
José María Arguedas:
¡Cien años para quererlo!
¡Cien años para quererlo!
El 476 aniversario de Lima, ha estado marcado por las celebraciones de los cien años del nacimiento de José María Arguedas. La Municipalidad de Lima y la "Casa de la Literatura Peruana" homenajearon al preclaro escritor con sendas exposiciones de carácter literario, pictórico. La ciudad capital -como el Perú profundo- ciudad de todas las sangres, se vistió de gala y me permitió disfrutar de una travesía fascinante, junto a mi hermano Vladimir y mi caro amigo Javier Solís.
Arguedas, uno de los más grandes exponentes de la literatura peruana, dotado de una conciencia creadora extraordinaria y de una originalidad expresiva nació hace cien años para convertirse en uno de los mitos peruanos más grandes de los últimos años. Fue un hombre polifacético, múltiple y aunque el GOBIERNO APRISTA le haya negado denominar el presente año con su nombre y haya preferido etiquetar al mismo con el descubrimiento de la ciudadela de Machu Picchu, una omisión voluntaria que se suma a las tantas cometidas en la vida de Arguedas. Sin embargo, nada opaca el brillo y la luz que su recuerdo emite.José María Arguedas fue escritor, etnomusicólogo, “indigenista”, educador, quechuahablante y quechuaescribiente, novelista, “conservador general de folklore”, ensayista, poeta, se le reconoce como uno de los autores latinoamericanos que mejor ha logrado expresar en su literatura la riqueza de la heterogeneidad social y cultural latinoamericana.
Nacido en Andahuaylas, en el corazón de la zona andina más pobre y olvidada del país, estuvo en contacto desde la cuna con los ambientes y personajes que incorporaría a su obra. La muerte de su madre y las frecuentes ausencias de su padre abogado, le obligaron a buscar refugio entre los siervos campesinos de la zona, cuya lengua, creencias y valores adquirió como suyos.
Como estudiante universitario en San Marcos, empezó su difícil tarea de adaptarse a la vida en Lima sin renunciar a su tradición indígena, viviendo en carne propia la experiencia de todo trasplantado andino que debe aculturarse y asimilarse a otro ritmo de vida. En los tres cuentos de la primera edición de Agua (1935), en su primera novela Yawar fiesta (1941) y en la recopilación de Diamantes y pedernales (1954), se aprecia el esfuerzo del autor por ofrecer una versión lo más auténtica posible de la vida andina desde un ángulo interiorizado y sin los convencionalismos de la anterior literatura indigenista de denuncia. En esas obras Arguedas reivindica la validez del modo de ser del indio, sin caer en un racismo al revés.

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