Visitar mi Huari en “Semana Santa” resultó encantador, desde hace 10 años no participaba de la solemne celebración. Esta vez mi itinerario se circunscribió a lo previamente planificado: acompañar al cristo doliente y compartir con la familia los magnos días de reflexión y recogimiento; y de paso visitar, en las mañanas, los bucólicos parajes aledaños y contornos entrañables de mi gran ciudad que por esta época del año lucen lozanos y verdosos.
El Jueves Santo, en la mañana, a invitación de mi primo Edwin Avendaño Hidalgo, “El llavero” del presente año, nos reunimos en su solariega casa, aquella de preciados recuerdos familiares en cuya amplia sala luce el retrato de la “Mama Aquila” y el tío Wenceslao y se percibe aún la sonrisa sin linderos y los ecos ocultos de la voz indescifrable de la inolvidable tía, que parecía compartir la alegre reunión y las dispersas tertulias que se levantaban en la amplia casa al calor del entusiasmo de los generosos anfitriones, familiares y amigos , entre los que se contaban el patriarca de la familia Don Wenceslao, sus hijos Wagner, Edwin, Elichita, Wilbur, Azucena. Macshi, Pacu, hijos, nietos y los amigos como el Prof. Franco Solís Benites, Ariovisto Ferro Márquez, entre otros. Un frugal y tradicional almuerzo digno de jueves Santo sellado con un rico vino tinto y aromado con hermosas flores bien acondicionadas en maceteros dispuestos a ornar la noche sacra de jueves santo, fue el marco de la singular cita. Ya en la noche, en la santa misa presidida por el Obispo con una concurrencia raleada en comparación con las celebraciones de antaño, se recordó los episodios bíblicos, para finalmente iniciar con la vigilia acondicionada en diferente lugar de lo acostumbrado, reducido y friolento junto a “Pachanpunku”. Se dejaron ver muchos huarinos residentes en la capital. Con la grata compañía de Carmen Jara Salas y mi primo Víctor Hugo Tarazona ubicados en la parte anterior del sagrado recinto participamos de la celebración, añorando y comparando con las celebraciones de otrora tiempo.
Las primeras claridades del Viernes Santo anunciaban un día lluvioso, en la noche había llovido y se temía lo mismo, por fortuna el temor se disipó, el cielo azulejo y el sol otoñal nos sonrieron, de manera que aproveché para visitar la “Cruz de Chullín” aquella que rasga la tinieblas de las lóbregas noches huarinas y nos ilumina de cristianismo desde el totémico “Tucuhuaganga”; y visitar Ampas pueblito hermoso donde inicié mi periplo docente. Así fue, acompañado de mi hermano Michelín, su esposa Lola y mi querido sobrino Alessandro nos dirigimos a Ampas para en el retorno recalar en la “Cruz de Chullín”. Llegamos en breves 20 minutos, el pueblo desolado contrastaba con la belleza del paisaje, no ha cambiado mucho siguen igual sus rusticas y pintorescas casas, su iglesia, la pampa pantanosa de “Bombom” con su fértil y ennegrecido humus y el arruelo contiguo a la escuela cubierto de lozanos “berros” sigue cantando la misma sinfonía infantil. De pronto aparecieron algunos pobladores, una venerable anciana de ojos glaucos caminando casi a tientas se me acercó y reconoció de inmediato, me abrazó fuertemente y pronunció mi nombre con cariño, fue un momento emotivo, era la esposa de mi viejo amigo “Diuñi”, finado él, padre de Yolanda y “Pacucho” alumnos de mi escuelita. Mientras conversábamos recordando mi grata estancia, la a voz ronca de un mozuelo nos interrumpió: Prof. Doto, me dijo, y me abrumó de inmerecidos halagos recordando episodios que ya los había olvidado como aquella de la infartante final del concurso de canto a nivel provincial cuando vencimos a la Prevocacional y nada menos que a su mejor prospecto: Lourdes Salas. En honor a la verdad, por aquellos tiempos la escuelita de Ampas era una de las mejores, le pisábamos los talones a los citadinos en cuanta competencia hubiera, dígase académica, cultural y deportiva. Merito de reconocidos maestros, auténticos líderes sociales como Juan Demetrio Salas Reynoso, Fermín Hidalgo Jara, Hernán Pardavé Trujillo, Víctor Flores Asencios entre otros. La 86330 de Ampas era la antesala para llegar a la Prevocacional, hoy “Virgen de Fátima” de Huari, una manera de graduarse. Desgraciadamente hoy por hoy llegar a Huari, así comentan, se ha convertido casi en una grasienta transacción comercial donde se permutan las plazas con el mejor postor, una manera que me parece indigna que pospone a los que realmente merecen. Finalmente un recuerdo cariñoso a mis colegas de la época, en especial con quienes trabajé casi cinco años: mi caro amigo y compañero: Miguel Vidal Solís, Wilber Salas, Yolanda Mendoza, Elma Asencios, Eusebio Torres, a los padres de familia y a la comunidad en su conjunto. Gracias a ellos viví momentos inolvidables en lo profesional. Recuerdo también con cariño su “Llaquari” de “Pampay”, “Siega” y “Trilla”, cada uno con su singularidad, y su agradable “Puchero”. Solía ser considerado e invitado a esas faenas campestres y degustar aquellos potajes preparados a la usanza ancestral de sus pobladores. Cuando ya nos retirábamos, llegó Dante, otrora pequeñín con cara de palomilla, hijo de mi amigo Urbano, reconociéndome rápido a pesar del tiempo transcurrido conversamos amenamente evocó aquella épica faena de “Los Tigres de Ampas” en la final del campeonato ínter comunal de fútbol realizado en el estadio del “González Prada” donde nos impusimos por un abultado marcador al archifavorito Colcas ganando nada menos el trofeo mas grande que se haya visto por esos lares y que los ampasinos lo atesoran con cariño. Jugadores como el “zurdo Gaudencio Jaímes”, “Juan Rivera” y algunos cocaleros ampasinos de San Juan de Culebra conformaban el equipo, si algo no faltaba, como entenderán en aquella oncena eran los billetes verdes de los dominios del “Tío Sam” Desde hace tiempo ansié visitar este pueblito de gratos recuerdos, hoy me siento tranquilo de haber extendido mi mano a viejos alumnos, amigos y pobladores. La despedida de don Lucio y su esposa doña Lola pastando su ganado en el verde oconal junto a la hija de don “Mañu Soto” sintetiza el mutuo cariño de este humilde docente que dejó parte de su vida en aquella aldea andina.
En el retorno hicimos un alto en la mítica “Cruz de Chullín” de donde se aprecia la gran ciudad con sus fortunas y miserias, indemnes a pesar del paso del tiempo, sus parajes aledaños de ensueño, su crecimiento desordenado que marcha de frente hacia el hacinamiento y el caos, su carencia de centros de recreación (parques) sus nuevas construcciones elefantiásicas, algunas con sueño eterno sin vida y sin fin; y se aprecian fundamentalmente los sueños irredentos de un pueblo tocado por la diosa fortuna que aun no aprovecha su oportunidad.
Viernes Santo, en la tarde, la cita fue en la catedral para besar los pies del “Cristo Doliente” la multitud acompaña al “Señor de la Caídas” y rubrica su presencia con sendos besos al cristo que matamos todos los días con nuestros pecados. Lamentablemente no pude asistir, preferí hacerlo en la noche. La tarde nublada y amenazante no fue óbice para que los pocos pero linajudos “sanjuaninos” que quedan en Huari armen sus habituales conversas: don Jorge Salas, Víctor Pretel y mi padre entre otros, lamentando la merma del fervor católico y añorando viejos tiempos y antiguas costumbres de semana santa: las ayunas, las matracas, los maceteros, las largas y penitentes procesiones, los cirios encendidos, los severos lutos etc., etc. Fue una conversa de aquellas donde no faltó la anécdota, el episodio conmovedor, el hallazgo. Hablaron, digo hablaron porque yo solo escuchaba con deleite, hasta de entierros, de libras esterlinas y frustradas oportunidades de ser millonarios, en fin se habló de todo un poco, de almas piadosas y condenadas y de pesadillas; y hablando de pesadillas se habló también con INDIGNACION del pésimo estado de la carretera, inexplicable realidad en una provincia, en una zona llena de recursos y oportunidades. Coincidentemente este último tema ha colmado hasta el hartazgo, con los huarinos con quienes me topé y conversé era el tema obligado, elevaban su voces de protesta ciudadanos connotados como el Prof. Toribio Herrera Nava, en especial el Prof. Lucho Guzmán y la Sra. Delina Mendoza, su digna esposa, con quienes retornamos del amado terruño en un viaje lleno de peligros, avalanchas, atollamientos y quejas altisonantes contra la ineptitud de nuestras autoridades. Una falta de compromiso con los sagrados intereses de nuestro pueblo.
Es preciso felicitar a los jóvenes que escenificaron la Pasión de Jesús, profesores y alumnos del Colegio Parroquial “Silvia Ruff” con un poco más de orden puede resultar mejor. Los que actuaron lo hicieron bien, tanto quien encarnó a Jesús como los demás personajes: Magdalena, María, Judas, Pilatos, los invidentes y las lloronas. Está innovación tiene que sostenerse en el tiempo, también tienen la palabra las otras instituciones educativas como nuestro Glorioso González prada.
Llegó el sábado de gloria, con mi amigo Josué Muñoz , cariñosamente llamado “Pachín” visitamos algunos puntos de recuerdo de nuestro Viejo “San Juan” la caminata nos llevó hasta el Pedagógico de donde avistamos junto al camino que conduce a “Buenos Aires” adyacente a los predios de la familia Salas Vidal, una rustica casita que sobrevive al tiempo. Pachín, lleno de nostalgia recordó que fue justamente en esa rustica casita que escuchamos, bebiendo nuestro primeros y agradables sorbos… el partido Perú- Colombia en el “Campín de Bogotá” valido para las eliminatorias de “España 82” cuando el guardameta colombiano Zape le atajó un penal al "Nene" Cubillas, y Guillermo “El Tanque” La Rosa anoto el gol del triunfo con un formidable cabezazo. Pachín era el único que tenía la patente de corzo para ver los partidos en la Radio… Nos detuvimos en el puente del “Riachuelo de Virá” conversamos algunos minutos, recordamos viejos tiempos, viejos amigos, aquel lugar fue testigo privilegiado de nuestra niñez…
Finalmente, llegó el retorno, para mi siempre triste y a veces dramático. El hecho de asumir cada llegada y cada despedida como el último me suele dañar y descubrir como un ser débil y sentimental. Dentro de mis más íntimos deseos pido a Dios y a la Virgen que cuide a mis padres, a los míos, que siempre me esperan con el más grande de los cariños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario