Fue un guerrero implacable, único en el juego aéreo, una muralla infranqueable. Defendió en numerosas oportunidades y por largos años con amor, dignidad y vergüenza deportiva la Divisa Huarina, del Magisterio, del glorioso “González Prada” de la “Escuela Normal Mixta de Huari” y de nuestro “Pukutay” querido. En sus inicios formó parte del “Club Independiente” aunque nunca debutó oficialmente, luego, por gestión del recordado Don Eduardo “Ñato” Valencia pasó al “Club Sport” junto a jóvenes valores de entonces como don Jorge Salas, Fausto Toro, Alcides Alvarado.
Si bien es cierto que el fútbol no es una guerra, sin embargo, como ella, posee arte, contacto y mucha fricción. Sun Tzu, general chino que vivió alrededor del siglo V antes de Cristo, escribió "El arte de la guerra" el mejor libro de estrategia de todos los tiempos, que inspiró a Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas otras figuras históricas. de manera que es usual y cotidiano encontrar este símil literario en el argot deportivo. Además, no olvidemos, que tanto en la guerra como en el fútbol se libran duras batallas de estrategias en los pizarrones.
En las oncenas futboleras unos destacan por su exquisitez y técnica depurada y otros por su fuerza y temperamento. A este último grupo perteneció mi padre, su fortaleza física, la fuerza que le imprimía a las jugadas y su destacado juego aéreo lo distinguieron. Muchas tardes llegó a casa lesionado, rengueando y alguna vez fracturado, como en aquel lejano julio del año 80, bordeando ya los 40 años de edad, cuando durante un encuentro entre el “Magisterio” y la “Guardia Civil” olvidándose del peso y paso de los años ensayó una chilena “Chalaca” sufriendo una triple fractura en su mano izquierda, fue el triste anuncio del final de su dilatada trayectoria deportiva evidenciada en el álbum fotográfico de recuerdos que en las ya lejanas y memorables tardes de nuestra niñez y adolescencia nos permitía, orgulloso, contemplar.
En las oncenas futboleras unos destacan por su exquisitez y técnica depurada y otros por su fuerza y temperamento. A este último grupo perteneció mi padre, su fortaleza física, la fuerza que le imprimía a las jugadas y su destacado juego aéreo lo distinguieron. Muchas tardes llegó a casa lesionado, rengueando y alguna vez fracturado, como en aquel lejano julio del año 80, bordeando ya los 40 años de edad, cuando durante un encuentro entre el “Magisterio” y la “Guardia Civil” olvidándose del peso y paso de los años ensayó una chilena “Chalaca” sufriendo una triple fractura en su mano izquierda, fue el triste anuncio del final de su dilatada trayectoria deportiva evidenciada en el álbum fotográfico de recuerdos que en las ya lejanas y memorables tardes de nuestra niñez y adolescencia nos permitía, orgulloso, contemplar.
No puedo soslayar el nombre de otro grande del fútbol huarino, su compañero en la zaga huarina: Don Jorge “Coqui” Salas Zorrilla, dueño de una calidad impresionante, exquisito en el manejo del balón, ambos, y por largos años fueron los indiscutibles zagueros de la oncena huarina. Don “Coqui” Salas le dotaba de sutileza y elegancia con su depurada técnica y mi padre le imprimía temperamento y fuerza. Fueron dos de los mejores baluartes de las selecciones huarinas que marcaron época.
Finalmente, agradecer de corazón al Club de Básquet “Máximo Bazán Pittman” por el reconocimiento a la trayectoria deportiva de mi señor padre, y a mi caro amigo Ricardo Huertas Zelaya por sus lindas palabras, también a sus amigos que con cariño acompañáronle y manifestáronle su alegría y simpatía, entre otros Alcides Alvarado, Hugo Huertas, Jorge “Coqui” Salas, Rubén Valencia Lora, Jesús Bazán, Francisco Asencios, a mi primo César Mendoza Lora, a mi Tío Gerardo Bar Osorio y a la dilecta asistencia por sus sonoros aplausos.
¡¡ Mil gracias a todos!!
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