Huari Visto desde Llamoj jirka |
Lima, 27 de julio del 2012
Apreciado señor
Hace sólo unas semanas que me alcanzaron su generoso envío, por cuya grande y afectuosa consideración quiero darle las gracias. No soy crítico literario, sin embargo, a través de la lectura y el amor irrenunciable por la poesía y la declamación he aprendido a apreciar y desmenuzar, a mi manera, los poemas de mi predilección. La crítica lo dejo para los eruditos. Mi intención es felicitarle por su poesía y su temática arrolladora, poesía que, cual riada, intenta arrasar viejos vicios y lastres sociales que obstaculizan construir una sociedad y una patria armónicas.
Luego de muchos años de “proscripción” nos llega su voz y su arte, aunque estar proscrito del suelo natal es una condición transversal que nos alcanza a muchos huarinos y auspicia remembranzas, cuitas y nostalgias que se canalizan de diversa manera, en el caso suyo, ha discurrido por su “yo poético” agigantándose y nutriéndose para descargar con unción su proclama libertaria y sed insaciable de justicia.
Me satisface sobremanera que sus principios primigenios se mantengan incólumes y tengan la calidad de sagrados y que los eslabones con nuestra patria pequeña, Huari, no se hayan deteriorado ni enmohecido. Suscribo plenamente la apreciación de Luís Cabos Yepes cuando dice de usted: “Mantiene indemne su vocación de lucha a favor de los desposeídos. Después de todos en nuestra sociedad, la única vocación moralmente válida”.
Pocas veces me sentí tan honrado. Su generoso envío – racimo de poemarios- me permiten reafirmar mis ideales y convicciones. La lectura que es la única pasión eterna, tiene pues esa magia y trascendencia, por ende, sus poemas y versos magistralmente hilvanados en “Más allá del Silencio”, “Torrentes de fuego” y “Pregúntale a tu amiga Mercedes" refrescará la memoria de sus lectores, para no olvidar que vivimos en un país donde se oculta y manipula la verdad, se deslegitima y criminaliza la voz de los desposeídos. Es deber nuestro, apreciado Fredy, como hermosamente lo dices: “No permitir que ningún sátrapa encadene los racimos de nuestros niños, te obliguen odiar la violenta cólera de los ríos, el dulce olor de los naranjos, la tímida mirada de las vicuñas. Que maldigamos la inocencia de los que nacen, la sabiduría de los que juran encontrar la libertad y Cuánto pagarían porque el rosal de la vida se ahogara en el necio pantano de las cloacas”.
Con afecto y admiración
Abelardo Malqui Hidalgo
Más allá del silencio
Por tus ojos he sabido
que temes al desencanto
y a la caída de los días.
Por tus ojos he sabido
que temes al arrullo del estío
y a la orfandad del silencio
Temes a las hojas que caen
volando, pero que caen.
Temes al árbol que no da sombra
para tus frágiles lágrimas
Pero ven mi dulce paloma
beberemos del arroyo
cantaremos con los trigales
la canción del rocío
bailaremos un tondero
como sólo saben hacerlo
nuestros bravos corazones.
Ven mi dulce paloma
aprenderemos a caminar
y no hemos de perdernos
a pesar de las tormentas.
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